sábado, 28 de febrero de 2015

Destruir hombres y dioses, perder la cabeza. Ante el desafío de ISIS

Xabier Pikaza


No les llamo bárbaros, pues los bárbaros en general no hacían eso; ni les llamo primitivos, los primitivos no actuaban tampoco de esa forma. Les llamo simplemente insensatos y locos perversos, religiosos corrompidos, conforme al adagio latino “corruptio optimi pessima est”: la corrupción de lo bueno es lo peor que hay en el mundo.

Esos llamados islamistas de ISIS y Mosul, los que raptan y matan cristianos por serlo, y destruyen estatuas de dioses y símbolos religiosos, que están en las raíces de nuestra cultura (¡no la suya solamente, sino la nuestra, la de toda la humanidad!), no son simplemente malos son pésimos, locos pervertidos de una religión que estoy convencido de que, en principio, es buena.
Ésos no son musulmanes de verdad, son otra cosa. No son peligrosos para el cristianismo, son nefastos para el Islam, que puede perder toda su credibilidad humana y religiosa si no responde con firmeza y prontitud.
No soy capaz de escribir sobre el rapto y muerte de cristianos, y de otros grupos religiosos y sociales distintos, incluso musulmanes (¡por no ser del Islam que ellos piensan que es el bueno!); no soy capaz, no encontraría palabras para expresar lo que siento. Simplemente sufro en silencio.
Pero cuando llegan al extremo de dinamitar, barrenar y destruir algunos de los signos sagrados más hermosos y profundos de la historia (¡los dioses de Nínive y entorno!) siento algo que me impulsa a decir unas palabras: ¡Son locos malos, unos perversos religiosos!
No sé si hay que hacer la guerra para combatirles. En principio, como pacifista confesante que soy, me resistiría a “proclamar” una cruzada militar en contra de ellos. Pero quiero que todos protesten de un modo comprometido:
-- Quiero que empiecen protestando los cientos de miles (de millones) de musulmanes amigos de la paz, respetuosos, tolerantes. Si no lo hacen, si no protestan con una sola voz, si no condenan desde su Corán y su experiencia sagrado a los locos malvados de Mosul, terminaré pensando que el Islam entero está enfermo de muerte,cosa que sería para mí una grandísima tristeza.
-- Quiero que protestemos los cristianos, no sólo de palabra, sino con el ejemplo, mostrando nuestra solidaridad absoluta con las víctimas de Mosul y de los diversos ISIS de la tierra, insistiendo en el compromiso de solidaridad evangélica (económica, social, religiosa)... con los asesinados.
-- Quiero que proteste la cultura de occidente, que cambie si puede, que se ponga al servicio de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad... no del dinero. Sólo si somos capaces de superar la idolatría de un capital que destruye cada día a miles de personas podremos protestar en verdad...
Quiero... Podría decir mucho más, pero desde aquello que yo sé, me limito a presentar aquí el fondo del tema. No es de hoy, es de ayer, de toda nuestra historia. Si no somos capaces de reinterpretar y recrear nuestros textos sagrados (Biblia y Corán), si no retomamos las auténticas raíces humanistas (solidarias, sagradas) del misterio humano y religioso no seremos capaces de invertir el EFECTO ISIS , como indicaré en lo que sigue.
1. Entender el tema. Un pasado duro, una gran intolerancia
Creo que entiendo algo el tema, pues en la nueva edición de mi Diccionario de la Biblia (Verbo Divino, Estella 1015) he introducido más de cincuenta entradas sobre la respuesta de Israel ante los dioses. Entiendo un poco pues he seguido la gran iconoclastia occidental, entre cuyos momentos desarrollaré quizá otro día algunos de estos:
‒ Muchos cristianos antiguos destruyeron las imágenes de los dioses griegos y romanos, las quemaron, las rompieron a conciencia (siglos IV-VII d.C.)
