jueves, 21 de marzo de 2013


Pbro. Jorge Trucco
DOMINGO DE RAMOS

Lc 19,28-40
"Si ellos se callan, gritarán las piedras"

Is 50,4-7
"El Señor viene en mi ayuda por eso no quedé defraudado"
Flp 2,6-11
"No hizo alarde de su categoría de Dios"
Lc 23,1-49
"Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen"


                        San  Pablo  nos dice “tengan los mismos  sentimientos  que Cristo”. La Semana Santa es más que recordar, que “compadecernos” como teniendo lástima de Jesús. Semana Santa es “sentir”, tener los  mismos sentimientos que Jesús. Él vivió todo el drama del hombre, un día aplaudido y otro día criticado, vivió nuestras luchas. El  drama  de Jesús  es el drama de la Iglesia, su Cuerpo, que sigue sufriendo  por la condena de los de “afuera” y la traición de los “de adentro”.


                        Jesús es proclamado Rey. Muchos, también los discípulos, lo entienden al modo humano, lo quieren rey como una forma de acceder al  poder  para usarlo como dominio sobre los demás. Pero Jesús se presenta como un REY DE MANSEDUMBRE Y DE PAZ, (montado en un burrito y no en un  caballo...) Es el drama de la historia  de la humanidad, dividida entre amor y odio, guerra y paz, dominio y servicio... En esta Jornada por la Memoria por la Verdad y la Justicia corremos el riesgo de alimentar el odio o de olvidar lo que nos pasó. En ambos casos podemos volver a generar nuevos torturados (trabajo esclavo, trata de personas, tráfico de drogas) y nuevos desaparecidos (enfermos, olvidados, excluidos de la sociedad, niños y jóvenes “desaparecidos” frente a las computadores o televisores para que no molesten). Ante el drama de la vida estamos tentados de buscar MESIANISMOS SALVADORES corriendo el riesgo, como aquellos discípulos que hoy contemplamos en el Evangelio, de ESPERAR TODO DE ARRIBA: cruzamos de brazos y decir: “¡qué sea lo que Dios quiera!”


Los cristianos tenemos una manera particular de vivir la Memoria y la Justicia. Sabemos que Dios no va a manifestar su voluntad si nosotros no hacemos nuestro aporte. La “Pasión” de Jesús no es PASIVA. Jesús echa en cara a Pilatos su autoritarismo, les hace ver a los Sumos Sacerdotes su pecado, responde al servidor de Caifás, no rompe su silencio ante las ofertas de Herodes. Reclama justicia, pero sin engendrar violencia.


SEMANA SANTA es para que fijemos los ojos en Jesús. No el Jesús que nosotros nos fabricamos, el del populismo milagroso, el del Hollywood (por ejemplo la película la Pasión…); sino en el Jesús que nos muestra el Evangelio: que asume el camino de la Cruz para ser constructor de la Paz desde la instauración del Reino de Dios. Así reina nuestro Rey. Tomó la condición de servidor, haciéndose  como  un hombre cualquiera.


La pasión de Jesús es auténtica. Como la de tantos hombres y mujeres a lo largo de la historia y en nuestros días. La Pasión, como el dolor, no tiene la última palabra Tampoco la única. No la tiene si se le encuentra sentido: si se sufre por alguien y con alguien, para alguien. La Pasión del Señor no es una tragedia, sino el acontecimiento que imprime a la historia la fuerza necesaria del proyecto salvador para todos los hombres. A la vez, nos explica que Jesús dio a su muerte un sentido de entrega y de fidelidad a Dios, pero para que Dios fuera siempre el Dios de los hombres.


Hoy nos hemos olvidado los ideales y pasamos a ser “pragmáticos” (es decir, buscar resultados eficientes y rápidos sin tener en cuenta el ideal, el “valor”).Cuando se pierden valores como la honestidad, la justicia, la verdad, vamos creciendo en un clima de corrupción y en la falsa seguridad de que todo funcionará bien. Tarde nos daremos cuenta que estamos construyendo un ídolo con pies de barro. Jesús no se acobarda y es coherente hasta el final, por eso es fiel a la voluntad del Padre Dios.


                        Jesús cumple la Voluntad de Dios. No, como muchas veces se interpreta, de marchar a la muerte, sino de exponer claramente su mensaje y no ceder ni ante las amenazas ni ante los halagos. Jesús no impone su mensaje (el Evangelio impuesto no sirve para nada) pero se mantiene firme hasta el final.


¿A qué Jesús seguimos? al de Hollywood o al que se juega la vida
por el Reino de Dios y su justicia?


                        La ramita no es un amuleto, es el COMPROMISO de la COHERENCIA y de la PAZ  en el  esfuerzo de la cruz más que en el festejo de imponer nuestras ideas. Tener la ramita de olivo en casa nos recuerda la coherencia de Jesús hasta las últimas consecuencias. ¿Bastante comprometida la ramita?...

                        

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