El agua en el mundo y su escasez en Brasil
Leonardo Boff
La situación actual de grave
escasez de agua potable, que afecta a buena parte del sudeste brasilero donde
se sitúan las grandes ciudades como São Paulo, Río de Janeiro y Belo Horizonte,
nos obliga como nunca antes a repensar la cuestión del agua y a desarrollar una
cultura del cuidado de la mano de sus famosas erres «r»: reducir, reusar,
reciclar, respetar y reforestar.
Ninguna
cuestión es hoy día más importante que la del agua. De ella depende la
supervivencia de toda la cadena de la vida y, consecuentemente, nuestro propio
futuro. Ella puede ser motivo tanto de guerra como de solidaridad social y
cooperación entre los pueblos. Especialistas y grupos humanistas ya han
sugerido un pacto social mundial en torno a aquello que es vital para todos: el
agua. En torno al agua se crearía un consenso mínimo entre todos, pueblos y
gobiernos, con vistas a un bien común, nuestro y del sistema-vida.
Independientemente
de las discusiones que rodean el tema del agua, podemos hacer una afirmación
segura e indiscutible: el agua es un bien natural, vital, insustituible y
común. Ningún ser vivo, humano o no, puede vivir sin agua. El 21 de julio
de 2010, la ONU aprobó esta resolución: el agua potable y segura y el
saneamiento básico constituyen un derecho humano esencial.
Consideremos
rápidamente los datos básicos sobre el agua en el planeta Tierra: el agua
existe desde hace ya 500 millones de años; el 97,5% de las aguas de los mares y
de los océanos son saladas. Solamente el 2,5% son dulces. Pero 2/3 de esas
aguas dulces se encuentra en los casquetes polares y glaciares y en la cumbre
de las montañas (68,9%); casi todo lo restante (29,9%) son aguas subterráneas.
Queda un 0,9% en los pantanos y apenas un 0,3% en los ríos y lagos. De este 0,3%,
el 70% se destina a la irrigación en la agricultura, el 20% a la industria y
queda apenas el 10% de este 0,3% para uso humano y para dar de beber a los
animales.
Existen
en el planeta cerca de 1.360 millones de km cúbicos de agua. Si
tomásemos toda el agua de los océanos, lagos, ríos, acuíferos y casquetes
polares y la distribuyésemos equitativamente sobre la superficie terrestre, la
Tierra quedaría sumergida debajo de una capa de agua de tres km de profundidad.
La
renovación de las aguas es del orden de 43 mil km cúbicos por año, mientras que
el consumo total se estima en 6 mil km cúbicos por año. Por lo tanto no hay
falta de agua.
El
problema es que se encuentra desigualmente distribuida: el 60% en solamente 9
países, mientras otros 80 se enfrentan a la escasez. Poco menos de mil millones
de personas consumen el 86% del agua existente mientras que para 1,4 miles de
millones es insuficiente (en 2020 serán tres mil millones) y para dos mil
millones no está tratada, lo que genera el 85% de las enfermedades según la
OMS. Se presume que en el 2032 cerca de 5 mil millones de personas estarán
afectadas por la escasez de agua.
Brasil
es la potencia natural de las aguas, con el 12% de toda el agua dulce del
planeta, que suma 5,4 billones de metros cúbicos. Pero está desigualmente
distribuida: el 72% en la región amazónica, el 16% en el Centro-Oeste, el 8% en
el Sur y en el Sureste y el 4% en el Nordeste. A pesar de la abundancia, no
sabemos usar el agua, pues el 37% de la tratada es desperdiciada, lo que daría
para abastecer a toda Francia, Bélgica, Suiza y norte de Italia. Es urgente,
por tanto, un nuevo patrón cultural en relación a ese bien tan esencial (cf. el
estudio más minucioso organizado por el recordado Aldo Rabouças, Aguas doces
no Brasil: Escrituras, SP 2002).
Una
gran especialista del agua que trabaja en los organismos de la ONU sobre el
tema, la canadiense Maude Barlow, afirma en su libro Agua: pacto azul
(2009): «La población global se triplicó en el siglo XX pero el consumo de agua
aumentó siete veces. En 2050, cuando tengamos 3 mil millones más de personas,
necesitaremos un 80% más de agua solamente para uso humano; y no sabemos de
dónde vendrá» (17). Ese escenario es dramático, pues pone claramente en jaque
la supervivencia de la especie humana.
Hay
una carrera mundial para privatizar el agua. En ella surgen grandes empresas
multinacionales como las francesas Vivendi y Suez-Lyonnaise, la alemana RWE, la
inglesa Thames Water y la estadounidense Bechtel. Se ha creado un mercado de
las aguas que supone más de 100 mil millones de dólares. En la comercialización
de agua mineral, la Nestlé y la Coca-Cola que están buscando comprar fuentes de
agua por todas partes del mundo, inclusive en Brasil.
Pero
hay también fuertes reacciones de las poblaciones como ocurrió en el año no
2000 en Cochabamba (Bolivia). La empresa Bechtel compró las aguas y elevó los
precios un 35%. La reacción organizada de la población hizo que la compañía
saliese a marchas forzadas el país.
El
grande debate hoy plantea en estos términos: ¿el agua es fuente de vida o
fuente de lucro? ¿El agua es un bien natural, vital, común e insustituible o un
bien económico para ser tratado como recurso hídrico y cotizado en las bolsas
de mercado?
Ambas
dimensiones no se excluyen pero debemos relacionarlas rectamente.
Fundamentalmente el agua pertenece al derecho a la vida, como insiste el gran
especialista en aguas Ricardo Petrella (O Manifesto da Agua, Vozes
2002). En este sentido, el agua de beber, para uso en la alimentación, para la
higiene personal y para saciar la sed de los animales debe ser gratuita.
Como
por otra parte es escasa y demanda una compleja estructura de captación,
conservación, tratamiento y distribución, implica una innegable dimensión
económica. Esta, sin embargo, no debe prevalecer sobre la otra; al contrario,
debe hacerla accesible a todas las personas. Incluso los altos costes
económicos deben ser cubiertos por el Poder Publico. No haya aquí espacio para
discutir las causas de la actual sequía. Recomiendo el libro el científico
Antonio D. Nobre (iNPE), publicado en enero: El futuro climático de la
Amazonia, donde discute las causas principales.
El
Hambre Cero Mundial prevista por las Metas del Milenio de la ONU, debe incluir
la Sed Cero, pues no hay alimento que pueda existir y pueda ser consumido sin
agua.
El
agua es vida, generadora de vida y uno de los símbolos más poderosos de la
naturaleza de la Última Realidad. Sin ella no viviríamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario