Homilía XXIII Domingo Durante el Año:
La esperanza se alza en medio de las dificultades.
Pbro. Gabriel
Ghione
El año litúrgico va llegando a su fin y nos presenta, en medio
de las dificultades del tiempo presente, un gran mensaje de esperanza.
El texto que escuchamos en el Evangelio cierra la actividad
de Jesús en Jerusalén antes de su Pasión. El género literario utilizado es el
apocalíptico. Al igual que la primera lectura este modo de escribir no busca
infundir miedo, ni hablar de cosas futuras, sino explicar el presente e
interpretarlo en clave de esperanza, buscando animar a los que leen y sufren un
momento de persecución, dificultad, tribulación porque se ven atacados por un
“contexto” desfavorable para la fe. Si prestamos atención todo aquello que
puede infundir miedo a la hora de ser fiel o coherente con la fe. De hecho el
miedo a la muerte por parte de los poderosos de su tiempo queda totalmente
descalificado ante la afirmación de Daniel: los que duermen en el suelo
polvoriento se despertarán. O las dificultades presentes a la hora de no
negociar con el mal, con la falta de respeto a la dignidad personal y con
ningún tipo de esclavitud o sometimiento se ve fortalecida al descubrir que
todo pasa, menos las palabras de Jesús.
En un cambio de época como la nuestra experimentamos el
desconcierto y la inseguridad de que algunas tradiciones caigan y otras se
levanten, en esta época estamos llamados a quedarnos con lo esencial y dejar
pasar lo accesorio. Hay valores que nunca van a cambiar pero hay modos de
vivirlos que necesariamente cambian de una época a otra, hay tradiciones,
grupos, estilos que van a desaparecer y eso no nos debe turbar, sino fortalecer
y quedarnos con esas palabras que no pasarán. Las palabras que no pasan y que
están rubricadas con la sangre de Jesús es el amor por el hombre capaz de dar
la vida, de entregarse para resistir ante cualquier forma de tiranía. Es el
servicio que se hace cercano y compasivo. Es la búsqueda del bien común por
encima de cualquier egoísmo o individualismo.
También hoy tenemos que dejarnos llenar por estos signos
extraordinarios que no vienen a contarnos el fin del mundo sino a manifestarnos
la caducidad de ciertas cosas que nos parecen imposibles de vencer o de
resistir. Hoy decimos que es imposible resistirse a un sistema capitalista
despiadado y cruel, que deja en la miseria a miles de millones de personas,
mientras que unos pocos disfrutan de una gran vida. Nos parece que es imposible
resistirnos a la vorágine consumista y a la velocidad de la sociedad actual
pero debemos percatarnos que el fin está cerca, que aquello que creíamos en el
firmamento “los astros”, se caen; pero permanece en nosotros esa sed insaciable
de bien, de Dios, de misericordia y bondad, esa necesidad de experimentar la
humanidad del otro y la propia. Permanecen en nosotros la necesidad de vivir
desde las palabras de Jesús, desde su estilo de vida.
Cuando pienso en las grandes personalidades de la historia:
cristianas o no, católicas o no, si ellos se hubieran dejado llevar por el
miedo, la comodidad, o por la imposibilidad de resistirse a un sistema, no
hubieran podido hacer lo que hicieron. Pensemos en Martín Luther King, Mahatma
Gandhi, Madre Teresa, Angelelli, Oscar Romero, etc. Ellos nos enseñan, desde el
mensaje apocalíptico, a no temer, a ser fuertes. Porque los poderosos solo
temen a los que no tienen miedo. La esperanza nos da fortaleza para no temer.
Desde aquí podemos entender que ningún cristiano puede
aceptar ni una fecha, ni una interpretación catastrófica del fin del mundo:
Dios vino a salvarnos, a enseñarnos a no tener miedo, a descubrir de lo que
somos capaces si nos proponemos sacar lo mejor de nosotros mismos.
Pbro. Gabriel Martín Ghione
Skipe: ghione.gabriel.martin
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"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5
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