Martín Gelabert Ballester, OP
Familia, situación religiosa amplia
Hay todo tipo de situaciones familiares. Unas más aceptadas social y religiosamente y otras religiosamente menos aceptadas. Pero incluso entre las personas cuya situación no plantea problemas a la doctrina católica, no todas viven su matrimonio de forma “ideal”. En nuestra nación existen centros de ayuda a personas con situaciones familiares difíciles atendidos por instituciones religiosas. Otras parejas, en situación canónica irregular, requieren un acompañamiento pastoral específico. En España hay algunas asociaciones católicas de divorciados vueltos a casar.
Por otra parte, el concepto cristiano y católico de familia monógama, no es compartido por todas las religiones. El Islam acepta la poligamia. Más aún, el Antiguo Testamento, sin que aparezca una palabra de reproche o condena, cuenta que Abraham tuvo dos esposas, Jacob tuvo cuatro y David 99. Aunque a muchos les resulte sorprendente vale la pena escuchar las razones que algunos dan para justificar la poligamia (esterilidad, enfermedades que impiden tener relaciones sexuales, varones con altos niveles de testosterona).
Es bien sabido que la Iglesia católica no acepta el divorcio. El matrimonio es indisoluble, monógamo y para toda la vida. Otra cosa es la nulidad matrimonial, que hay que distinguir claramente del divorcio civil. Nulidad es la declaración de que nunca ha habido matrimonio. La Iglesia ortodoxa procede de otra manera, pues acepta un segundo e incluso un tercer matrimonio, cuando el primero se quiebra. La Iglesia ortodoxa acepta que tras el divorcio (reconoce, pues, que hubo matrimonio, pero que este se ha quebrado, se ha roto) se pueda contraer un segundo matrimonio mediante el sacramento de la Iglesia. En estos casos, la celebración no tiene el honor y la dignidad del primer matrimonio y algunas oraciones tienen un tono de perdón.
Dentro de la comunidad católica, hoy existen otro tipo de situaciones familiares que van más allá del conjunto mujer, varón e hijos de esta pareja. Es el caso de un varón o una mujer solteros con hijos o hijas adoptados. Estamos ante una realidad nueva, que no plantea problemas desde el punto de vista de la fe, y que requiere una atención pastoral personalizada.
Estos ejemplos, no exhaustivos, de diferentes situaciones familiares, religiosamente hablando, tienen distintas valoraciones. Ahora bien, no compartir determinadas posturas no tiene que ser obstáculo para apoyarlas en lo bueno que tienen y respetarlas en aquellos aspectos, más o menos discutibles, que no compartimos.
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