La recuperación laica de lo sagrado
- . Existe lo que, sin sacarnos de la finitud, nos interpela y urge: a veces como ausencia, vacío y oscuridad; en otras ocasiones, como anticipación del final,
Jesús Martínez Gordo
Probablemente, uno de los puntos más llamativos del ateísmo que profesa F. Savater sea su intento de recuperar antropológica y racionalmente (en este sentido, laicamente) "lo sagrado"; algo que (al decir del filósofo guipuzcoano) ha sido capitalizado hasta el presente por las religiones . Si se busca derrotar intelectualmente al cristianismo, semejante tarea no pasa por desmontar su anclaje ético (es decir, mostrando que un pagano puede ser tan sobrio y caritativo como un creyente), sino por recuperar racionalmente el "poder de manifestación de lo sagrado" ("Apóstatas razonables: (semblanzas)", Madrid, 1990, 24)
Y, ¿qué es lo sagrado?
Lo "inmanejable". "Esa presencia de lo inmanejable que subyace o se superpone a toda realidad instrumentalizable, a ese ámbito separado y resguardado en el que se inscribe y tiembla cuanto ordenadamente manejamos, a lo que nos ha originado, a lo que nos acoge y a lo que nos destruye. Pero, sobre todo, a lo que por esencia no se ignora sin que nosotros podamos ignorarlo, a lo que no nos concede importancia y por eso mismo tiene importancia para nosotros" ("Humanismo impenitente. Diez ensayos antijansenistas", Barcelona, 1990, 198).
Pues bien, concluye F. Savater, cuando se propicia la reconciliación con "lo más íntimo del enigma" o con lo "inmanejable" que anida en cada uno, se lo acaba reconociendo como lo que realmente es: como finalidad sin fin en el arte; como arrebato transgresor en el erotismo; como liberación festiva en la risa; como demolición frenética en la violencia y como desprendimiento, absoluto y jubiloso, en la caridad.
Dicho en "román paladino": lo supuestamente "inmanejable" es conceptualmente "cognoscible" y, en este sentido, "controlable".
"Lo manejable" y "lo inmanejable". Sin embargo, y a pesar del intento savateriano, tanto "lo más íntimo del enigma" como lo "manejable" siguen estando "ahí", en su radical unidad y en su innegable diferencia. Y lo están, urgiendo una explicación que contemple su equilibrio permanentemente inestable, sin rápidas disoluciones de lo uno en lo otro y viceversa.
La teología "católica", al partir de esta unidad, no tiene dificultades en reconocer que es posible una aproximación razonable a eso que, pudiendo ser percibido como "inmanejable", es anticipación en el presente de una verdad final que nos sobrepasa y de la que, a pesar de todo, podemos (y debemos) hablar formulando hipótesis.
Éste es el punto de partida de la teología "católica" que F. Savater no considera en la importancia que presenta: existe lo que nos sobrepasa, lo que no puede ser encerrado en el concepto y lo que, a la vez, nos interpela y concierne y de lo que, sin embargo, necesitamos hablar sin dejar de reconocer, por ello, que es bastante más que toda posible conceptualización, por feliz y lograda que resulte. Existe lo que, sin sacarnos de la finitud, nos interpela y urge: a veces como ausencia, vacío y oscuridad; en otras ocasiones, como anticipación del final, como fugaz plenitud y como palabra iluminadora.
A partir de esta unidad originaria, la teología "católica" busca dar razón de esealojamiento de la luz que no sobrepasa, de esa palabra que nos excede y de esa plenitud que, "inmanejables", nos conciernen y de las podemos hablar sin lograr encerrarlas (por más que lo pretendamos) en el concepto.
Cercanía y lejanía. Hay, por tanto, una cercanía y una lejanía con este intento de recuperar laicamente lo sagrado.
Cercanía, porque se comparte su constatación de que existe "lo inmanejable".
Y lejanía, porque es posible ir más allá de dicha constatación y reconocer en lo "inmanejable" la anticipación de una verdad, de una bondad y de una belleza finales que, a veces, son caricia, aliento e impulso y, en otras, aguijón, provocación y profecía.
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