Pbro Diego Fenoglio
Cuarto
Domingo de Pascua – Ciclo C 2013
“…dar la vida por las ovejas…”
Ciertamente hay acogida del nuevo
mensaje por parte de muchos, pero también hay rechazos hasta violentos a la
predicación de Pablo y, antes de él, a las de Pedro y los demás. El rechazo
oficial no se queda sólo en no aceptar el mensaje; incluye también la expulsión
de la sinagoga y las amenazas a quienes siendo judíos se hayan convertido al
nuevo camino y pretendan asistir por cualquier circunstancia a la sinagoga.
Todo esto nos sirve para hacernos
una idea de las dificultades que tuvo que afrontar el anuncio del Evangelio en
sus orígenes, y la forma como Pablo, va abriendo paso para que el evangelio de
Jesús sea anunciado y conocido por todo el mundo, sin importar fronteras, razas
ni clases sociales.
Ese es otro de los efectos de la
resurrección de Jesús: el conocimiento, por parte de todos los seres humanos,
de la Buena Noticia del amor de Dios.
El evangelio nos refuerza también
ese efecto tan importante de la resurrección de Jesús que es la paternidad
universal de Dios. Los que han oído a Jesús y lo han visto actuar, son los
primeros llamados al reino que él proclama, y al mismo tiempo están en el deber
moral de anunciarlo a otros.
Jesús no
viene para ser un personaje nacionalista, sino aquél que sabe bien la necesidad
que tienen los hombres de vida y de vida verdadera; de una forma nueva de
comprender a Dios, y por ello va a dar la vida. Los judíos nunca esperaron un
Mesías que sufriera y que fuera, por tanto, capaz de dar la vida como Jesús se
empeña en hacer. El evangelio de Juan, pues, pretende desmontar una concepción
equivocada de mesianismo y nos descubre la opción radical tomada por Jesús. El
verdadero Mesías es el que sabe dar “la vida por las ovejas”, es decir, por el
pueblo.
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