¿Qué significa la pregunta del título? Cuando indagamos acerca del origen del lenguaje humano, tenemos que dejar en claro adónde apunta exactamente la pregunta. La pregunta no es cómo los lenguajes se fueron desarrollando gradualmente hasta adquirir los formatos que tienen en el mundo de hoy. La cuestión es, más bien, cómo la especies humana se desarrolló a lo largo del tiempo de tal manera que fue capaz de desarrollar la facultad del lenguaje, a diferencia de sus parientes más cercanos, los chimpancés o los bonobos.
¡Qué avance impresionante fue ese! No existe ningún otro sistema de comunicación que se pueda comparar con el lenguaje humano. Esta facultad es capaz de expresar pensamientos sobre un número ilimitado de temas (el tiempo, la guerra, el pasado, el futuro, las matemáticas, chismes, cuentos de hadas, cómo reparar el lavaplatos...). El lenguaje puede ser usado no solo para transmitir información sino también para solicitarla (preguntas) y para dar órdenes. A diferencia de los sistemas de comunicación de otros animales, contiene una expresión de negación. Toda lengua humana tiene un vocabulario de decenas de miles de palabras, elaboradas a partir de pocas docenas de sonidos de lenguaje (fonemas). Los hablantes pueden construir un número ilimitado de oraciones con esas palabras y con una cantidad relativamente pequeña de prefijos y sufijos, y luego los significados de las oraciones se construyen a partir de los significados de las palabras individuales. Lo más notable de todo esto es el hecho de que todos los niños normales aprenden el sistema completo oyendo a los demás hablantes e interactuando con ellos.
En contraste, los sistemas de comunicación de los animales tienen típicamente unas pocas docenas de llamadas diferentes, que son usadas solo para comunicar temas inmediatos, como comida, peligro, amenaza o reconciliación. Muchos de los tipos de mensajes que son transmitidos por el sistema de comunicación de los chimpancés tienen su contraparte en el lenguaje corporal humano. Para animales que emplean combinaciones de llamadas (como algunas aves canoras y algunas ballenas), los significados de las combinaciones no están hechos con los significados de sus partes (por más que no se han estudiado aún todas las especies). Y las tentativas de enseñar a los primates alguna versión del lenguaje humano, aunque fascinantes, no han producido sino muy rudimentarios resultados, de modo que las propiedades del lenguaje humano son únicas en el mundo natural.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Todas las lenguas de hoy, incluso las de los cazadores-recolectores, tienen muchas palabras, pueden ser usadas para hablar sobre cualquier cosa bajo el sol y pueden expresar negación. Desde que hay registros del lenguaje humano –unos 5000 años- todo parece haber sido igual. Las lenguas van cambiando gradualmente a lo largo del tiempo, a veces debido a cambios en la cultura y la moda, a veces en respuesta al contacto con otras lenguas, pero la arquitectura básica y el poder expresivo del lenguaje es siempre el mismo.
La cuestión es, entonces, cómo tuvieron inicio las propiedades del lenguaje. Obviamente, no se juntaron un día unos cuantos cavernícolas y decidieron crear el lenguaje, puesto para hacer ese acuerdo habrían necesitado un lenguaje para entenderse. Intuitivamente, podemos especular que los homínidos (antepasados de los humanos) empezaron a gruñir, aullar o gritar y, gradualmente, esa forma primitiva de comunicación se fue desarrollando hasta llegar al lenguaje que tenemos hoy. Esas especulaciones sonaban tan absurdas hace un siglo y medio que en 1866 la Academia Francesa vetó las monografías sobre los orígenes del lenguaje. ¿Qué puede haber pasado con los humanos en los seis millones de años transcurridos desde que las líneas evolutivas de los homínidos y los chimpancés empezaron a diverger, y cuándo y cómo la comunicación entre los homínidos empezó a tener las propiedades de un lenguaje moderno?
