FACULTAD DE DERECHO
Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad Católica de Córdoba
Estimados integrantes de la comunidad
académica
El próximo domingo termina la Semana
Santa y empieza la fiesta más importante para los cristianos: la Pascua, en
la que la Iglesia anuncia la Resurrección de Jesús y recuerda que se apareció
a sus discípulos. Es indudable que la de este año tiene una trascendencia muy
especial, porque está marcada con el signo de la esperanza. Especialmente la
que inspira para católicos y no católicos, este nuevo papado, el de Francisco
I.
Por eso, en estos tiempos de reflexión,
y en el afán de aportar nuevos elementos para dimensionar su significación,
nos pareció importante compartir con Uds. la importante contribución que para
su mejor contextualización, realizara Urbano Valera sj desde la página
“pastoralsj” (Enlace
aquí).
“Los jesuitas tenemos una larga
tradición de «servir a la Iglesia bajo el Romano Pontífice», tan larga como
nuestra propia historia. Para eso fuimos fundados y en ello hemos permanecido
siempre, aun en el período de tiempo en que la Compañía de Jesús estuvo
formalmente suprimida por disposición del papa Clemente XIV (1773-1814). Es
algo que pertenece a nuestro código genético, que hemos conservado y
transmitido celosamente de generación en generación, lo que, en expresión
temprana de san Ignacio de Loyola, constituye nuestro principio y principal
fundamento. Por ello el empeño de «en todo amar y servir» a «la nuestra santa
madre Iglesia jerárquica» ha estado, está y estará siempre vivo y ardiente en
nuestro afán.
En cambio, gobernar la Iglesia
no ha estado nunca presente en nuestro horizonte vital. Más bien, lo
contrario. Se nos ha educado insistentemente para «no pretender fuera de la
Compañía prelación o dignidad alguna, ni consentir a la elección de su
persona, en cuanto de ellos depende […] conforme a nuestra profesión de
humildad y bajeza». No es verosímil que ninguno de nosotros hubiera barajado
en serio la posibilidad de que un jesuita llegara a ser papa, ni ahora ni
nunca. Y, si llegara a serlo, ¿qué podría aportar a la Iglesia un papa
jesuita?
Algo (o mucho) de lo aprendido
y vivido como jesuita. En primer lugar, la convicción absoluta de que es Dios
quien ha comenzado la historia de salvación de la humanidad y es solo Él
quien ha de llevarla adelante hasta su consumación plena. Una propuesta de
vida cristiana en seguimiento de Jesús, que se ha mostrado a lo largo de
siglos y se está demostrando en esta hora de la Nueva Evangelización,
sumamente luminosa y alentadora para abrir el camino a Dios, como lo único
necesario, en la propia vida y en la vida de los demás. Una viva sensibilidad
para captar las carencias y necesidades de la humanidad y un deseo ardiente
de salir a su encuentro y remediarlas, con un servicio esmerado y
cualificado, el de la caridad y la justicia. Y todo ello con la más limpia y
recta intención de «ayudar y servir, sin algún otro interés» (Ignacio de Loyola).
Ya sería bastante”.
Tengamos todos unas muy felices
Pascuas de Resurrección!
Carlos F. Ferrer
Jorge F.
Villalba Marcelo J.
Carranza Mariela Zanetta-Magi
DECANO SEC.
TÉCNICO SEC.
TÉCNICO PROSEC.
TÉCNICO POSGRADO
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miércoles, 27 de marzo de 2013
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