‒ Los iconoclastas cristianos del Oriente destruyeron las imágenes sagradas de Cristo y de la Virgen, de los ángeles y santos entre el siglo VII y VII después de Cristo, hasta el Concilio de Nicea (787 d.C.).
 Los misioneros cristianos del Norte de Europa quemaron los árboles sagrados y destruyeron las imágenes de los dioses y las diosas, aunque muchas veces los “cristianizaron”, convirtiendo el culto antiguo en nuevo culto cristiano.
‒ Muchos protestantes del siglo XVI y XVII destruyeron las iglesias católicas, partieron, desmenuzaron y quemaron las imágenes de los santos, diciendo que hacían un servicio a Dios (y algunos de sus sucesores dicen que lo hicieron bien).
‒ Muchos católicos del siglo XVI al XVIII destruyeron los templos “paganos” de América y de otros lugares, “quemando y triturando” a sus dioses (y algunos de sus sucesores piensan que aquello estuvo bien hecho…).
‒ Por poner como ejemplo (bueno malo) a España bastará con recordar que en la guerra del 1936-1939 algunos llamados de “izquierdas” destruyeron iglesias y quemaron decenas de miles de santos, diciendo que eran contrarios a la libertad e igualdad de todos (por más artísticos que fueran)... A su juicio, los "santos" de un tipo de Iglesia debían ser destruídos.
Sólo a comienzos del siglo XIX comenzó a extenderse, por influjo de la nueva conciencia racional (tolerante) y también por una forma mejor de entender el cristianismo una gran tolerancia hacia los cultos y los “santos” (imágenes sagradas) de otras religiones.
Pues bien, ahora, la vuelta de ISIS nos hace “recuperar” en el peor sentido un pasado que habíamos ido superando, por respeto humano y por hondura religiosa. En este contexto quiero recordar y retomar cuatro ideas básicas.
2. Comienzo de Israel: Del gran mandato (destruir todos los dioses) al camino de Abraham
1. Destruir todos los dioses, matar idólatras. La religión de Israel nació y creció a partir de varias fuentes, pero una de ellas (quizá la más importante) se expresó en forma de pacto iconoclasta, con el compromiso de “combatir a los paganos” y destruir sus dioses. Así les dice Yahvé, su Dios:
Cuando marche mi ángel ante ti y te introduzca en la tierra del amorreo, del hitita y ferezeo... no adores a sus dioses ni les sirvas, no fabriques lugares de culto como los suyos, sino que has de destruir sus lugares de culto, y derribar también sus piedras sagradas quemando y destruyendo todos sus dioses (Ex 23, 23-24).
Estas palabras forman parte de un pacto sacral y/o social del pueblo que se expresa en otros muchos textos como Ex 34,10-11; Jc 2,1-5; Dt 7 y 20. Estos israelitas fueron iconoclastas en sentido radical: Quisieron matar a los “paganos”, adoradores de ídolos, destruyeron sus ídolos sagrados, pensando que de esa forma abrían un camino de libertad y de verdad sobre la tierra, porque los ídolos destruyen a los hombres, sólo el Dios verdadero les “salva”.
Los nuevos iconoclastas de ISIS, matadores de cristianos y de gentes de otro tipo de religión, y destructores de los “dioses paganos” (por más que estén recluidos en museos y ya nadie les adore) son malos seguidores de aquellos israelitas antiguos.
2. El modelo de Abraham: Abandonar la idolatría, crear una humanidad distinta.
El modelo anterior (vinculado a la conquista militar y a la destrucción de los dioses/ídolos, con la ejecución de sus seguidores…) no logró imponerse en la Biblia, pues a su lado se extendió y fue imponiéndose el modelo de Abraham, tal como está recogido 11, 28-32 y 12, 1-9. Éstos son algunos de sus momentos principales:
a. Abraham recorre la “Media Luna fértil” (mapa), desde Ur de los Caldeos, al sur de Mesopotamia, pasando por Jarrán/Harrán (al norte, junto a Éufrates), para establecerse en Canáan.

