Diácono Lucas Trucco
Domingo V de cuaresma –ciclo C-
Así habla el Señor: “…No
se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas; yo estoy
por hacer algo nuevo; ya está germinando, ¿no se dan cuenta?” Grandes
palabras del profeta Isaías para un pueblo que pasaba la peor, o una de las más
grandes, de sus crisis. Con estas palabras sentimos que Dios nos ama y se
acuerda de nosotros, sentimos que esta ahí esperándonos. Y nos alegramos que se
acuerde de los tristes y afligidos. Pero siempre se acuerda de nosotros; porque
estas son las palabras que cada día él nos anuncia en lo sencillo de la vida.
Solo hay que ver todas las “grandes cosas
que hace el Señor por nosotros”.
Pero es más fácil mirar atrás y lamentarse. Mirar atrás y
decir que siempre fue así, que nunca aprendemos, que eso ya pasó y nada va a
cambiar. Y resuena nuevamente la voz profética que dice: “Olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante y corro en
dirección a la meta”.
La justicia que me mueve es la fe en Jesús. No me mueve el
poder ni el querer ser lo que no soy. Estamos llamados a ser profetas que
anuncien el amor de Dios.
¿Quién nos nombro jueces de nuestros hermanos? ¿Quién dijo
que podíamos cargarle piedras en la espalda, o apedrearlas con culpas y pecados
que inventamos en nombre de la justicia divina? ¿Quién dijo que somos puros,
dignos y solos los curas, obispos, cardenales o papas pueden decir que esta
bien o mal o que hay que hacer? Jesús condena a los que se volvieron jueces y
decidores de la vida de sus hermanos. Jesús condena a los que se creen que el
poder es mandar en nombre de Dios. Él no vino ni a mandar, ni a juzgar. Vino
para amar. Para levantar a los caídos. Para salir a buscar a los pobres y
ayudar a cargar las cruces de cada día. Ser discípulo de Jesús es amar y ayudar
a los hermanos y hermanas. Ser discípulo de Jesús es anunciar su amor. Ser
discípulo de Jesús es acercar la gente a Dios, no alejarla con leyes injustas y
deshumanizadoras. Ser discípulos de Jesús es saberse un simple servidor y no
patrón de estancia.
No espero cambiar el mundo. Espero cambiar yo. Y así como
descubrí que la fe en Jesús es lo que me hace feliz. Espero que siendo
discípulo fiel otros sean felices caminado juntos. No voy a mirar atrás ni
dejare de caminar. Voy a ser feliz totalmente yendo hacia adelante.
Enséñame María a ser
un soñador realista, servidor de los hermanos y hermanas como Jesús y no un
desesperanzado cumplidor y seguidor de leyes y estructuras caducas.
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