Dios nos enseña a compartir para multiplicar
Reflexión sobre las lecturas bíblicas
de la Misa del domingo 29 de julio:
Pbro. Gabriel Martín Ghione
.
Continuamos
transitando el tiempo ordinario que anima nuestra vida cotidiana con los
valores que nos presenta Jesús de Nazareth. Hoy se nos presenta el valor del
compartir o partir con. Podemos definirlo como la capacidad de dar de lo
nuestro. Si recordamos la semana pasada se nos invitaba a la compasión (sentir
con el otro), hoy se nos invita a ponerla en práctica en el compartir.
En este
sentido es muy decidora la primera lectura. El profeta Eliseo en un tiempo de
gran hambre del país enseña que la Palabra de Dios invita a compartir: “Comerán
y sobrará”. Aún a pesar de los cálculos, la Palabra es clara, Dios quiere que
ofrezcamos lo nuestro. En los tiempos de hambre se borra el límite entre lo mío
y lo tuyo, lo necesario debe ser compartido, esa es la Palabra y la voluntad de
Dios. Cuando todos compartimos, cuando lo que es de todos está a disposición de
todos: comemos y sobra porque el compartir multiplica. ¡Cuánto ahorraríamos si
compartiéramos!
En el
Evangelio Jesús también nos pone a prueba. ¿Dónde compraremos pan para tantos?
Este Evangelio está lleno de actitudes que se confrontan y que resaltan la de
Jesús. La actitud de los apóstoles que calculaban. La actitud del pueblo que
confundido se queda deseando la panza llena antes que la enseñanza de Jesús. La
actitud de un niño que comparte lo que tiene. La enseñanza de Jesús es
compartir poniendo cada uno lo suyo, y aún lo poco ante tanto, se multiplica.
Creo que el
detalle que sea un niño (con su inocencia o ilusión) no es menor. Hay que ser
un poco iluso para entrar en la dinámica del compartir, hay que ser inocente
para salir perdiendo.
Nosotros
muchas veces somos como los apóstoles: calculadores. Hoy en día podemos decir
que estamos muy bien, nos quejamos de llenos y en nuestra saciedad nos
olvidamos de los que tienen menos sumergiendo nuestra indiferencia o egoísmo en
pretextos y prejuicios (si no tiene que vaya a laburar, no tiene para comer
pero tiene para el celular y la moto…). Y si es verdad que hay pobres
acomodados, también lo es que hay muchos cuyo estándar de vida deja mucho que
desear. ¿Cómo en la Argentina no podemos lograr entre todos pobreza cero?,
¿cómo no poder garantizar la alimentación y nutrición necesaria y primordial de
los seis primeros años de vida para el integral desarrollo neuronal del niño,
en el granero del mundo?. Y no nos confundamos, esto no es solo responsabilidad
de los políticos de turno. Toda comida desperdiciada es un pecado que clama al
cielo. ¡Y a veces nos damos el lujo de tirar comida!. Jesús nos invita a
compartir, Jesús nos enseña a poner cada uno lo suyo para que a nadie le falte,
pero para eso es necesario: mirar, interesarnos y jugarnos.
En cada
Eucaristía debemos renovar la conciencia de que Jesús se hace pan para nosotros
para que nosotros lo seamos del hermano. El culto nos debe ayudar a vivir
mejor, a compartir más, a servir con más entusiasmo, de lo contrario no será
culto cristiano, no será actualización para nosotros del compartir de Cristo
sino una práctica monótona que nos encierra en nuestra individualidad y no
transforma nuestra vida.
La Palabra de Dios nos
enseña, nos exhorta y “nos obliga” a compartir. No podemos considerarnos
creyentes si para nosotros creer es encerrarme en mí y justificarme. No puedo
considerarme creyente sí creo que con la oración lo soluciono todo, soy
creyente cuando la oración me impulsa y me abre a la voluntad de Dios que nos
moviliza a compartir.
Skipe: ghione.gabriel.martin
"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5
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