b. La llamada de Abraham se sitúa en Harrán (junto al Éufrates), hoy Turquía, en la frontera con Siria e Iraq, bastante cerca de Mosul/Nínive (que está junto al Tigris, en el centro del actual ISIS). En contra de lo que manda la Ley anterior, Abraham no tiene que “matar” a los idólatras, ni destruir sus ídolos, sino romper con un pasado de idolatría-injusticia para recorrer un camino de fe, sin violencia militar (al menos básicamente), como empieza señalando Gen 12, 1-9.

c. De todas formas, la tradición post-bíblica judía afirma que para realizar su nuevo recorrido monoteísta y pacífico, Abraham tuvo que enfrentarse con su padre Taré, que habría sido un “malvado”, fabricante de ídolos (como se cuenta en la literatura midráshica (Génesis Rabbah 38:13; 30:4 y 30:12) y de un modo más simbólico en la misma cábala (Zohar, Bereshit 1:77b). Así se cuenta su “historia”:
Una vez Taré tuvo que salir y dejó a Abram (su hijo) cuidando el negocio (de la fabricación y venta de ídolos). Una mujer vino con una vasija llena de harina y le pidió a Abram que la dejara ofrendarla a los ídolos. Abram tomando un palo rompió los ídolos y puso el palo en las manos de ídolo más grande. Cuando Taré regresó le pidió que le dijera qué había hecho. Abram le contestó que los ídolos habían peleado entre ellos y que el más grande había destruido a los demás…”.
d. En el principio de judaísmo hay, por tanto, un tipo de “iconoclastia” que pudo ser en principio violenta y “militar”. Pero con el paso de los siglos esa lucha se convirtió, básicamente, en una batalla interior. De esa forma, Abram (convertido en Abraham por la llamada de Dios) se convirtió en símbolo de la lucha interior contra los ídolos. Los verdaderos ídolos no son los de fuera, sino los que yo mismo y los otros (nosotros) llevamos dentro
3. El modelo musulmán. Un momento de crisis
En principio, el modelo musulmán es como el judío. Tiene un elemento exterior de lucha contra los idólatras y de destrucción de los ídolos… y otro que creo que es más importante de lucha contra la “idolatría interior”.
a. El modelo externo es claro en el mismo Muhammad, que mandó destruir los ídolos de la Caaba o “santuario” de la Meca (dejando quizá al principio un signo de la Virgen María, la madre de Jesús). Desde entonces, en principio, los musulmanes tienen que “destruir” los ídolos de los santuarios de las tierras que ellos ocupan (aunque han respetado muchas veces por tradición los signos e iconos de muchos santuarios cristianos).
b. El Islam verdadero ha descubierto que el verdadero y más hondo de los ídolos es el interior, de manera que la jihad o “lucha religiosa” no se centra en la destrucción de imágenes externas de dioses, sino en la superación de la idolatría interna.
c. El verdadero Abraham del Corán es aquel que “construye y purifica” el santuario de la Meca, dedicado a un Dios sin ídolos… Pues bien, la historia más conmovedora de Abraham en relación con los ídolos es aquella donde el Corán retoma y desarrolla la tradición midráshica judía, en la famosa Sura 21, 51-71:
‒- Antes, dimos a Abraham, a quien conocíamos, la rectitud. Cuando dijo a su padre y a su pueblo: «¿Qué son estas estatuas a cuyo culto estáis entregados?»
‒ Dijeron: «Nuestros padres ya les rendían culto».
‒ Dijo: «Pues vosotros y vuestros padres estáis evidentemente extraviados».
‒ Dijeron: «¿Nos hablas en serio o bromeas?»
‒ Dijo: «¡No! Vuestro Señor es el Señor de los cielos y de la tierra, que Él ha creado. Yo soy testigo de ello.
