jueves, 14 de marzo de 2013


Pbro. Gabriel Martín Ghione
Homilía V Domingo de Cuaresma: 
Más que arrojar la primera piedra, 
dar el primer paso

Queridos hermanos nos encontramos ya casi en el desenlace de la cuaresma. La liturgia nos presenta unas lecturas hermosas para meditar y convertirnos.

Sin duda una noticia acaparo toda nuestra atención: uno de los nuestros ha sido elegido para guiar a la Iglesia en este tiempo de la historia. Recemos por él para que con valentía afronte este servicio que se le pide.

La primera lectura por boca de Isaías 
Dios nos invita a la esperanza: está haciendo algo nuevo, algo está germinando ¿somos capaces de darnos cuenta?, a la vez que nos invita a no recordar las cosas pasadas y antiguas. Hay que caminar, nos pedía Francisco en la homilía de la Capilla Sixtina, no detenernos, no inmovilizarnos. Es tiempo que como Iglesia abandonemos todo aquello que no condice con el Evangelio: la prepotencia, la soberbia, el autoritarismo, la falta de diálogo, el tradicionalismo vacío, la indiferencia. Es hora de asumir el diálogo, la sencillez y la humildad, la pobreza: externa e interna. Dios quiere hacer cosas nuevas, quiere renovarnos, quiere que abandonemos las estructuras caducas de los privilegios y títulos y asumamos los valores evangélicos. Pero no nos engañemos, no pensemos que esto es algo solamente de la “jerarquía de la Iglesia”, es un trabajo que todo discípulo de Jesucristo debe asumir, un proceso de sencillez y simpleza, que marque toda nuestra vida, que marque nuestro modo de relacionarnos. De nada sirve que externamente nos presentemos de una manera simple si internamente estamos llenos de ambición y prepotencia. De nada sirve que le pidamos a otro, algo que nosotros no estamos dispuestos a dar.

En la segunda lectura Pablo 
nos ha enseñado que ha sacrificado todas las cosas a las que considera un desperdicio por Cristo. Y él, ha sacrificado: títulos, privilegios, puestos, maneras de pensar y proceder. ¿Nosotros qué deseamos abandonar por ser más fieles a Cristo? Y como siempre Pablo nos invita a correr, a lanzarnos hacia adelante, a no mirar para atrás. ¿Estamos dispuestos realmente a los cambios que se necesitan? ¿Dispuestos a abandonar privilegios y pautas de acción egoístas? ¿Qué es lo que sacrifico por Jesús? ¿Cambia algo en mí su seguimiento?

En el Evangelio 
Jesús marca una pauta de conducta de todo discípulo. No arroja la primera piedra, reconoce su propia situación de pecado. ¿Cómo llamarnos cristianos si juzgamos a todo el mundo y separamos constantemente los justos de los pecadores? A veces queriendo condenar el pecado matamos al pecador, no somos capaces de distinguir la persona de su accionar, olvidándonos de la misericordia condenamos a muerte por lapidación a tantos hermanos nuestros, arrojando sobre ellos una fuerte carga social, palabras lacerantes y prejuicios injustificados. Lo más triste es cuando lo hacemos en nombre de Cristo.

Señor cuanto tengo que convertir en mi corazón, necesito tu gracia, que ella me guíe y ayude para no permanecer atado a títulos y honores, a no estancarme en el servicio, a no convertirme en juez de mis hermanos, en ser una servidor sencillo y cercano, un hermano de todos, un hijo del Padre misericordioso.
 

Pbro. Gabriel Martín Ghione
Skipe: ghione.gabriel.martin

"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5

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