martes, 18 de marzo de 2014

El rey saudí prohíbe salir a comprar comida a sus hijas cautivas

Las princesas atribuyen la medida a su decisión de denunciar la situación en la que viven

El rey Abdalá con sus hijas, en una fotografía que subió su segunda mujer a su cuenta de Twitter el 14 de noviembre de 2013.
"Necesitamos comprar comida y el inhalador para el asma de mi hermana Jawaher, [pero] nos han dicho que ‘no hay instrucciones’ de dejarnos salir. ¿[Pretenden] matarnos de hambre? “, se preguntaba esta tarde la princesa Sahar, una de las cuatro hijas que el rey Abdalá de Arabia Saudí tiene encerradas en su palacio de Yeddah. La nueva restricción llega apenas dos días después de que esta corresponsal intentara visitarlas en esa ciudad saudí para un reportaje publicado en EL PAÍS sobre su situación.
“Por supuesto [que tiene que ver con su visita], pero no es culpa suya. Teníamos que arriesgarnos. No podemos quedarnos impasibles por más tiempo. Tienen que enfrentarse al mundo”, respondía poco después a preguntas de esta corresponsal.
Sahar, de 42 años, que vive junto a su hermana menor, Jawaher, de 38, asegura que no tienen problema en “iniciar una huelga de hambre cuando se queden sin comida”, pero muestra su preocupación por los dos perros y el gato que les hacen compañía. “Tenemos que alimentarlos”.
La princesa no culpa a nadie de forma directa, pero su madre, Alanaoud Alfayez, es tajante. “Nuevas órdenes del rey, mis hijas ya ni siquiera pueden ir a comprar su comida; las quiere muertas mientras el mundo mira”, denuncia en su cuenta de Twitter.
Hasta ahora, Sahar y Jawaher podían salir cada dos meses a comprar lo necesario para su subsistencia en un supermercado cercano. Las mujeres, que comparten una destartalada villa dentro del complejo palaciego de Al Murjan, no disponen de servicio ni de las comodidades que suelen asociarse con su abolengo. Tienen que cocinar y limpiar ellas mismas. Otras dos hermanas, Maha, de 41 años, y Hala, de 39, están encerradas en algún otro lugar del recinto y hace un par de años que no han podido verlas y temen por su estado mental.
“Tenemos lo que necesitamos para adquirir nuestra comida”, señala Sahar cuando le pregunto quién paga sus compras. Justo para sobrevivir porque reconoce que “no es fácil no tener fruta y verdura fresca”. Sólo pueden comerla los primeros días cuando hacen una compra. El resto del tiempo “nos mantenemos a base de bocadillos”.

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