‒ Y por Alá!, que he de urdir algo contra vuestros ídolos cuando hayáis vuelto la espalda -». Y los hizo pedazos, excepto a uno grande que les pertenecía. Quizás, así, volvieran a él.
‒ Dijeron: «¿Quién ha hecho eso a nuestros dioses? Ese tal es, ciertamente, de los impíos». «Hemos oído», dijeron, «a un mozo llamado Abraham que hablaba mal de ellos». Dijeron: «¡Traedlo a vista de la gente! Quizás, así, sean testigos». Dijeron: «¡Abraham! ¿Has hecho tú eso con nuestros dioses?»
‒ «¡No!» dijo. «El mayor de ellos es quien lo ha hecho. ¡Preguntádselo, si es que son capaces de hablar!»…
‒ Dijeron: «¡Quemadlo y auxiliad así a vuestros dioses, si es que os lo habéis propuesto...!»
‒ Dijimos: «¡Fuego! ¡Sé frío para Abraham y no le dañes!» Quisieron emplear artimañas contra él, pero hicimos que fueran ellos los que más perdieran. Les salvamos, a él y a Lot, a la tierra que hemos bendecido para todo el mundo.
Ésta es una “historia judeo/musulmana de humor”… Abraham se burla de sus “parientes” y vecinos paganos de Jarrán diciéndoles que quizá ha sido el dios más grande, con un palo en la mano, el que ha destruido a los otros dioses… Pero en el fondo de ese humor se esconde un principio de violencia (al menos posible): Un buen musulmán tendría que ser como Abraham, destruyendo todos los ídolos. Eso es lo que piensan los de Isis de Mosul, cerca de Jarrán, triturando los dioses y toros sagrados de sus antepasados asirios.
4. Interpretación actual del Islam, conclusiones
a. Los de ISIS, en el entorno de Mosul/Nínive toman en serio la primera historia israelita y la del Abraham “destructor” de ídolos y siguen destruyendo los “ídolos/iconos” o signos religiosos del museo de Mosul. Piensan en el fondo que para ser fieles al Dios de Abraham tienen que matar a los idólatras, entre los cuales estarían los cristianos.
b. Pero más que los locos/malvados del ISIS de Mosul me importan los cientos de millones fieles del Islam, que quieren reinterpretar su historia pasada en línea de fidelidad interior y de justicia, de lucha contra la idolatría en un plano de limpieza interior, de pacificación del mundo. El ISIS pasará bien pronto. Este sarampión de los locos que raptan cristianos y gentes que no piensan como ellos, estos locos que queman los documentos de su historia y que barrenan los bellísimo “dioses” (y toros sagrados) de Mosul/Nínive pasarán pronto. Lo que importa es la reacción del Gran Islam, que está situado ante un momento durísimo y transcendental de su propio historia.
c. Quiero que los musulmanes sean “ellos mismos”, que hagan su camino de fidelidad, desde el Corán… No quiero que sean sin más como nosotros los occidentales. Pero si ellos no descubren y desarrollan su gran germen de paz y reconciliación islámica, y si no lo hacen pronto, desde abajo, desde la fe humilde y fuerte, caerán destruidos por la ola de violencia de la historia, en manos de un puro capital sin Dios… y de una sacralidad sin alma ni conciencia, sin respeto humano y sin aceptación de la búsqueda conjunta de la verdad.
Alla en el entorno de Mosul/Nínive se está jugando el futuro del Islam (¿cómo responderá?) y de la misma humanidad (¿seremos capaces de superar los gérmenes de dura violencia que han llevado a la locura de ISIS?). Las fuerzas militares de occidente podrían "matar" a todos los de ISIS, con cierta facilidad... pero con eso no habrán resuelto el tema:

