martes, 3 de diciembre de 2013

2159 placet, 19 non placet y 1 voto nulo
Sacrosanctum Concilium
"El altar de cara al pueblo 
o la restauración de la oración universal"
Josep M. Bausset


El 4 de diciembre, se cumpenn 50 años de la clausura solemne de la segunda etapa conciliar, con la aprobación y promulgación de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, la primera Constitución aprobada por el Vaticano II.

El debate sobre la Sacrosanctum Concilium duró desde el 22 de octubre al 13 de noviembre de 1962, durante la primera etapa conciliar. El número de Padres conciliares que hicieron uso de la palabra, fueron 253, el de les intervenciones orales, 253, y las escritas, 625, cosa que denota el interés que suscitó el tema litúrgico, sobre todo por lo que hacía referencia las lenguas vernáculas.

Aquí hay que agradecer al obispo Josep Pont i Gol, de Sogorb-Castelló, Narcís Jubany, de Girona i Ramon Masnou, de Vic, el esfuerzo que hicieron para hacer entender a los obispos españoles, que el catalán también era una lengua litúrgica, ya que la mayoría de los obispos, creían que solo lo podía ser el castellano.

Fueron tres las subcomisiones que reelaboraron el texto debatido, claramente renovador, y que fue presentado a los obispos el 7 de diciembre de 1962. Este texto fue repartido el 29 de septiembre de 1963, y las discusiones y votaciones tuvieron lugar del 8 al 31 de octubre y del 18 al 22 de noviembre, día en que fue votado, con el siguiente resultado: 2159 placet, 19 non placet y 1 voto nulo. La Constitución sobre la Sagrada Liturgia entró en vigor el 16 de febrero de 1964.
Con la Sacrosanctum Concilium, finalmente eran admitidas les lenguas vernáculas de África, Europa, Asia, América y Oceanía.

Tanto el P. Adalbert Franquesa, monje de Montserrat, como el P.Adrien Nocent, monje benedictino de Maredsous y profesor del Instituto Litúrgico de San Anselmo de Roma, participaron activamente, asesorando a los obispos.

Entre les reformas más visibles de la Sacrosanctum Concilium, había, además de la introducción de les lenguas vulgares, el altar de cara al pueblo, la restauración de la oración universal, el canon en voz alta y en lengua vernácula, la comunión con el pan y el vino de la Eucaristía, el canto religioso popular, la reforma de los rituales de los sacramentos o la concelebración.

No hace falta decir que la reforma litúrgica fue aceptada, por el hecho que permitía comprender mejor la celebración, ya que los fieles no solo oraban juntos, sino que también cantaban con las lenguas vernáculas. Había en todas partes, un verdadero entusiasmo por la reforma litúrgica. El obispo Bernard Yago, de Costa de Marfil decía: "Dios nos pide que cantemos y recemos según nuestra alma africana, ya que hasta ahora lo habíamos hecho según una tradición latina".

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