Por supuesto, los seres humanos tienen muchas diferencias con los chipancés, además del lenguaje: extremidades más cortas como para caminar y correr erguidos, pulgares en oposición, falta de pelo en el cuerpo, músculos más débiles, dientes más pequeños y cerebros más grandes. De acuerdo con el pensamiento actual, los cambios decisivos para el lenguaje no fueron exactamente en el tamaño del cerebro sino en sus características, en las tareas que podía hacer, como si se tratara de una especie de software que ya viene con él. De este modo, la cuestión del origen del lenguaje se reduce a las diferencias entre los cerebros de los humanos y de los chimpancés, en cuándo surgieron esas diferencias y bajó que presiones evolucionarias eso ocurrió.
La dificultad básica al estudiar la evolución del lenguaje es lo dispersos que están los datos. Las lenguas que no tienen escritura no dejan fósiles, y las calaveras de los fósiles nos proporcionan datos solamente sobre la forma y tamaño de los cerebros de los homínidos, pero no sobre su funcionamiento. La única evidencia indiscutible con que contamos es el tamaño del tracto vocal; hasta que los homínidos se tornaron anatómicamente seres humanos modernos, hace unos 100.000 años, la forma de su tracto vocal no les permitía la emisión de los modernos sonidos del habla. Sin embargo, esto no significa que el lenguaje haya comenzado allí; homínidos más tempranos pueden haber tenido una suerte de lenguaje que usara una gama más limitada de consonantes y vocales, de modo que los cambios en el tracto vocal pueden haberlos ayudado a hablar más rápido y de manera más expresiva. Algunos investigadores proponen que haya habido primero una lengua de señas y, más tarde, gradualmente o no, se haya adoptado la forma vocal, dejando los gestos como un residuo expresivo.
Estos temas y muchos otros se discuten animadamente en las investigaciones entre lingüistas, psicólogos y biólogos. Una cuestión importante es el grado en que los precursores de la habilidad humana del lenguaje se encuentran en animales. Por ejemplo, ¿el pensamiento de los primates se parece al nuestro? ¿incluye elementos que a los homínidos le podrían haber resultado útiles para comunicarse? Hay un cierto consenso en que las habilidades espaciales de los primates y su capacidad de interactuar en su mundo social provee cimientos sobre los cuales puede estar asentado el sistema conceptual humano.
Una cuestión relativa a esto es qué aspectos del lenguaje son exclusivos de este y qué aspectos reflejan otras habilidades humanas no compartidas con los demás primates. Se trata de un tema particularmente controversial. Algunos investigadores sostienen que todo el lenguaje se ha construido a partir de otras capacidades humanas: la capacidad de imitación vocal, la de memorizar grandes cantidades de información (ambas necesarias para aprender palabras), el deseo de comunicarse, la comprensión de las intenciones y creencias de los demás y la capacidad de cooperar.Las investigaciones actuales parecen mostrar que esas capacidades humanas están ausentes o menos desarrolladas en los primates. Otros estudiosos reconocen la importancia de esos factores pero argumentan que los cerebros de los homínidos requirieron cambios adicionales, que los adaptaron específicamente para el lenguaje.
¿Cómo ocurrieron estos cambios? Algunos investigadores sostienen que llegaron de pronto, surgiendo de una mutación que cambió todo el sistema cerebral, por la cual los humanos empezaron a expresar significados complejos mediante combinaciones de sonidos. Estas personas creen en general que hay pocos aspectos del lenguaje que no están presentes en los animales.
Otros sospechan que las capacidades especiales que favorecieron el lenguaje evolucionaron en etapas, quizá a lo largo de algunos millones de años, mediante una sucesión de líneas de homínidos. En una fase posterior, los sonidos se habrían usado para designar una amplia gama de objetos y acciones y los individuos habrían sido capaces de inventar nuevos elementos léxicos para hablar sobre cosas nuevas. A fin de obtener un vocabulario amplio. Un avance importante podría haber sido la capacidad de codificar señales en secuencias de sonidos discretos –consonantes y vocales- más que llamadas no estructuradas. Esto puede haber requerido cambios en la forma en que el cerebro controla el tracto vocal y posiblemente en la forma cómo el cerebro interpreta señales auditivas (aunque esto último es muy controvertido).