-- seguirán allí los pozos de petroleo, un tema comercial
-- Seguirá la violencia interior de los hombres
-- seguirá la exigencia de recrear la historia religiosa y/o racional de la humanidad

Cristianisme i Justicia y los divorciado vueltos a casar

Cristianisme i Justicia aborda la cuestión de los divorciados vueltos a casar

“Rehacer la vida. Divorcio, acogida y comunión”

Reflexión conjunta de Xavier Alegre, José I. González Faus, Jesús Martínez Gordo y Andrés Torres Queiruga


 Necesidad de una aplicación del principio de misericordia en el caso de los divorciados vueltos a casar que, sin menoscabar el valor de la indisolubilidad matrimonial, dé a la acogida y la comunión una mayor centralidad
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Los obispos, divididos en torno a la comunión de los divorciados vueltos a casar

  • Divorciados vueltos a casar
  • Los obispos, divididos en torno a la comunión de los divorciados vueltos a casar
  • Divorciados vueltos a casar
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Cristianisme i Justicia 
En el último cuaderno de Cristianisme i Justícia, cuatro teológos a partir de diferentes argumentos biblícos, teológicos y eclesiológicos, confluyen hacia la necesidad de una aplicación delprincipio de misericordia en el caso de los divorciados vueltos a casar que, sin menoscabar el valor de la indisolubilidad matrimonial, de a la acogida y la comunión una mayor centralidad.
Con ocasión del sínodo sobre la familia celebrado en Roma a finales del 2014, cinco cardenales, entre ellos G. Müller, actual prefecto de la congregación de la fe, publicaron un libro titulado Permanecer en la verdad de Cristo, en el que se manifestaban contrarios a la admisión a los sacramentos de divorciados vueltos a casar. Esto motivó que cuatro teólogos vinculados a Cristianisme i Justícia decidieran escribir sus reflexiones no pretendiendo ninguna confrontación sino solamente aportar argumentos para el debate, y siempre desde una postura que intenta poner la misericordia, la acogida y la comprensión en el centro.
El cuaderno titulado Rehacer la vida. Divorcio, acogida y comunión y que acaba de publicarse con el n. 192 de la colección de Cuadernos de Cristianisme i Justícia (diciembre de 2014), ha sido escrito porXavier Alegre, José I. González Faus, Jesús Martínez Gordo y Andrés Torres Queiruga.
Xavier Alegre aborda la fundamentación bíblica. Reconoce ciertamente que las palabras de Jesús sobre el matrimonio que recogen los evangelios de Marcos (10,1-12), Mateo (5,31-32; 19,1-12) y Lucas (16,18) proclaman que en el proyecto de Dios, el matrimonio era, en principio, indisoluble, y que Jesús condenó de manera contundente el divorcio. No obstante desde la argumentación bíblica, Xavier Alegre cree insostenible mantener una actitud que margine de la comunidad cristiana a los divorciados- tampoco si se han vuelto a casar-, ya que los textos evangélicos, leídos en su contexto, no dan pie a las condenas y mucho menos a excluirlos de la recepción de la Eucaristía.
José I. González Faus dedica su capítulo a los aspectos teológicos y empieza con un panorama histórico sobre cómo ha ido entendiendo la iglesia a lo largo de los siglos el sacramento del matrimonio. A partir del balance histórico, González Faus se alinea conteólogos como Kasper, que prefieren dar protagonismo y centralidad al principio de misericordia, en lugar de optar por el acatamiento a una ley abstracta que no tenga en cuenta las situaciones particulares. Este principio de misericordia no contradice las razones teológicas a favor de la indisolubilidad del matrimonio, sino que pone el acento en el Dios que perdona y que está dispuesto a amar la humanidad aunque esta le haya sido infiel.
Jesús Martínez Gordo, se centra en la eclesiología y defiende la postura de Kasper frente a los cinco cardenales partidarios de la exclusión de la Eucaristia de los divorciados vueltos a casar. Atribuye la situación actual al hecho que se considerase como magisterio "infalible" e "irreformable" al mismo nivel que una proclamación de fe, la proclamación de la "definitividad" de la indisolubilidad del matrimonio por parte de Juan Pablo II el año 2000, y que de esta proclamación se dedujese la exclusión del principio de misericordia para el caso de los divorciados vueltos a casar. En este sentido Martínez Gordo se pregunta:
"(...) siendo el matrimonio un sacramento permanente, ¿cómo es posible seguir sosteniendo que la gracia de Dios permanece incluso cuando la "especie" del sacramento se ha degradado, es decir, cuando los dos cónyuges ya no están unidos por un vínculo afectivo, habida cuenta de que su unión ha acabado y hasta es posible que se odien? Sostener que la gracia de Dios permanece eficaz en situaciones como éstas o de ese género es algo que se antoja casi blasfemo".
Invita, por tanto, Martínez Gordo a ir más allá y a repensar el sacramento del matrimonio no tanto como contrato indisoluble, sino como comunión conyugal en la que se transparenta el misterio de la comunión divina.
Finalmente Andrés Torres Queiruga, sitúa la cuestión como ejemplo de la actual lucha entre un Papa pastor frente al restauracionismo eclesial de las últimas décadas. Toda la forma como el Papa ha gestionado la convocatoria y la organización del Sínodo han apuntado a un intento de actualizar la novedad salvadora del Evangelio para que responda a sus necesidades prioritarias y esté a la altura de sus justas exigencias culturales. Dentro de este nuevo enfoque, ante el problema de la comunión de los divorciados, el rigorismo pierde su sentido, porque se hace claro lo fundamental: "la Eucaristía... plenitud de la vida sacramental, no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles".
En resumen, los cuatro teólogos a partir de diferentes argumentos bíblicos, teológicos y eclesiológicos, confluyen hacia la necesidad de una aplicación del principio de misericordia en el caso de los divorciados vueltos a casar que, sin menoscabar el valor de la indisolubilidad matrimonial, dé a la acogida y la comunión una mayor centralidad.

