jueves, 26 de julio de 2012


Dios nos enseña a compartir para multiplicar

Reflexión sobre las lecturas bíblicas 
de la Misa del domingo 29 de julio: 

Pbro. Gabriel Martín Ghione
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Continuamos transitando el tiempo ordinario que anima nuestra vida cotidiana con los valores que nos presenta Jesús de Nazareth. Hoy se nos presenta el valor del compartir o partir con. Podemos definirlo como la capacidad de dar de lo nuestro. Si recordamos la semana pasada se nos invitaba a la compasión (sentir con el otro), hoy se nos invita a ponerla en práctica en el compartir.

En este sentido es muy decidora la primera lectura. El profeta Eliseo en un tiempo de gran hambre del país enseña que la Palabra de Dios invita a compartir: “Comerán y sobrará”. Aún a pesar de los cálculos, la Palabra es clara, Dios quiere que ofrezcamos lo nuestro. En los tiempos de hambre se borra el límite entre lo mío y lo tuyo, lo necesario debe ser compartido, esa es la Palabra y la voluntad de Dios. Cuando todos compartimos, cuando lo que es de todos está a disposición de todos: comemos y sobra porque el compartir multiplica. ¡Cuánto ahorraríamos si compartiéramos!

En el Evangelio Jesús también nos pone a prueba. ¿Dónde compraremos pan para tantos? Este Evangelio está lleno de actitudes que se confrontan y que resaltan la de Jesús. La actitud de los apóstoles que calculaban. La actitud del pueblo que confundido se queda deseando la panza llena antes que la enseñanza de Jesús. La actitud de un niño que comparte lo que tiene. La enseñanza de Jesús es compartir poniendo cada uno lo suyo, y aún lo poco ante tanto, se multiplica.

Creo que el detalle que sea un niño (con su inocencia o ilusión) no es menor. Hay que ser un poco iluso para entrar en la dinámica del compartir, hay que ser inocente para salir perdiendo.

Nosotros muchas veces somos como los apóstoles: calculadores. Hoy en día podemos decir que estamos muy bien, nos quejamos de llenos y en nuestra saciedad nos olvidamos de los que tienen menos sumergiendo nuestra indiferencia o egoísmo en pretextos y prejuicios (si no tiene que vaya a laburar, no tiene para comer pero tiene para el celular y la moto…). Y si es verdad que hay pobres acomodados, también lo es que hay muchos cuyo estándar de vida deja mucho que desear. ¿Cómo en la Argentina no podemos lograr entre todos pobreza cero?, ¿cómo no poder garantizar la alimentación y nutrición necesaria y primordial de los seis primeros años de vida para el integral desarrollo neuronal del niño, en el granero del mundo?. Y no nos confundamos, esto no es solo responsabilidad de los políticos de turno. Toda comida desperdiciada es un pecado que clama al cielo. ¡Y a veces nos damos el lujo de tirar comida!. Jesús nos invita a compartir, Jesús nos enseña a poner cada uno lo suyo para que a nadie le falte, pero para eso es necesario: mirar, interesarnos y jugarnos.

En cada Eucaristía debemos renovar la conciencia de que Jesús se hace pan para nosotros para que nosotros lo seamos del hermano. El culto nos debe ayudar a vivir mejor, a compartir más, a servir con más entusiasmo, de lo contrario no será culto cristiano, no será actualización para nosotros del compartir de Cristo sino una práctica monótona que nos encierra en nuestra individualidad y no transforma nuestra vida.

La Palabra de Dios nos enseña, nos exhorta y “nos obliga” a compartir. No podemos considerarnos creyentes si para nosotros creer es encerrarme en mí y justificarme. No puedo considerarme creyente sí creo que con la oración lo soluciono todo, soy creyente cuando la oración me impulsa y me abre a la voluntad de Dios que nos moviliza a compartir.



Skipe: ghione.gabriel.martin

"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5

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