sábado, 5 de julio de 2014

RECORDARON A LOS TRES CURAS Y A LOS DOS 

SEMINARISTAS PALOTINOS ASESINADOS POR LA 

DICTADURA

En la memoria de su pueblo y su iglesia

Hubo homenajes en la iglesia de San Patricio de Belgrano R, en la que fueron asesinados hace 38 años, y en Mercedes, donde comenzaron su vida pastoral. En calles de esa ciudad bonaerense se colocaron tres placas con los nombres de cada sacerdote.
 Por Gustavo Veiga

Si la última dictadura asesinó a los curas palotinos en el barrio porteño de Belgrano R, fue mucho antes, en Mercedes, donde sus vidas pastorales habían cobrado sentido. Por eso, ayer, los principales actos por el 38º aniversario del crimen contra Alfredo Kelly, Alfredo Leaden y Pedro Dufau y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti se desarrollaron en esa ciudad bonaerense. Ahí también nació el genocida Jorge Rafael Videla y santificó su política el ex obispo de la diócesis local Emilio Ogneñovich. De esa prédica ultramontana sólo quedan residuos nostálgicos. La que se conserva joven es otra memoria, la de todos aquellos que les brindaron un homenaje a los religiosos de origen irlandés. Los actos tuvieron lugar en la iglesia mercedina de San Patricio, su homónima de la calle Estomba y Echeverría, más el cementerio donde yacen los restos de los sacerdotes. Hubo emotivos discursos y se colocaron tres placas en las calles de Mercedes con los nombres de cada uno de ellos.
El templo de 72 metros de altura, inaugurado el 17 de marzo de 1932 en la intersección de 14 y 21, fue el punto de encuentro para evocar la historia de compromiso de las víctimas. Es uno de los dos más importantes de la ciudad. El otro es la catedral. En su interior, muy cerca del altar, se colocaron las cinco fotografías de los religiosos y las de otros desaparecidos de la ciudad. Las imágenes rodeaban la cabecera del templo desde donde hablaron el diputado nacional Eduardo “Wado” De Pedro, el intendente local Carlos Selva, integrantes de la Comisión de la Memoria de Mercedes y el actual obispo de Mercedes-Luján, Agustín Radrizzani, y el párroco Tomás O’Donell.
El legislador, nacido en Mercedes, se quebró más de una vez. Recordó que había pasado por el jardín de infantes, la primaria y la secundaria del colegio que lleva el mismo nombre que la iglesia. Una delegación de 160 estudiantes participó junto al rector del establecimiento. Un gaitero vestido con el tradicional kilt, la pollera escocesa, matizó con su música las palabras de cada orador. Hubo discursos en el exterior y en el interior del templo al que, curiosamente, el ultraconservador Ogneñovich le había concedido el status de capilla en la década del ’80. El mismo que bendijo el terrorismo de Estado del régimen cívico-militar.
“Habían reunido muchas veces a los jóvenes para que también ellos, con sensibilidad social, acudieran para ayudar”, recordó a los palotinos el obispo Radrizzani. También describió que “en ese momento yo estaba en La Plata y venían a verme los familiares de aquellos que iban desapareciendo y que a veces aparecían asesinados en la cárcel. Recuerdo la Noche de los Lápices, y como sacerdote jovencito, que la gente quería pacificar, que no existieran más muertes ni hubiera más enfrentamientos. Y la muerte de los palotinos para mí fue un testimonio de vida de aquellos que habían dado la vida por el prójimo...”
Varios centenares de personas cubrían la nave principal de la iglesia cuando se desarrolló el homenaje principal. El padre Tomás insistió con que debe seguir “buscándose la verdad y quiénes fueron los autores”, aunque hayan transcurrido 38 años del asesinato que sólo investigó con rigor e independencia el periodista Eduardo Kimel, autor del libro La masacre de San Patricio, fallecido en febrero de 2010. También hablaron en el acto los integrantes de la Comisión por la Memoria de Mercedes, María Silvia Fasce, Arturo Bojorge y Oscar Apezteguía.
Por la tarde, los homenajes siguieron en el cementerio local, donde están sepultados los restos de Kelly, Leaden y Dufau. Este último era oriundo de Mercedes. Allí volvió a hablar el padre O’Donell. También Ricardo Kelly, el hermano del religioso, quien destacó la tarea de Kimel. Se colocaron ofrendas florales sobre las tumbas de los palotinos. En Belgrano, en la parroquia de la calle Estomba y Echeverría, se ofreció una misa como todos los años. En la porteña San Patricio, la noche del 4 de julio de 1976, fueron asesinados de varios balazos los tres palotinos junto a los seminaristas Barbeito y Barletti.
El organista de la iglesia, Rolando Savino, de 16 años, fue quien descubrió los cinco cadáveres. Como nadie les abría la puerta a los feligreses más madrugadores que esperaban por la misa dominical, él se introdujo por una ventana. Los asesinos habían escrito a mano un mensaje, como para que no quedaran dudas desde dónde lo hacían: “Por los camaradas dinamitados en Seguridad Federal. Venceremos. Viva la Patria”.
Hoy, aunque los victimarios continúan impunes, el crimen de los palotinos se mantiene vivo en la memoria de la sociedad de Mercedes, en los actos, los discursos, las placas y también en el aporte que significó saber que la historia de la masacre llegó a las escuelas. La película documental 4 de julio, de Pablo Zubizarreta y Juan Pablo Young, se distribuyó en varios establecimientos educativos de la ciudad como parte de las evocaciones realizadas a 38 años del asesinato cometido por una patota de la ESMA.

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