Ceremonia con contenido social en Alto Alberdi
La parroquia de San Jerónimo sorprendió anoche con un Cristo haitiano y un Calvario temático. Crecen las representaciones barriales para Viernes Santo.
Cristo negro. El haitiano Davidson Fleuribus cargó la cruz de Jesús por las calles de Alto Alberdi. Su actuación emocionó a los fieles (Facundo Luque/La Voz).
La madre de Jesús fue interpretada por una mujer afroperuana (Cristo negro. El haitiano Davidson Fleuribus cargó la cruz de Jesús por las calles de Alto Alberdi. Su actuación emocionó a los fieles .
“Quien quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo y cargue con su cruz de cada día”, arengó el padre Horacio Saravia, en el atrio de la iglesia de San Jerónimo.
Con la admonición de San Lucas dio comienzo el Vía Crucis de dicha parroquia, poco después de las 20.30. La luna brillaba en todo su esplendor y acentuó la mística de la principal celebración del Viernes Santo.
El peregrinaje crucial partió de La Rioja y Silvestre Remonda, y desde ahí recorrió las principales arterias de Alto Alberdi. Los vecinos se iban sumando de manera espontánea y además se mezclaban con los hinchas que concurrían al partido de Belgrano con Arsenal.
En este Vía Crucis temático, las 14 estaciones tuvieron un fuerte contenido social. Cada parada fue cristalizando los dramas comunes a las clases bajas, aunque tampoco son patrimonio de estas: ser pobre, ser inmigrante, ser mujer golpeada, niño abusado o anciano abandonado. También ser víctima de la droga, las enfermedades y la marginación. Si Cristo viviera, ese sería su entorno.
Decisión conjunta. Pero lo que más llamó la atención, e incluso causó cierto azoramiento inicial, fue que Jesús estuviera representado por un joven de color. Y su madre, la Virgen María, por una afroperuana de rostro y cabellos intensamente oscuros.
“La decisión de que fuera un negro partió de la propia comunidad, porque ese pueblo sufre tremendas hambrunas y persecuciones”, adelantó el sacerdote, en referencia al haitiano Davidson Fleuribus.
Lejos de molestarse por la palabra “negro”, Davidson se siente “más cómodo” cuando le dicen así.
Representó al Salvador con marcada plasticidad caribeña. El estoicismo con que cargó la gran cruz de madera, y la manera con que se derrumbaba bajo el peso de ésta y del martirio físico y emocional, arrancó lágrimas del público.
“Yo estaba predestinado, para asumir este rol”, se alegró Fleuribus, quien estudia matemáticas en la UNC. Su nombre de pila significa “hijo de David”, la casa judía a la cual pertenecía Jesús.
Pilatos es blanco. Fuera de ello, el casting obedeció a la mera realidad barrial. En el tradicional y populoso enclave aledaño al cementerio conviven cordobeses, norteños y peruanos, y ahora también hay afro descendientes. Esta minoría buscó asentarse donde no tuvieran problemas. Tan rápido los incorporaron, que un haitiano “con la misma edad de Cristo”, es el primer Jesús negro en la historia oficial de Córdoba.
Pero esa, y la de María interpretada por la incaica Benedicta Lavalle, fue la única salvedad racial. Una “celebridad” local, el rubicundo periodista Jorge “Galleta” Kelly, encarnó al antipático Poncio Pilato. Al gobernador romano en Judea le tocó escoger quién sería sacrificado, si Jesús o el criminal Barrabás. Pilato esquiva el bulto y cede la decisión al pueblo, quien salva a Barrabás y condena a Cristo. Esta es la primera, pero poco advertida señal de que las mayorías suelen equivocarse, y cómo. La alusión al “lavado de manos”, y la necesidad de responsabilizarnos por lo que sucede a nuestro alrededor, quedó marcada a fuego en el público apiñado en Remonda y avenida Colón.
Muerte y resurrección. A medida que se sucedían las estaciones, fue aumentando la violencia de los carceleros y las referencias a los calvarios actuales. También se acentuaban las muestras de reconocimiento por parte de la muchedumbre. Jesús es crucificado y abandonado a su mala muerte. “La miseria, la injusticia y el despojo son las tinieblas de ayer y de hoy”, recitó el padre Saravia, ya ante las puertas del Cementerio San Jerónimo. Allí la municipalidad montó un retablo especial, digno de la escena culminante de la Pasión.
A más de 1500 años de teatralización, el regocijo de los fieles cuando Cristo resucita con un mensaje de esperanza y salvación, sigue conmoviendo al más duro e incrédulo de los espectadores.
En los barrios, las demostraciones de fe han crecido de manera palpable. Ayer se realizaron más de 20 diferentes Vía Crucis, casi todos con una interpretación en tiempo presente de las angustias cristianas y la caridad como única alternativa a la iniquidad.
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