viernes, 1 de marzo de 2013


Elecciones de papas. 
Tradiciones del Cónclave
Frei Betto



 En el próximo cónclave los cardenales electores serán 61 europeos, 19 latinoamericanos, 14 norteamericanos, 11 africanos, 10 asiáticos y 1 de Oceanía. El candidato electo debe tener al menos 2/3 de los votos. Italia es el país con mayor número de electores, con 21 cardenales. Y 5 son brasileños. Pero dichos números pueden variar, dependiendo de la fecha de apertura del cónclave. El cardenal alemán Walter Kasper, por ejemplo, cumple los 80 años el 5 de marzo.

La fecha de inicio del cónclave es importante, porque la Semana Santa de este año comienza el 24 de marzo, que es el Domingo de Ramos, seguido por la fiesta de Pascua el 31 de marzo. Para tener un nuevo papa antes del período litúrgico más solemne del calendario de la Iglesia tendría que ser elegido antes del 17 de marzo, dado que debiera de celebrar la misa de entronización en un domingo. Dado lo apretado del plazo, las especulaciones hacen pensar que las votaciones tendrían que iniciarse hacia el 10 de marzo.

Una vez elegido, el nuevo papa deberá escoger un nuevo nombre. Esa tradición viene del año 533, cuando un sacerdote llamado Mercurio fue elegido obispo de Roma. Considerando que Mercurio era un nombre pagano, inadecuado para un papa, él adoptó el nombre de Juan II. Hasta entonces los papas eran llamados sencillamente por su nombre de bautismo.

Benedicto 16 fue elegido, en el 2005, tras una elección rapidísima, apenas 24 horas después de iniciado el cónclave, tras cuatro escrutinios.

En el siglo 20 el cónclave más breve fue el que eligió a Pío 12, el 2 de marzo de 1939. También duró 24 horas y tres escrutinios. El más largo fue el que eligió a Pío 11, el 6 de febrero de 1922, que duró cuatro días y 14 escrutinios.

Juan Pablo II, que dirigió la Iglesia Católica durante 26 años y cinco meses, fue elegido en 48 horas y ocho escrutinios, el 16 de octubre de 1978. Le precedió Juan Pablo I, elegido en 24 horas y cuatro escrutinios.

El pontificado más largo de la historia de la Iglesia, a excepción del apóstol Pedro, fue el del papa Pío 9°, que gobernó la Iglesia de 1846 a 1878 -31 años, 7 meses y 17 días.

El primer cónclave del siglo 20 eligió a Pío 10, hoy canonizado, en agosto de 1903, tras cuatro días de votaciones. Considerado también papable, el cardenal Mariano Rampolla, que había sido secretario de Estado del papa León 13, vio vetada su elección por el emperador de Austria, Francisco José I, que como monarca católico tenía derecho a intervenir en el cónclave. Rampolla fue castigado por su política de respaldo a las aspiraciones eslavas que fermentaban en los Balcanes. Fue la última intromisión explícita del poder civil en una elección papal.

A Pío 10 le sucedió Benedicto 15, elegido el 3 de setiembre de 1914, después de tres días y diez escrutinios. Ratzinger adoptó el nombre de Benedicto 16 en homenaje al pastor dispuesto a buscar la paz durante el período en que Europa se ensangrentaba en la Primera Guerra Mundial. Y le sucedió Pío 11 en 1922.

Juan 23, elegido a los 77 años, el 28 de octubre de 1958, después de tres días de cónclave y diez escrutinios, ocupó el papado apenas cinco años pero promovió una verdadera revolución en la Iglesia Católica al convocar por sorpresa el concilio Vaticano II.

El período más largo con el trono de Pedro vacío duró tres años, siete meses y un día, entre el 26 de octubre del 304 (muerte del papa Marcelino) y el 27 de mayo del 308 (elección del papa Marcelo I).

La costumbre de encerrar con llave (de donde procede la palabra cónclave) a los cardenales electores comenzó en la ciudad italiana de Viterbo en 1271. El papa Clemente IV había muerto en 1268, y pasados casi tres años aun no habían elegido sucesor los 17 cardenales. El pueblo de Viterbo, para apresurar la decisión, quitó el tejado del local en donde los prelados se reunían y los obligó a alimentarse sólo con pan y agua. Pronto fue elegido Gregorio 10, que dio la norma de enclaustramiento del colegio cardenalicio.

Hoy día el aislamiento de los cardenales trata de evitar la intromisión del poder civil y la eternización de los debates que preceden a los escrutinios. Sin embargo, dadas las tecnologías actuales de captación del sonido a distancia, no es improbable una escucha remota del cónclave.

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