viernes, 20 de febrero de 2015

Eva no nace de una costilla. Guión de telefilme sobre el Génesis

Juan Masiá, s.j.



(Pregunta n.7 del Cuestionario del Sínodo: 
“¿Cómo se utiliza la enseñanza de la Escritura en la pastoral con las familias para alimentar una pastoral valiente y fiel?”, 
cf. Relatio Synodi n. 15: ”matrimonio primordial, Adán y Eva”).

Acostumbrados a la tele, sabemos que no es lo mismo una retransmisión en directo de una boda de príncipes y un telefilme inspirado en su biografía. Nadie confundirá a los actores con la persona misma de los príncipes. Nadie confundirá las fotos de los mejores momentos del telefilme con las del reportaje en directo del acontecimiento.
Hace más de medio siglo que los estudiosos católicos dejaron de leer el Génesis a la letra, como si fuera una descripción de la Creación y no una manera de decir verdades de fe a través de la ficción mitopoética. Pero todavía se encuentran mentalidades pre-críticas, literalistas y fundamentalistas que citan la Biblia como si fuera un mail enviado desde los cielos con un archivo adjunto de video sobre lo que pasó en la creación del mundo, en la emergencia del diluvio o en la salida del pueblo hebreo de Egipto por el Mar Rojo. Los relatos del Génesis no son retransmisiones en directo, ni pura ficción, sino narraciones que sugieren verdades por medio de la ficción.
Esbocemos un guión de telefilme sobre el Génesis, basado en una relectura teológica de hermenéutica renovada.
Tres frases-clave de las escenas principales son las siguientes:
Gen 1, 27: Hembras y varones los creó Dios (a través de la evolución de las especies).
Gen 2, 18: No conviene que los humanos vivan solos (apóyense mutuamente, cual compañía digna y ayuda idónea: ezer kenegdo, en pareja).
Gen 2, 23: Eres de carne y hueso como yo (“tú eres tan carne, cuerpo y persona como yo”, se dijeron mutuamente los homo sapiens al abrazarse cara a cara y hacer el amor de frente),
Anotaciones para el guión:
Primera temporada: Del bosque a la llanura, panorama de australopitecos, antecesores del homo sapiens, etc. Se destacan primeros planos de Evas y Adanes bañándose en el río. El eco repite una voz en off: Hembras y varones los creó Dios. Cambio de cámara a la clase de teología del cardenal Kasper; en el power point, el texto: “Hombres y mujeres poseen la misma dignidad. No hay lugar para la discriminación”.
Segunda temporada: Escenas de Adán cortando leña y domesticando animales. Pero está solo. Escenas de Eva cortando leña y domesticando animales. Pero está sola. El eco repite una voz en off: “No es bueno que Eva esté sola, no es bueno que Adán esté solo”. Cambio de cámara al primer plano del doctor Kasper en clase: “El ser humano no fue creado comosingle, solo. Han sido dados por Dios los unos a los otros. Deben sostenerse mutuamente” (W. Kasper, El Evangelio de la familia, SalTerrae, 2014, p.23).
Tercera temporada: Adán dominando a unos animales. Fatigado se echa a descansar y se queda dormido. Tiene un sueño machista. Sueña que de su costilla nace una Eva que se queda agachada a sus pies, sumisa. Pero cuando Adán se va a echar sobre ella, se le escapa y, en ese momento, Adán se despierta. Mira al suelo donde creía que estaba Eva, pero allí no hay nadie. Cambia el enfoque de la cámara a una clase del Instituto Bíblico. Un exegeta y psicoanalista, explica: “Lo de la costilla no es una retransmisión en directo de la creación de Eva, sino una escenificación del sueño machista de Adán, de cómo querría Adán justificar su ideología machista con el mito de la costilla. En el sueño aflora el subconsciente de Adán, que querría una Eva a su medida, salida de su costilla, carne de su carne y sumisa. Pero el día que se encuentre frente a frente con la auténtica Eva tendrá que reconocer que ella es tan de carne y hueso como él, ella es tan carne, cuerpo y persona como él. Ambos han sido creados a imagen y semejanza divina a través de la evolución de las especies”.
Cambia la cámara a un claro del bosque, entra por la izquierda Adán y por la derecha Eva. Se quedan deslumbrados y se abrazan cara a cara, diciéndose mutuamente: “Tú eres yo y yo soy tú, estamos destinados a hacernos uno”.

Cambia la cámara al Sínodo de los Obispos, recorre la sala y se centra en un primer plano del cardenal Kasper, que dice: “Cuando Pablo habla de un matrimonio en el Señor, esta expresión convierte la sumisión unilateral de la mujer al hombre en una relación recíproca de amor que caracterizará toda clase de relaciones familiares, la diferencia no cuenta ya para quienes son uno en Cristo (Gal 3, 28)” (op. cit., 41-42. ¡No se pierdan este magnífico librito del cardenal Kasper!).

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