Palabra del día


Cadáver



Según una ingeniosa etimología popular, la palabra cadáver estaría compuesta por las primeras sílabas de las palabras latinas carne data vermibus 'carne dada a los gusanos'. 

En realidad, nada más lejos de la verdad; este vocablo nos vino del latín cadaver, que se formó a partir del verbo cadere 'caer', literalmente, 'cuerpo caído' o, en la época clásica 'cuerpo muerto'. 

Séneca y Quintiliano usaron la palabra, en sentido figurado, para referirse a la persona muy delgada, que solo parece tener piel y huesos. 
Cicerón empleó la expresión urbium cadavera para referirse a las ciudades muertas, abandonadas. 
San Ignacio de Loyola explicaba la manera como los jesuitas debían obedecer a sus superiores, sin el menor cuestionamiento, mediante la expresión Perinde at cadaver  'tal cual un cadáver'.

viernes, 27 de febrero de 2015

Bajar del Monte, 

curar al padre 

del niño lunático del Llano

Xabier Pikaza


Expuse ayer el tema de la transfiguración partiendo de la confesión de un oficial judío que veía muchas veces a Moisés y Elías, en el monte de Dios, lo mismo que Jesús, y que esa visión ratificaba su compromiso a favor de la victoria de Israel.

El tema no era pues la visión aislada (¡muchos han visto cosas santas en montes sagrados!), sino la buena visión, para bajar del monte, como hizo Jesús, decidido a invertir la historia del padre violento del niño lunático del llano, a quien sus nueve discípulos de abajo no lograban entender ni sanar.
Mi “compañero” soldado quería bajar para defenderse de enemigos malos, imponiendo su buena “ley” en el llano. Jesús bajó con sus tres elegidos para expulsar al demonio mudo del padre y del niño enfrentados en fuerte batalla, en medio de un grupo de inútiles escribas y de impotentes discípulos.
Éste es el mensaje de este evangelio de la transfiguración, que no se cierra ni nos cierra en el monte de las visiones, sino que nos enseña a bajar y acoger/curar al niño enfermo, puestransfigurar significa lograr que los niños curen y vivan en salud y libertad, como ha puesto de relieve esta escena (Mc 9,2-29). Su argumento no es que Cristo haya visto a Dios en la altura, con Moisés y Elías y toda la corte celestial, sino que haya bajado y curado al niño a quien la misma sociedad (su padre) estaba enloqueciendo.
Este niño lunático (seleniakos, dice el evangelio de Mateo), dominado por la “mala luna” de su padre violento, forma parte de esa impresionante procesión de pobres que recorren la trama del texto de Marcos: locos y leprosos, publicanos y ciegos, cojos, mancos, paralíticos, mujeres impedidas y sobre todo hambrientos, hombres que buscan un poco de pan en el desierto o descampado. Con todos ellos va encontrándose Jesús, en ellos descubre la hondura de Dios; por ellos, y en especial por lo niños, ofrece su vida, como seguirá viendo quien lea (recreado, como es mi costumbre en estos casos, a partir del Comentario a Marcos, Verbo Divino, Estella 2012).
Para seguir leyendo:
http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2015/02/27/tabor-2-bajar-del-monte-curar-al-padre-d


Muere el fiscal Stressera que enjuicio a la Junta Militar: Stressera durante un juicio en Buenos Aires en 1985

Artista callejero en Palestina

Banksy en Gaza.






El artista británico, Banksy, dio a conocer un video de aproximadamente dos minutos de duración en el que da a conocer lo que queda después de los ataques ocurridos hace unos meses en la zona de la Franja de Gaza.

En tono irónico, el graffitero invita a ver -¿y por qué no?- también viajar a la zona de desastre.


Túneles, niños jugando entre escombros, cerca de 18 mil hogares destruidos… eso es lo que ahora se puede encontrar quien visite Gaza. Muy lejos de ser un destino turístico. 


“Esta gata le dice al mundo que ha perdido la alegría en su vida. El gato encontró algo con qué jugar… ¿qué hay con nuestros niños?”, 
interpreta un habitante de la localidad una de las obras del británico.

jueves, 26 de febrero de 2015

Escarceos bíblicos 40 años de dictadura del santo y genocida David.

