El Vaticano emprende una seria reducción
de plantilla
Reajustará
organismos para disminuir las pérdidas previstas este 2014
La austeridad
llegó al Vaticano el pasado 12 de abril, cuando el Papa Francisco agradeció a
las trescientas personas de la secretaría de Estado el trabajo “impagable”
realizado durante las semanas de la Sede vacante y el Cónclave.
Hasta entonces,
los empleados del Vaticano percibían una gratificación por el fallecimiento de
un Papa y otra por la elección del nuevo. En total, unos 1.500 euros a cada
uno de los 2.823 empleados de la Santa Sede (organismos jurisdiccionales de
la Curia) y los 1.936 del Estado del Vaticano (edificios, Jardines, Museos,
Gendarmería, nunciaturas, etc.).
El Papa eliminó
también la desmesurada “gratificación” de 25.000 euros anuales a cada
uno de los cinco cardenales de la Comisión de Vigilancia del banco del Vaticano
(IOR) por un trabajo que en realidad no hacían.
Era solo el
principio. Los recortes de verdad empiezan ahora pues el ejercicio del 2014 prevé
pérdidas. Pero, sobre todo, porque hay mucho personal innecesario en la
jungla de organismos dispersos y redundantes.
Hace días, el
secretario de Estado, Pietro Parolin, envió una carta a todos los jefes de
departamentos en la que, según la agencia de noticias CNS, indicaba medidas
drásticas para reducir el gasto de personal.
Se prohíbe
realizar nuevos contratos de trabajo de cualquier tipo y renovar los que
expiren a fecha determinada.
Hasta nueva
orden, no habrá ni subidas de sueldo ni ascensos. Ni se pagarán las horas
extraordinarias, salvo casos muy excepcionales. Si hacen falta más manos,
se pedirá la colaboración de voluntarios.
Hace varios años
los sueldos del Vaticano eran inferiores a los de trabajos similares en Italia,
pero la crisis ha cambiado las tornas. Los sueldos del Vaticano giran en torno
a los 2.000 euros libres de impuestos, mientras que en Italia predominan
los “mileuristas”, con una carga fiscal cercana al 40 por ciento, por no hablar
de millones de parados y subempleados.
El Vaticano
sufre de un lastre de empleados perezosos, que poco a poco acabarán
fuera del sistema. Pero arrastra, sobre todo, una complicación organizativa probablemente
única en el mundo. La jungla de 230 organismos y administraciones económicas es
tan espesa que casi nadie la conoce.
El pasado año no
se informó siquiera de cuánto habían sido los ingresos y gastos de las
dos entidades principales, la Santa Sede y el Estado del Vaticano en el
ejercicio del 2012. La “transparencia” se limitaba a indicar que el banco del
Vaticano (IOR) había puesto un total de 55 millones de euros a
disposición del Papa y que los donativos recibidos del exterior equivalían a 70
millones de euros: 48 millones de donativos de fieles, 21 millones de donativos
de diócesis y 800.000 euros de órdenes religiosas.
El único paso
adelante en el 2013 fue la presentación de un balance del banco del Vaticano
por primera vez en su historia. Permitió saber que los beneficios del 2012
ascendieron a 86,6 millones de euros, obtenidos en su mayor parte de los
mercados financieros, con 26 millones de intereses de préstamos en segundo
lugar.
La gran
asignatura pendiente es la racionalización económica de los 230 entes
económicos que operan como “reinos independientes”.
Juan Vicente Boo
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