sábado, 10 de noviembre de 2012


Pbro. Jorge Trucco

TRIGÉSIMO SEGUNDO DOMINGO DURANTE EL AÑO

NO TODO LO QUE RELUCE ES ORO

 

1Re 17,8-16: 
“El tarro de harina no se agotó ni se vació el frasco de aceite”
Heb 9,24-28: 
“Cristo no entró en un Santuario erigido por manos humanas”
Mc 12,38-44: 
“Cuídense de los escribas.... que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones”


San Marcos no dice que Jesús pasaba por allí o que estaba orando y vio esta escena... dice que Jesús estaba allí mirando cómo la gente echaba dinero en los cofres de las ofrendas. Escribas devoradores de casas de viudas y viuda pobre entregando todo lo que tiene para vivir al tesoro del Templo. La contraposición es muy evidente y aleccionadora. Así enseña Jesús a sus discípulos. No reuniéndolos en la Sinagoga para dictarles normas, sino enfrentándolos a la vida para fijar criterios de juicio y de acción. Jesús no se pierde en teorías, va a lo concreto. Una enseñanza teórica se mueve en el campo de los pretendidos principios, con una altura que no hiere a nadie porque no toca situaciones concretas. Lo que escuchamos como queja de muchos que frecuentan nuestros Templos y participan de nuestras celebraciones y escuchan nuestras predicaciones: “¡Siempre lo mismo! Repetir el evangelio de otro modo, pero sin ninguna relación con lo que uno está viviendo”. Sin embargo, este estilo, satisface a quienes prefieren que todo siga como siempre y no se analicen los acontecimientos de manera que se descubran las motivaciones que los inspiran. Jesús estaba allí mirando cómo la gente echaba dinero en los cofres de las ofrendas. ¡Qué bien nos haría mirar la vida, mirar lo que pasa a nuestro alrededor, sería la mejor manera de aprender sobre los secretos del Reino!


El estilo de Jesús, de comenzar por la vida en las circunstancias concretas por las que está atravesando la sociedad o la comunidad, para tratar de encontrar en la palabra revelada la luz que ilumine el camino a elegir, muchas veces resulta conflictivo, siembra intranquilidad y hasta rechazo. La acusación se expresa también con un juicio aparentemente inobjetable: “los curas no tienen que meterse en  política”, calificando como “POLÍTICA”  toda referencia a la realidad que complique a los poderes dominantes.


El estilo de Jesús se apoya constantemente en la realidad y él afronta la conflictividad de este estilo. Si uno se fija bien la acusación de Jesús es terrible. Escribas, los más entendidos en la Ley, que “devoran” las casas de las viudas desamparadas, ¡con el pretexto de largas ORACIONES! Uno piensa inmediatamente ¡que degeneración! ¡Aprovecharse de los débiles y nada menos que con lo sagrado (la oración) para apoderarse de lo ajeno! = UNA RELIGIÓN SIN FE… Con distinta modalidad es lo que hacen quienes en base a dar bendiciones y nombrar a Dios consiguen favor y popularidad que luego aprovechan para dominar y aprovecharse de los indefensos. No es raro en nuestros días encontrar tácticas de aprovechamiento de los más débiles en base a la manipulación publicitaria, pero es ciertamente indignante cuando esas tácticas utilizan las apariencias cristianas, y sumamente triste cuando desde las Iglesias, no se descubre el sentido de esas tácticas y se colabora al engaño del pueblo. También hoy podemos o mentir e ilusionar con falsas promesas o aprender a compartir, como la viuda de la primera lectura. 


