martes, 18 de marzo de 2014

Blázquez y la denuncia 

de la economía canalla


José Manuel Vidal
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Acaba de llegar, pero algo ha empezado ya a cambiar en el clima que se vive en la CEE y, por lo tanto, en la Iglesia española. No es el momento de atosigar a Ricardo Blázquez con consignas o peticiones, con las que responder a la agenda de cada cual. Demos tiempo al tiempo. El nuevo presidente tiene mucho tajo por delante. Sin hipotecas y sin rémoras (como la otra vez), podrá dar la medida exacta de lo que es capaz.

En su primera etapa como presidente de la CEE (2002-2008), un obispo le dijo: "O la gobiernas o te la gobiernan", en referencia a la CEE. En esta nueva etapa, Blázquez podrá gobernar a sus anchas. Y con todos los apoyos. El extraordinario apoyo de 60 obispos españoles, un récord jamás alcanzado por ningún otro presidente. El apoyo cerrado de su vicepresidente y de su secretario general. El beneplácito de los periodistas, a los que tiene que recuperar para la causa y mimarlos como instrumentos necesarios e imprescindibles para hacer llegar los mensajes de la Iglesia a la sociedad.
Cuente, para eso, monseñor, con todo nuestro apoyo, en estos momentos en los que la Iglesia española pone su reloj a la hora del del Papa Francisco.
Pero, ahora, si hay algo que me parece urgente y que usted debería abordar y denunciar cuanto antes. Todo lo demás (desde 13tv hasta la COPE, pasando por la nueva política con los medios) puede esperar. La denuncia de las heridas ocasionadas a la gente por la política económica del Gobierno, no puede esperar.
Francisco, como bien sabe monseñor, quiere que la Iglesia sea un "hospital de campaña"para las víctimas heridas de hoy. Y en España tenemos tantas víctimas heridas...
Victimas heridas que, gracias a la labor de la Iglesia, encuentran, a veces, alivio a su dolor. Pero, no es suficiente. Las víctimas y la sociedad entera está esperando, desde hace tiempo, que la voz de la Iglesia samaritana se levante, alta y clara, para denunciar la brutalidad de unas políticas que concentran el capital y el poder en manos de unos pocos y a esa política económica canalla que está destrozando la clase media y sumiendo en la miseria y en la desesperanza a los más débiles.
Rompa, monseñor, la dinámica del silencio, que está haciendo a la Iglesia cómplice de un sistema que crea exclusión e inequidad, como bien ha denunciado el propio Papa. Y de unas políticas que se ceban con los más débiles.
Nos esponjará el corazón verle romper el jarro, como el profeta, y denunciar la política de recortes que deja tirados en las cunetas a millones de compatriotas nuestros. Y la Iglesia no puede callar. Ni debe. Y usted encarna, en estos momentos, la voz de la Iglesia jerárquica, la que sale en los medios, la que tiene influencia, la que tiene que reconquistar su autoridad moral.
Como dice el teólogo José María Castillo, "las tres grandes preocupaciones de Jesús fueron la salud de los enfermos, la comida de los pobres y las relaciones humanas". Ya sabe monseñor, cómo está el sistema sanitario. Ya sabe que muchos pobres (casi seis millones de parados, que no pueden vivir con dignidad) no tienen para comer...Es hora de que la Iglesia sea, de verdad, la voz de los sin voz. Y no sólo les dé de comer (como ya hace), sino que denuncie al sistema que los margina y al Gobierno que implementa políticas indignas. Ellos, monseñor, no pueden esperar.

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