domingo, 29 de julio de 2012


La Iglesia católica denuncia que 
unos dos millones de argentinos 
pasan hambre
Detectan que la pobreza está más “enraizada” que en los ‘90
Barómetros del Observatorio de la UCA



(Sergio Rubín, en Clarín).- La Iglesia católica argentina propuso a los dirigentes como un ambicioso objetivo del Bicentenario -un período que estableció entre 2010 y 2016- derrotar la pobreza. O, al menos, reducirla a su mínima expresión. Pero la meta está resultado muy esquiva.

El último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina -que monitorea aquel objetivo- arrojó que en octubre del año pasado había 21, 9 % de pobres, entre ellos y 5,4 % de indigentes, casi cuatro veces más que lo que calculó el INDEC. Además, estimó que había 560 mil hogares -unos dos millones de personas- que pasaban "con frecuencia" hambre, entre otras realidades sociales desalentadoras. Una situación que, descuentan sus autores, se agravó en los últimos meses por la desaceleración económica y la persistencia de la alta inflación.

El director del Observatorio, Agustín Salvia, cree, incluso, que la pobreza estructural, aquella que abarca a quienes no tienen posibilidades de ingresar al sistema, está más enraizada que en la década del '90. "Lo que llamamos el núcleo duro de la pobreza es más duro", apunta. En diálogo con Clarín, Salvia analizó los datos del trabajo, que comparó la situación de 2007 con 2011, y que muestran "una pequeña mejora" de los índices, sobre todo 2010 y 2011 -tras el deterioro económico de 2009-, "muy ligada a mejoras en los ingresos y a un mayor consumo, lo que no está mal.

Pero -agregó- fue sobre todo a través de la Asignación Universal por Hijo y el aumento del trabajo precario, sin que ello implique un cambio cualitativo de las condiciones materiales y sociales de vida".

Para Salvia, la dificultad para vencer la pobreza, en particular la estructural, pasa por el hecho de que "no se logra ir más allá de ciclos económicos que, en su etapa expansiva, derraman una mayor capacidad de consumo, pero sin atacarse de modo integral el problema". Esto se agrava en el actual contexto porque "la capacidad de consumo es afectada por la inflación, que erosiona los planes sociales ".

Salvia considera que los cambios sustanciales, que derroten el núcleo duro de la pobreza, "no van a venir por la decisión de un gobernante de aumentar la asistencia social". Sino que vendrán, a su juicio, por "políticas integrales y articuladas en materia de educación, vivienda, salud, desarrollo urbano...".

Señala que los programas integrales requieren de 5, 10, 15 y 20 años. "Lo que hay que hacer es empezar", dice. Y descuenta que "es posible, entonces, que en 20 años se derrote la pobreza; en 10, que no haya indigentes, y en 5, que no haya hambre". Pero que, por lo pronto, hace falta que el Gobierno reconozca la realidad y no que calcule la pobreza en base a "una canasta con precios que no existen y que llevan a concluir que la indigencia está por desaparecer".

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