Pero, del otro lado está esta viuda pobre que, sin sentido crítico, ingenua y generosamente, deposita en el tesoro del Templo, todo lo que es el capital necesario para su sustento. Jesús no alaba la pobreza, sino la grandeza de corazón de la viuda pobre. Aún si pensáramos que ella también deposita lo que tiene con el fin de ser retribuida, y lo más seguro es que así fue porque ya la falsa religión había infectado su conciencia, aún admitiendo eso, no deja ser un caso aleccionador que Jesús pasa por alto. Mientras los demás teniendo ya suficiente para vivir desean tener mucho más, para lo cual realizan la inversión que sea, esta mujer echa lo único que tiene y seguro lo ha hecho con amor, con toda seguridad no se atreve a pedirle a Dios le multiplique esa mínima cantidad, tal vez su único «interés» es que Dios no le deje faltar aquello con lo cual sobrevive.

Una señora de unos 75 años toma un tazón y le pide al mozo que se lo llene de caldo. A continuación se sienta en una de las mesas del local. Apenas sentada se da cuenta que ha olvidado el pan. Se levanta, se dirige a tomar un pan para comerlo con el caldo y vuelve a su sitio. ¡Sorpresa! Delante del tazón de caldo se encuentra, sin inmutarse, un “hombre de color”. Un negro comiendo tranquilamente.
"¡Esto es el colmo, –  piensa la señora –, pero no me dejaré robar!" Dicho y hecho. Se sienta al lado del negro, parte el pan en pedazos, los mete en el tazón que está delante del negro y coloca la cuchara en el recipiente. El negro, complaciente, sonríe. Toman una cucharada cada uno hasta terminar la sopa, todo ello en silencio. Terminada la sopa, el hombre se levanta, se acerca a la barra y vuelve poco después con un abundante plato de espagueti y... dos tenedores. Comen los dos del mismo plato, en silencio, turnándose. Al final se despiden. "¡Hasta la vista!", dice el hombre, reflejando una sonrisa en sus ojos. Parece satisfecho por haber realizado una buena acción. "¡Hasta la vista!", responde la mujer, mientras ve que el hombre se aleja.
La mujer le sigue con una mirada reflexiva. "¡Qué situación más rara! El hombre no se inmutó". Una vez vencido su asombro, busca con su mano el bolso que había colgado en el respaldo de la silla. Pero, ¡sorpresa!, el bolso ha desaparecido. Entonces... Iba a gritar "¡Un ladrón!"… cuando, al mirar hacia atrás, para pedir ayuda, ve su bolso colgado de una silla, dos mesas más allá de donde estaba ella. Y, sobre la mesa, una bandeja con un tazón de caldo ya frío...
Cuántas veces hemos juzgado mal a personas que consideramos peligrosas. Este hombre no tuvo ningún reparo en compartir su alimento con una señora mayor que se empeñó en que ese era su tazón de caldo. Y no sólo compartió con ella el caldo, sino también el plato de espagueti. A lo mejor era ‘todo lo que tenía para vivir’ y sin embargo, lo comparte con toda naturalidad, convencido de que la señora está pasando un mal momento y no tiene nada para comer.

Hay millones de pobres que siguen resistiendo en el silencio de todos los días, y no somos capaces de verlos, o cuando se nos invita a verlos se cuestiona por “obsceno” (“no apto para niñas y niños menores de 13 años” dicen los noticieros de televisión) o se “tapan” con estadísticas.  Mientras el testimonio de tantos hermanos y hermanas pobres que siguen luchando día a día para buscar trabajo, ingeniándose para criar y educar a sus hijos...  mucha dirigencia religiosa y política se contenta con largas oraciones o con largos discursos de palabras difíciles, para que nadie entienda y todo siga igual.

Jesús no alaba la pobreza, sino la grandeza de corazón de quienes desde la pobreza nos enseñan la solidaridad, la esperanza, la lucha por la justicia. Este fin de semana no podemos contentarnos con “escuchar el Evangelio”, tenemos que dejar que el “Evangelio” cambie nuestros criterios. Como en la época de Jesús, Él nos muestra la realidad, para que aprendamos por dónde pasan los criterios del Evangelio. No nos dejemos engañar. No todo lo que reluce es oro... Nuestra oración sólo tendrá sentido cuando sea como la de la viuda del Evangelio, oración que se exprese en solidaridad y lucha por la justicia para lograr la verdadera paz.

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