viernes, 4 de enero de 2013


Pbro. Gabriel Martín Ghione
Homilía Solemnidad Epifanía del Señor. 
Una luz que ilumina nuestro año

Celebramos hoy la manifestación del Señor y la apertura universal de la salvación: Dios quiere que todos los hombres se salven y la consecuencia de ello, es el anuncio y la recepción de la Buena Noticia, más allá del pueblo de Israel.

Muchas veces, ponemos el centro de la atención sobre detalles ilustrativos de ciertas narraciones, de tal manera que cuando se explican de otra manera “corre peligro nuestra fe”.

En el relato del Evangelio de hoy, se presentan magos que van detrás de una estrella. Y podemos pensar que hay que centrar toda nuestra atención hacia la estrella que guía y acompaña el caminar de los magos. Lo curioso de este pasaje es confrontarlo con la primera lectura. En ella hay una luz que guía a las naciones, todas las naciones caminaran en la presencia y compañía del Dios de Israel. En cambio en el Evangelio los que profesan la Fe del Dios de Israel no saben descubrir los signos (la estrella-luz), en cambio los otros pueblos “paganos” son los que presentan y adoran al rey de Israel. El contenido más importante de este pasaje es la universalidad de la fe. Dios abre las puertas a todos y los primeros en ingresar son los que estaban más lejos, según la mentalidad de algunos israelitas, de la fe.

Como creyentes a nosotros nos puede pasar exactamente lo mismo, pensar que “los otros” tienen una fe inferior y superficial, una fe supersticiosa. Sin embargo somos nosotros los que no sabemos reconocer los signos de Dios, sus manifestaciones. Somos nosotros los que cerrando las puertas a los demás nos quedamos afuera, nuestras actitudes muchas veces alejan en vez de acercar, son paredes en lugar de puentes. Es necesario un cambio de mentalidad, es urgente revisar los modos de nuestras acciones pastorales. ¿Somos universales?, nuestros corazón ¿está abierto a lo nuevo y a los nuevos?, en lo familiar y social ¿somos capaces de aceptar lo distinto?

Pero además en este comienzo de año me parece importante que nos dejemos guiar por Dios, iluminar por él. Hay cierta desorientación y falta de horizonte que nos desgasta y perturba. Quizá sea necesario dar un paso más en la comprensión de nuestro proyecto orientador de vida. Elegir una vocación desde Dios no es suficiente, día a día hay que crecer y madurar en el modo de vivirla en lo concreto, debemos fijarnos objetivos y metas, cultivar una utopía que nos impulse a caminar y no nos deje estancados, inmóviles. Es curioso observar cómo nos planteamos metas a nivel laboral, económico, edilicio pero estamos paralizados para plantearnos metas a nivel humano-familiar-cristiano. La cultura individualista y subjetivista reinante no nos ayuda a plantearnos superaciones personales-comunitarias. Al vivir desde lo que sentimos o desde lo que pensamos sin permitir que nadie nos presente otro modo de pensar u otros criterios para valorar nos empobrecemos enormemente. Todo queda reducido a lo que podemos ver y sentir cuando la realidad siempre es mucho más amplia.

A nivel eclesial es más fácil construir un aula de catequesis que renovar el itinerario catequético, levantar una Iglesia que hacer comunidad. Nuestra mirada está fija solo en aquellas cosas que consideramos importantes sin valorar o pesar procesos personales y comunitarios, nuevas perspectivas y miradas. El peso del siempre se hizo así y los “privilegios” ganados son jerarquizados por encima de los criterios evangélicos.  También estamos estancados y corremos el peligro de matar lo que el Espíritu anima a vivir. Volvamos al Evangelio, volvamos a la alegría de contemplar al niño y ofrecerle nuestros dones, dejémonos guiar por Dios aunque tengamos que abandonar tantos modos y estructuras caducas que solo sirven para alimentar un miedo paralizante, un cerrazón que impide de salir al encuentro.



Skipe: ghione.gabriel.martin

"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5

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