miércoles, 26 de marzo de 2014

comentario editorial

"Soñar con la Iglesia vestida solamente de Evangelio y sandalias"(Pedro Casaldáliga)
30 de marzo, IV domingo de Cuaresma
Jn 9, 1-41
"Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva, se lo puso en los ojos y le dijo:
-Ve a lavarte en la alberca de Siloé –que significa enviado-.
Fue, se lavó y volvió con vista.
Los jueves, milagro es una película cómica española de Luis García Berlanga en la que el director de Bienvenido Mister Marshallconsigue secuenciar una sociedad pacata, y reprimida por una religión peligrosamente alejada de la gente.
En nuestro caso no fue intención del evangelista Juan promocionar la piscina de Siloé con su relato. El de las fuerzas vivas de Fontecilla sí, por el ambicioso deseo de resucitar el negocio de las aguas termales de sus ruinosos baños: alcalde, maestro, médico, y terrateniente dueño del balneario. Al cineasta valenciano le preocupaba el hecho indiscriminado de los milagros, que consideraba abuso en la buena fe popular.
Personalmente me desvinculo como él de toda intervención divina y de sus santos en los acontecimientos terrenales. Los atribuidos a Jesús en el NT tienen carácter catequético y sería engañoso tomarlos en su literalidad. Los relatos de apariciones y curaciones milagrosas me merecen todo el respeto, pero escasa credibilidad objetiva. Los de la vida real son más fiables. Mario, uno de los protagonistas clave de la película, lo constata en estos términos:"Mira allá abajo en el río: hay un bonito remanso. Unos se bañan, otros pescan. A veces pienso que el mayor milagro es que todo funciona de esta forma, con tanta sencillez. Todo está en su sitio. ¿Te parece fácil?".
Como Pedro Casaldáliga, todos tenemos hoy necesidad de "soñar con la Iglesia vestida solamente de Evangelio y sandalias". Soñar y trabajar para que otros también la puedan ver ornada de simbólicos signos. Los más nobles de la Creación: "Una gran señal apareció en el cielo: una mujer revestida del sol, la luna bajo los pies y en la cabeza una corona de doce estrellas" (Ap 12, 1).
Podríamos pensar que en su poema Me asustan las palabras de los hombres, Rilke acusa a cuantos eclesiales prebostes quiebran con peligrosos términos el natural acaecer de la naturaleza:
Pero quiero avisaros y oponerme: quedaos lejos.
Me gusta tanto cómo cantan las cosas.
Si las tocáis vosotros, quedan quietas y mudas.
Vosotros me matáis todas las cosas.
El ya mencionado Mario nos proporciona pistas suficientes a modo de moraleja para interpretar con fiables argumentos unos hechos, que hoy la ciencia avala sin más innecesarios perendengues: "Un día llegué a Fontecilla para aclararles el misterio de un apalabra que todo lo puede. Su nombre es la fe. Ustedes quisieron crear negocio con ella sin saber que al despertarla entre las gentes me despertaron a mi. Si esta les despierta también a ustedes, mi viaje habrá servido para algo.
No podemos quedarnos boquiabiertos como los de Fontecilla ante fuegos fatuos de artificio con apariencia de sobrenaturales. Dios no hace una teología en el texto del oratorio La Creación de Haydn. Adán y Eva se limitan a reconocer en un dueto de gratitud y plena felicidad que el amor está vinculado al disfrute de la Naturaleza. Es el "Paraíso perdido" de Milton que una desnortada teología secuestró, como Júpiter a Europa, hacia milagrosos e inaccesibles reinos celestiales. Un mensaje de calado universal –trazado en una geografía diversa- que a todos sin excepción salva.

DUETTO DE AMOR Y GRATITUD
ADÁN: ¡Amada esposa! A tu lado las horas pasan dulcemente. Cada instante es un gozo que ninguna pena empaña.
EVA: ¡Querido esposo! A tu lado mi corazón se inunda de alegría. A ti está consagrada mi vida; tu amor es mi recompensa.
ADÁN: ¡Qué animante es la luz de la mañana!
EVA: ¡Y cómo reanima el frescor de la noche!
ADÁN: ¡Cómo refresca el jugo de la fruta madura!
EVA: Qué encantador es el dulce perfume de las flores!
EVA, ADÁN: Pero sin ti ¿qué serían para mí...
ADÁN: ...el rocío de la mañana,
EVA: ...la brisa de la tarde
ADÁN: ...el zumo de las frutas,
EVA: ...el perfume de las flores?
(La Creaciòn, de Joseph Haydn)

Vicente Martínez

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