viernes, 16 de noviembre de 2012


Homilía XXIII Domingo Durante el Año: 
La esperanza se alza en medio de las dificultades. 
Pbro. Gabriel Ghione

El año litúrgico va llegando a su fin y nos presenta, en medio de las dificultades del tiempo presente, un gran mensaje de esperanza.
El texto que escuchamos en el Evangelio cierra la actividad de Jesús en Jerusalén antes de su Pasión. El género literario utilizado es el apocalíptico. Al igual que la primera lectura este modo de escribir no busca infundir miedo, ni hablar de cosas futuras, sino explicar el presente e interpretarlo en clave de esperanza, buscando animar a los que leen y sufren un momento de persecución, dificultad, tribulación porque se ven atacados por un “contexto” desfavorable para la fe. Si prestamos atención todo aquello que puede infundir miedo a la hora de ser fiel o coherente con la fe. De hecho el miedo a la muerte por parte de los poderosos de su tiempo queda totalmente descalificado ante la afirmación de Daniel: los que duermen en el suelo polvoriento se despertarán. O las dificultades presentes a la hora de no negociar con el mal, con la falta de respeto a la dignidad personal y con ningún tipo de esclavitud o sometimiento se ve fortalecida al descubrir que todo pasa, menos las palabras de Jesús.

En un cambio de época como la nuestra experimentamos el desconcierto y la inseguridad de que algunas tradiciones caigan y otras se levanten, en esta época estamos llamados a quedarnos con lo esencial y dejar pasar lo accesorio. Hay valores que nunca van a cambiar pero hay modos de vivirlos que necesariamente cambian de una época a otra, hay tradiciones, grupos, estilos que van a desaparecer y eso no nos debe turbar, sino fortalecer y quedarnos con esas palabras que no pasarán. Las palabras que no pasan y que están rubricadas con la sangre de Jesús es el amor por el hombre capaz de dar la vida, de entregarse para resistir ante cualquier forma de tiranía. Es el servicio que se hace cercano y compasivo. Es la búsqueda del bien común por encima de cualquier egoísmo o individualismo.

También hoy tenemos que dejarnos llenar por estos signos extraordinarios que no vienen a contarnos el fin del mundo sino a manifestarnos la caducidad de ciertas cosas que nos parecen imposibles de vencer o de resistir. Hoy decimos que es imposible resistirse a un sistema capitalista despiadado y cruel, que deja en la miseria a miles de millones de personas, mientras que unos pocos disfrutan de una gran vida. Nos parece que es imposible resistirnos a la vorágine consumista y a la velocidad de la sociedad actual pero debemos percatarnos que el fin está cerca, que aquello que creíamos en el firmamento “los astros”, se caen; pero permanece en nosotros esa sed insaciable de bien, de Dios, de misericordia y bondad, esa necesidad de experimentar la humanidad del otro y la propia. Permanecen en nosotros la necesidad de vivir desde las palabras de Jesús, desde su estilo de vida.

Cuando pienso en las grandes personalidades de la historia: cristianas o no, católicas o no, si ellos se hubieran dejado llevar por el miedo, la comodidad, o por la imposibilidad de resistirse a un sistema, no hubieran podido hacer lo que hicieron. Pensemos en Martín Luther King, Mahatma Gandhi, Madre Teresa, Angelelli, Oscar Romero, etc. Ellos nos enseñan, desde el mensaje apocalíptico, a no temer, a ser fuertes. Porque los poderosos solo temen a los que no tienen miedo. La esperanza nos da fortaleza para no temer.

Desde aquí podemos entender que ningún cristiano puede aceptar ni una fecha, ni una interpretación catastrófica del fin del mundo: Dios vino a salvarnos, a enseñarnos a no tener miedo, a descubrir de lo que somos capaces si nos proponemos sacar lo mejor de nosotros mismos. 

Pbro. Gabriel Martín Ghione
Skipe: ghione.gabriel.martin
"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5

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