Aprender unos de otros
Estamos en plena semana de oración por la unidad de los cristianos. En distintas ciudades se organizan actos ecuménicos. El Papa Francisco ha subrayado con gestos y palabras la importancia del diálogo ecuménico. La división entre los cristianos es un obstáculo importante para la credibilidad del cristianismo. El Papa ha recordado que, en este terreno del ecumenismo, es muy importante el principio de la jerarquía de verdades. Este principio nos invita a concentrarnos en lo fundamental y en las convicciones que nos unen. Así, dice el Papa, “podremos caminar decididamente hacia expresiones comunes de anuncio, de servicio y de testimonio”.
Es bueno avivar nuestra imaginación para encontrar estas expresiones comunes. Una expresión común de servicio sería la creación de instituciones ecuménicas que atendieran a pobres, enfermos, necesitados. ¿En qué puede consistir una expresión común de anuncio? Estos días, en templos de las distintas confesiones los fieles se reúnen para orar, para proclamar la Palabra de Dios, para escuchar la predicación. Se da el caso de que un predicador católico toma la palabra en una Iglesia protestante y un protestante predica y “parte” la Palabra en un templo católico. ¿Es posible ir más allá?
Tras notar que son muchas y valiosas las cosas que nos unen, el Papa exclama: “Si realmente creemos en la libre y generosa acción del Espíritu, ¡cuántas cosas podemos aprender unos de otros!". No se trata solo de recibir información. Se trata de un verdadero aprendizaje. El Papa pone un ejemplo importante: los católicos tenemos la posibilidad de aprender de los hermanos ortodoxos algo más sobre el sentido de la colegialidad episcopal y sobre su experiencia de la sinodalidad. Podrían añadirse otros ejemplos: ¿no podríamos aprender de los ortodoxos a comprender de forma más dúctil, y precisamente por ello, más profunda, el sentido de la indisolubilidad del matrimonio?
No busco abrir ningún debate sobre estas y otras cuestiones (los protestantes pueden enseñar alguna cosa sobre papel de la mujer en la Iglesia y los católicos sobre la necesidad de un magisterio de unidad y comunión). Pretendo hacer caer en la cuenta de que el ecumenismo no es cosa de unos días ni de unos pocos, sino que forma parte de la identidad católica y es un elemento necesario para la difusión del Evangelio. El ecumenismo puede ser también un signo fuerte de la paz y el entendimiento que Jesucristo vino a traernos y a los que aspiran, aún sin saberlo, todas las personas y pueblos.
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