lunes, 23 de diciembre de 2013

POR QUÉ TE HICISTE HUMANIDAD?
Carta de preguntas al Niño Dios
THELMA MARTÍNEZ, STJ, 
NICARAGUA.

Querido Niño Dios: Cuando era niña, me enseñaron que podía escribirte una carta para pedirte mis regalos de Navidad. Yo fui parte de ese resto de humanidad que aún podía acceder a pedir regalos de Navidad para que me los colocaran en el árbol y el Nacimiento de la sala de mi casa y me despertaran a las 12 en punto de la madrugada del 25 de Diciembre y encontrarme con “tus” regalos. Sólo que no me explicaron por qué a otros niños no les llevabas nada…
Hoy las cosas son un poco diferentes. Crecí, y la niña que escribía cartas para pedir juguetes se convirtió en una mujer que contempla la vida y se pregunta cosas difíciles, sin respuestas… Pero como estamos en época de Navidad, decidí escribirte esta carta, como cuando era niña, sólo que ahora soy una mujer…
Y sólo se me viene esta pregunta, tonta, pero es MI pregunta a vos en esta Navidad… ¿Por qué te hiciste HUMANIDAD?...
¿Por qué un niño pequeño, pobre, marginado, frágil, dependiente, en un establo y no en una casa normal? ¿Por qué los extremos y no los puntos medios donde otros humanos nos podamos “medir” un poco más equitativamente a tu altura? ¿Por qué lo pequeño, lo sencillo, lo humilde? ¿No ves que de todos modos andamos buscando por todos lados la grandeza, lo deslumbrante, lo que “vale” y lo que sirve? Y si elegiste nacer así de pobre, así de simple, así de sencillo… ¿es que esperabas que aprendiéramos alguna lección? Y si es así… ¿por qué ha sido tan difícil aprenderla después de más de veinte siglos?...
Te explico…
Son las vísperas de la Navidad y la gente anda como loca en las calles comprando regalos de navidad. Yo misma estoy preocupada porque no tengo mucho presupuesto para eso y no sé qué darle a los míos… Ya sean ricos o pobres, todos andan con la misma preocupación. Los regalos. La cena… es que la Navidad se ha convertido en un comercio desde hace mucho tiempo. Para los ricos o clase media, es un estrés… para los pobres, sigue siendo un tiempo de dolor y nostalgia, un tiempo donde tocan su pobreza con las manos llenas de callos y los ojos nublados por los escaparates deslumbrantes de las tiendas, donde se quedan prendidos sus deseos de llevar cosas a los suyos. Y yo me pregunto si esto es lo que realmente recuerda el misterio de tu Nacimiento tan pobre y sencillo, tan simple…
Mientras yo comeré una cena buena, moderada a mis posibilidades, sé que miles de seres humanos no tendrán nada en la mesa, y sé que la gente pobre de mi pueblo esperará los juegos artificiales de las 12 de la noche para irse a sus camas sintiendo otra Navidad más que se va y les deja vacíos, más pobres tal vez. Y no puedo con ello… No lo comprendo. Si la Navidad se trata de recordarte, de celebrar que te hiciste humanidad, ¿no debería de ser el tiempo de mayor solidaridad humana en este mundo? Y en vez de sentir excitación por los “regalos” de Navidad, siento un dolor hondo en la consciencia, y esta impotencia…
La otra pregunta (que es la misma), me preocupa siempre, fuera de la época de Navidad.
La HUMANIDAD… ¿qué es?
Porque en estos siglos la hemos entendido un poco diferente que vos…
Es extraño tu Evangelio… nacer en un pesebre… ¿a quién se le ocurre? Revelarse a unos pastores y no a unos poderosos… Los sencillos y humildes de corazón… En realidad aún es extraño este Evangelio, pues en el fondo lo que nos importa es aparecer bien frente a los demás. No sólo en lo superficial (vestidos, cosas, bienestar, prestigio, fama, dinero…), sino en lo cotidiano. Es difícil mostrar la fragilidad humana que llevamos dentro. Todos, ricos y pobres, buscamos cómo esconder nuestro dolor, desconcierto, miedos, limitaciones… y competimos de forma descomunal unos y otros, hasta por los lugares en el bus o en el tráfico atascado (si tenemos carro)… Y cuando tocamos el barro que somos por dentro, cuando “metemos la pata” y nuestra imagen queda desacreditada ante otros, es como si lo perdiéramos todo. Y cuando vemos esa fragilidad en otros, les criticamos y hacemos picadillo, como si nosotros estuviéramos exentos de error… ¡Y vos naciendo en un pesebre! No lo entiendo… aún no te hemos comprendido mi querido Niño Dios… tu mensaje de Navidad se nos hace inteligible a causa de tanta información que nos han dado de lo que tiene que ser el ser humano “perfecto” y “feliz”… Un ser que todo lo puede, que todo lo tiene, que es bonito, limpio, vive bien, es inteligente, competente, productivo, eficaz, bueno, educado, útil a la sociedad. Todo lo demás queda fuera…
Pero vos nacés fuera de los márgenes de la cuidad… como un acto de protesta contra un sistema que ha prevalecido por siglos…
¿Será que un día comprendamos el Misterio de tu nacimiento humilde? ¿Será que un día comprendamos el Misterio magnífico de la HUMANIDAD? ¿Será que un día nos sentaremos en una misma mesa de iguales, ricos, pobres, inteligentes, sabios, tontos, enfermos mentales, drogadictos, catedráticos, prostitutas, homosexuales, sacerdotes, religiosas, mendigos, doctores, presidentes, barrenderos, empresarios, vendedores ambulantes y celebraremos la cena de Navidad recordando que Dios, DIOS, quiso nacer como el más pequeño de los seres humanos de la tierra?
Si esto fuera posible… quizás ese sea hoy el regalo de Navidad que te pido en esta carta… Ya pasó el tiempo de los juguetes… hoy es tiempo de invocar tu HUMANIDAD y desearla para toda la tierra… para mi pueblo… para mi gente… y para mí, que soy un ser humano roto y en proceso de restauración, parte de este mundo roto que sólo necesita de tu presencia para ser sanado.
Si pudieras pasarte por aquí un rato en esta Navidad, y contagiarnos un poquito de esa humanidad tuya tan humana… sería nuestro mejor regalo de Navidad… pondremos un plato más en nuestra mesa, por si querés pasar…

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