Humanismos sin Credos


El II Libro de Samuel cuenta el ascenso y auge del pueblo de Israel bajo la égida gloriosa de David. Recordemos algunas anécdotas del proceso.

A la par que se muestra claramente el sustrato religioso --Yahvé ha escogido al pueblo de Israel como suyo-- se narran hechos entre curiosos y gloriosos, como aquél en que David perdona la vida a Saúl cuando éste se esconde en una cueva a hacer sus necesidades. ¡Qué detalle! Muere Samuel en loor popular (hoy dirían “en olor de santidad”). David toma dos esposas, Abigail y Ahinoam, después de que su suegro Saúl le arrebatara a Mical (la recuperó estéril más tarde). David encuentra refugio entre los filisteos en su permanente huida del asesino Saúl (I S 27) a pesar de haber matado al héroe filisteo Goliath. Con él van 700 guerreros con sus familias: ¡y se pone a su servicio durante 16 meses! Eso sí, no contra los judíos sino contra los geshuritas, girzitas y amaleqitas, “…sin dejar vivo hombre ni mujer, y se apoderaba de ganado menor, ganado mayor, asnos, camellos y vestidos”.
Mientras tanto Saúl vivía desesperado: Yahvé no le hablaba y los filisteos preparaban una nueva algarada. No se le ocurre otra cosa que ofender a Yahvé, consultando a una pitonisa (práctica que perdurará hasta nuestros días), la cual, como es lógico, predijo su muerte. Samuel, al que acude una y otra vez, se muestra inflexible por el "gran pecado de Saúl": no exterminó al pueblo de Amaleq, por eso Yahvé se apartó de él. Sorprende que de nada sirviera el arrepentimiento de Saúl.
Hay detalles realistas como el hambre de Saúl producida por la depresión en que cae; la sospecha de los filisteos de que David podría cambiar de bando; la incursión de los amaleqitas con rapto de las hijas de Israel, entre ellas las dos mujeres de David; el espía egipcio que les guía hacia ellos; la saña y crueldad con que se venga…
Termina el Libro I de Samuel con la muerte de Saúl. Mientras David masacraba a los amalequitas en el Sur, Saúl moría al N. Superado en fuerzas por los filisteos, perdido el ánimo y sobre todo el favor de Yahvé, Saúl es derrotado y sus huestes desperdigadas. Mueren dos de sus hijos en el combate. Saúl se deja caer sobre su espada. Llegan los filisteos, le cortan la cabeza y la exhiben como trofeo. Sucedió en las colinas de Gilboa (Gelboé) a pocos kilómetros al S de Nazaret.
Comienza el II Libro con el lamento hipócrita de David. Resulta del todo extraño que sea un amalequita el que lleve tal “buena nueva” a David (al que da muerte, no se sabe si por perturbar su siesta o por arrogarse la muerte de Saúl). Extraño es, asimismo, que David se rasgue las vestiduras y alce ayes al cielo, cuando eso suponía el inicio de su reinado. Y extraño que sabiendo el pueblo de Israel –Judá al S, Israel al N—que David hubiera sido proclamado sucesor, una parte de Israel aceptase como rey a otro hijo de Saúl, Ishbósheth, proclamado por el ejército, con lo que suponía eso de guerra civil (como así fue). En fin, que tampoco se entiende la endecha por Abner, asesinado a traición por Joab. Abner había erigido rey al hijo de Saúl y por su parte Joab se había pasado al bando de David. Y se excusa David diciendo (II S 3.28) “Inocente soy, lo mismo que mi reino, ante Yahveh para siempre, de la sangre de Abner” (“excusatio non petita…” o "el que se excusa, se acusa" de cosecha propia). Y sigue fingiendo que se entristece cuando, por fin, le traen la cabeza de Ishbósheth: llora, se lamenta y… manda matar –y cortar manos y pies y colgarlos junto a una alberca-- a quienes se habían deshecho de él. Camino libre para David.
Unificado el reino, es entonces cuando se ponen a sus pies los ancianos, los sacerdotes y el pueblo todo. Para quien quiera hacer cábalas numerológicas: David reinó 40 años, 7 años sobre Judá y 33 en Jerusalén sobre Israel y Judá (II S 5.5).