Estos dos cambios pueden haber dado lugar a un sistema de comunicación de señales simples, es decir, mejor que el del chimpancé pero lejos aún del lenguaje moderno. Otro paso posible habría sido la capacidad de unir varios de esos sonidos para crear mensajes más complejos, construidos por los significados de sus partes. Esto todavía no es una lengua compleja moderna. Puede haber un rudimentario estilo yo Tarzán, tú Jane, mucho más avanzado que una proferencia de una sola palabra. De hecho, encontramos tal protolenguaje en niños de dos años, o en los primeros esfuerzos de un adulto que aprende una lengua extranjera, o en los llamados pidgins sistemas rudimentarios formados por hablantes de diferentes lenguas que necesitan comunicarse para comerciar u otro tipo de cooperación. Por esta razón, algunos investigadores propusieron que el sistema de “protolenguaje” todavía está presente en los cerebros humanos, escondido bajo el sistema moderno, excepto cuando este está inhabilitado o no desarrollado aún.
Un cambio final o una serie de cambios habrían agregado al “protolenguaje” una estructura más rica, englobando elementos gramaticales, tales como marcas de plural, marcas de tiempo verbal, cláusulas relativas, argumentos (Juan cree que la Tierra es plana). Y aquí también hay quienes proponen hipótesis sobre un desarrollo puramente cultural, mientras otros piensan que este cambio requeriría transformaciones genéticas en los cerebros de los hablantes. El jurado todavía está deliberando.
¿Cuándo ocurrió todo esto? Bueno, es muy difícil decir. Sabemos que algo importante ocurrió en el linaje humano hace entre 100.000 y 50.000 años: es a partir de esa época que encontramos elementos culturales, tales como primitivas obras de arte y objetos rituales, evidencias de que había algo que se podría llamar civilización. ¿Qué había cambiado en la especie humana por entonces? ¿Simplemente se habían vuelto más inteligentes y sus cerebros se habían agrandado de repente? ¿Se habían vuelto más inteligentes por las ventajas intelectuales que el lenguaje ofrece, tales como mantener una historia oral a lo largo de las generaciones? ¿Esto ocurrió cuando desarrollaron el lenguaje, cuando estaban migrando desde el no-lenguaje o desde el protolenguaje al lenguaje moderno? Y en el último caso, ¿cuándo surge el protolenguaje? ¿Nuestros primos neandertales hablaban un protolenguaje? Por ahora no lo sabemos.
Recientemente surgió una nueva e interesante fuente de evidencia. Se ha descubierto un gen mutante llamado FOXP2 que estaría vinculado a déficit en lenguaje y al control del rostro y de la boca. Este gen es una versión alterada de otro encontrado en primates y parece haber llegado a su forma actual hace entre 100.000 y 200.000 años. Puede resultar tentador llamar al FOXP2 un gen del lenguaje, pero casi todos los investigadores consideran que eso es una supersimplificación. ¿Los individuos afectados por esta mutación realmente tienen problemas de lenguaje o solo dificultad para hablar?
Por sobre todas las cosas, a pesar de los grandes avances de la neurociencia, actualmente sabemos muy poco sobre cómo los genes determinan el crecimiento y la estructura del cerebro y cómo esta última determina la capacidad de usar el lenguaje. Sin embargo, si vamos a saber cada vez más sobre cómo evolucionó la facultad del lenguaje, las evidencias más prometedoras vendrán probablemente del genoma humano, que alberga tantos datos sobre la historia de nuestra especie, y de su decodificación.
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