Pbro. Gabriel Martín Ghione
Homilía Domingo XXXII Durante el año:
“No hacer ruido”
El año litúrgico va llegando a su final, el texto elegido
por la Liturgia del Evangelio de Marcos hablan mucho de actitudes de vida, del
modo de vivir la fe. La hermosa perícopa de la viuda siempre tan actual.
Jesús enseña a partir de las actitudes y la forma de
comportarse de los escribas. Su ataque va contra aquella forma de presentarnos
que se fija:
·
En apariencias: pasearse con largas
vestiduras y ser saludados en las plazas.
·
En el mostrarse: ocupar los primeros asientos
en sinagogas y banquetes.
·
En una falsa piedad: devoran bienes de las
viudas y fingen largas oraciones.
Dentro de este contexto en el que Jesús manifiesta las malas
actitudes y reprocha a los escribas, se detiene a observar cómo la gente
depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia, de hecho el lugar para
colocar la ofrenda estaba hecho de tal manera que cuanto más grande era la
ofrenda, más ruido hacía. Sin embargo Jesús destaca la actitud de la viuda, ¿de
la que los escribas devoraron sus bienes?
Hay una clara comparación: los escribas se muestran, la
viuda pasa desapercibida: su ofrenda no hace ruido (es demasiado humilde),
mientras que ellos se manifiestan extremadamente piadosos, su acto de piedad
tiene un valor monetario ínfimo. Sin embargo Marcos nos resalta que es la que
más se parece a Jesús, porque de tres formas distintas y de manera seguida nos
da a entender que da su vida, porque entrega todo lo que tenía para vivir.
Así como Bartimeo se nos presentó como modelo de discípulo
que sigue a Jesús en el camino, la viuda se nos presenta como modelo de
entrega, como el anticipo de la entrega por amor. La entrega de Jesús de hecho
pasa desapercibida tras los vericuetos legalistas de los escribas y fariseos
que custodian la fe de Israel para que no se contamine. La entrega de Jesús no
hace ruido, porque el único que es capaz de reconocer lo que está pasando es un
centurión romano. La entrega de Jesús de dar todo lo que tiene: su propia vida
se convierte en el más auténtico acto de piedad, que hasta ese tiempo era
considerado una maldición[1][1]
Sí, aunque los escribas escriban la historia, la verdadera
historia la hacen los otros, los pequeños que no son como ellos. Muchas veces
nuestro corazón desea hacer historia y creemos que esto se juega en la
pretensión de hacer grande proezas o descubrimientos maravillosos. La historia
se juego en aquellas pequeñas e insignificantes cosas, aquellas grandes
entregas en lo cotidiano y oscuro de la vida, en donde Dios, como lo hizo con
la viuda, no ve la grandilocuencia del gesto sino la actitud del corazón.
La más generosa fue la viuda, la que entrego todo fue la
pobre a la que devoraron sus bienes. Hoy en la Iglesia sigue pasando
exactamente igual: la Iglesia crece por la generosidad de los pobres y los
humildes, de los que entregan silenciosamente sus bienes y su tiempo, de los
que no buscan frenéticamente acaparar y poseer, de los que no tienen miedo de
renunciar. Dios ve nuestro corazón, los hombres vemos solo las apariencias, por
ello, la viuda tiene que estar presente siempre en nuestra memoria, ella nos
recuerda y nos interpela profundamente: solo cuando somos capaces de dar desde
nuestra indigencia, desde todo lo que tenemos, sin hacer ruido, solo en
ese momento hemos entendido el mensaje de Jesús y comenzamos a vivir desde su
estilo evangelizador.
Hoy Jesús quiero darte gracias por la viuda y por tantas
personas que me cuestionan profundamente, no hacen ruido, no proclaman sus
proezas, son las capaces de transformar la historia desde lo oculto y lo
pequeño, desde la sencillez.
Skipe: ghione.gabriel.martin
"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5
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