Comienza entonces la consolidación del reino, desbaratando las repetidas embestidas de los filisteos. Hace tributarios a otros reinos: sirios, moabitas, amonitas, filisteos, amalecitas y edomitas. Y tiene sus corifeos, entre ellos el profeta Natán, que le augura un reinado eterno a través de sus descendientes (como el III Reich milenario). Hasta Yahvé descansa… o busca el descanso: Natán le dice a David que Yahvé “necesita” un templo (no a su medida, desde luego, pero casi).
Es entonces cuando comienzan los culebrones davídicos. A poco de decir que “practicaba la equidad y la justicia para con todo su pueblo” (II S 8.15) surge el turbio asunto de Betsabé, “una mujer que se estaba bañando, la cual era de extraordinaria belleza” (II, 11.2), mujer de Urías, el hitita. El taimado David, al saber que Betsabé esperaba un hijo suyo, llama a Urías, le invita a comer, le emborracha… (II S 11.13) para que regrese a su casa y se acueste con Betsabé: podrían tener un hijo sietemesino. Urías no va a su casa. Y es entonces cuando David urde su muerte y acoge, tras el oportuno duelo, a Betsabé. “Pero aquella acción que David había cometido desagradó a los ojos de Yahvé” (11.27). ¿Quién pagó el pato? ¡El niño nacido, que, a pesar de los lamentos de David, murió! ¡Pero como luego le dio otro hijo, que se llamó Salomón, asunto arreglado! Júzguese como se quiera este capítulo, pero David cometió dos pecados abominables: adulterio y asesinato. ¿Y Yahvé sólo siente “desagrado”?
El juicio de Voltaire:
Nosotros debemos juzgar las acciones y no el nombre que tenga el culpable, porque el nombre no aumenta ni disminuye el crimen. Cuanto más se reverencie a David por haberse reconciliado con Dios por medio de su arrepentimiento, más deben condenarse las crueldades que cometió
O el de Spinoza:
«El arrepentimiento no es virtud, porque no surge de la razón, el que se arrepiente de lo que ha hecho es doblemente enfermo y miserable»
Otro detalle familiar: el incesto de Amnón, hijo de David, con Tamar, también hija de David y el asesinato de Amnón a manos de Absalón. David no quiere saber nada de Absalón y éste --reacción freudiana típica-- odia a su padre y conspira contra él, hasta tal punto que muchos en Israel le prestan obediencia. “Y la guerra se extendió por la superficie de todo el país” (18.8). Tras unos años de turbulencia, Joab, general de los ejércitos de David, da muerte a Absalón. Y David de nuevo recurre al teatro para que se haga teatro y música sobre este hecho: “Absalón, fili mi, fili mi”. El único que parece tener cordura es Joab, espetando a David con este retruécano: “…amas a quienes te odian y odias a quienes te aman” (19.8)
Después de un capítulo (20) dedicado a otro rebelde, Sheba, llega la curiosa explicación de los tres años de hambre en Israel (21): la culpa la tenía Saúl –y sus descendientes—por haber masacrado a los gabaonitas, aliados de los israelitas en el desierto (ver Josué, 9), relato por cierto que no aparece en la Biblia. ¿Solución? La deja en sus manos: crucifican a 2 hijos y 5 nietos de Saúl “delante de Yahvé”. ¿Y ésa era la causa del hambre? Yahvé parece tomar por tontos a todos. Después de tantas guerras de exterminio, de tantas muertes, de tanta quema de cosechas y de tanta desolación, sin hombres para cultivar la tierra y recoger las cosechas, lo lógico sería pensar en que todo esto produjo una hambruna general.
Por si faltara algo, vino una peste que duró sólo tres días, pero aniquiló a 70 mil. ¿Motivo? Algo que no se le había ocurrido a Yahvé y que realizó David, un censo. Tardaron 9 meses y 20 días exactos. Esto molesta a Yahvé, de ello se arrepiente David… Y ahora viene el chiste, que el castigo lo tiene que elegir David entre tres posibles: siete años de hambre, tres meses huyendo ante el enemigo o tres días de peste. Con un altar y unos bueyes en sacrificio a Yahvé, todo arreglado. Fin, II Sam. 24.25.