domingo, 25 de noviembre de 2012


Pbro Lucas Trucco

Domingo de Cristo Rey 

Ideas para la reflexión:
·         El evangelio de Juan relata un dialogo. En realidad, más que un interrogatorio, parece un discurso de Jesús para esclarecer algunos temas que interesan mucho al evangelista. En un determinado momento Jesús hace esta solemne proclamación: “Yo para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Jesús no solo dice la verdad, sino que busca la verdad y solo la verdad de un Dios que quiere un mundo más humano para todos sus hijos e hijas. Por eso, Jesús habla con autoridad, pero sin falsos autoritarismos. Habla con sinceridad, pero sin dogmatismos. No habla como los fanáticos que tratan de imponer su verdad. Tampoco como los funcionarios que la defienden por obligación aunque no crean en ella. No se siente nunca guardián de la verdad sino testigo.


·         Algunos pueden pensar que declarar a Cristo “rey” del universo es un anacronismo monárquico, un resabio de tiempos pasados, incluso si entendemos esta realeza en sentido más o menos metafórico. Puede que en parte sea verdad, pero si lo pensamos fríamente, declarar que Cristo es “presidente” o “primer ministro” de una cierta república, por mucho que no sea de este mundo, nos podría resultar aún más extraño (por no decir, ridículo). Y es que el título de presidente o primer ministro tiene un sentido meramente funcional y, por eso mismo, advenedizo, pasajero y temporal.[1]

·         La fiesta de Cristo, Rey del Universo, que cierra el año litúrgico, nos habla de la victoria final del amor y de la vida sobre el pecado y la muerte; algo que no siempre es patente en este mundo, en el que tantas veces parece que la bondad, la honestidad y la justicia no compensan y no merecen la pena. Pero Jesús, en su extraño reinado, coronado de espinas y entronizado en la cruz, testimonia que, al final, no hay fuerza mayor ni poder más grande que el del amor y el perdón, hasta la muerte; que ese reino, aunque no es de este mundo, está presente y operando ya en él, por medio de aquellos que escuchan su voz y tratan de ponerla en práctica; y que, al hacerlo, ellos mismos participan de la realeza de Cristo (invitados a tomar su cruz) y de su autoridad (el poder del amor), y se convierten en profetas, testigos del nuevo y definitivo reino, y en sacerdotes,  mediadores del Dios Padre de todos.[2]

·         Jesús se convierte así en “voz de los sin voz, y voz contra los que tienen demasiada voz” (Jon Sobrino).

·          Jesús entrega, “lo matan”, su vida porque quiere ser coherente al mensaje, porque no quiere negociar ningún valor del Reino. Debemos decirlo: el gran problema de la Iglesia no es la ortodoxia sino la ortopraxis (recta práctica del Evangelio), es que muchas veces borramos con el codo lo que escribimos con la mano.[3]


[1] Cfr. Pág. Web “Ciudad redonda”
[2] Cfr. Pág. Web “Ciudad redonda”
[3] Cfr. Reflexión del Domingo XXXIII durante el año de Gabriel Ghione –año 2012-

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