miércoles, 28 de noviembre de 2012


El evangelio de cada día según Cortés


Es, sin lugar a dudas, el mejor viñetista religioso de habla hispana. José Luis Cortés publica ahora El Ciclo C, un recorrido por el Evangelio a través de las lecturas de la misa, en la colección de Religión Digital en Herder. Eso sí, con la mirada única e inconfundible de este autor e ilustrador que no deja indiferente. Por primera vez, se "viñeta" el Evangelio de cada día.

En palabras de Cortés: 
"Este no es un libro «piadoso», porque, a mi juicio, el Evangelio tiene poco que ver con la piedad  (y mucho con las cosas reales y concretas); 
tampoco es teología, o por lo menos no al estilo tradicional, aunque naturalmente expresa -ojalá con claridad- la visión que un servidor tiene de las cosas «teológicas» a estas alturas (¿o bajuras?) de mi vida. 
Para la catequesis podría valer, aunque dependiendo de lo que cada uno entienda por catequesis. 
Pero se trata, sobre todo, de la meditación de un pobre cristiano que quiere dialogar con los hermanos de su comunidad cristiana. En algunos momentos, con la dulzura y el agradecimiento de quien se siente acogido y querido; en otros, con la humildad de quien se siente perdonado a pesar de todo; y en otros, incluso, con coraje, porque los cristianos no somos capaces de emocionar suficientemente a la gente con el mensaje de Jesús y su pro¬puesta de vida total. 
En cualquier caso,  he querido que fuera un libro alegre". Los cientos de dibujos que aparecen en El Ciclo C han sido realizados expresamente para este libro, y no han sido publicados con anterioridad.



Rechazan alegato de un abogado en la causa por la muerte de dos sacerdotes riojanos
Obispado de La Rioja


La Rioja (AICA)

El obispo de La Rioja, monseñor Roberto Rodríguez, calificó de “desafortunadas” las afirmaciones hechas por el abogado Juan Carlos Pagotto, defensor del imputado Benito Vera, durante su alegato ante el Tribunal Oral Federal que sustancia la causa judicial que investiga la muerte de los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville. El prelado dijo que “nos vemos en la obligación pastoral de rechazar dichas afirmaciones, que afectan en lo más profundo las convicciones y sentimientos de quienes, confiados en el Evangelio testimoniaron, su entrega, sacrificio y vocación de servicio por el Reino de Dios, en nuestra diócesis”. Pagotto, según las informaciones periodísticas, dedicó su alegato a descalificar a las víctimas, al obispo Enrique Angelelli, a los testigos y a familiares de los abogados querellantes. Ante esto, monseñor Rodríguez consideró que “si bien el derecho de defensa en juicio, es una garantía constitucional que le asiste a todos los ciudadanos, no por ello se puede recurrir al agravio o a la descalificación de las personas como argumento defensivo”.
  
  
  
El obispo de La Rioja, monseñor Roberto Rodríguez, calificó de “desafortunadas” las afirmaciones hechas por el abogado Juan Carlos Pagotto, defensor del imputado Benito Vera, durante su alegato ante el Tribunal Oral Federal que sustancia la causa judicial que investiga la muerte de los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville. 

El prelado dijo que “nos vemos en la obligación pastoral de rechazar dichas afirmaciones que, afectan en lo más profundo nuestras convicciones y sentimientos de quienes, confiados en el Evangelio testimoniaron, su entrega, sacrificio y vocación de servicio por el Reino de Dios, en nuestra diócesis”. 

Pagotto, según las informaciones periodísticas, dedicó su alegato a descalificar a las víctimas, al obispo Enrique Angelelli, a los testigos y a familiares de los abogados querellantes. 

Ante esto, monseñor Rodríguez consideró que “si bien el derecho de defensa en juicio, es una garantía constitucional que le asiste a todos los ciudadanos, no por ello se puede recurrir al agravio o a la descalificación de las personas como argumento defensivo”. 


El comunicado 

“Habiendo tomado conocimiento a través de los medios de comunicación, sobre afirmaciones desafortunadas por parte del abogado defensor de uno de los imputados en la causa judicial que investiga sobre la muerte de los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, en ocasión de los alegatos por ante el Tribunal Oral Federal, y en referencia a la integridad moral de Mons. Enrique Angelelli y de los sacerdotes mencionados; nos vemos en la obligación pastoral de rechazar dichas afirmaciones, que afectan en lo más profundo nuestras convicciones y sentimientos de quienes, confiados en el Evangelio testimoniaron, su entrega, sacrificio y vocación de servicio por el Reino de Dios, en nuestra diócesis. 

“Consideramos que si bien el derecho de defensa en juicio es una garantía constitucional que le asiste a todos los ciudadanos, no por ello se puede recurrir al agravio o a la descalificación de las personas como argumento defensivo. 

Como ya lo expresamos en el pronunciamiento del 15 de noviembre del corriente año, “alentamos la labor del Tribunal Oral Federal, y animamos y agradecemos a todos los que con sus testimonios ayudan a develar la verdad largamente esperada”. 

“Finalmente bien vale la conceptualización de Santo Tomás de Aquino, en relación a la Justicia quien la entendía como “la virtud por la cual una persona dirige sus acciones hacia el bien común”. Que en este Año de la Fe, nos animemos a practicar la virtud de la justicia en todos los ámbitos, guiados por el espíritu de la caridad y la comprensión mutua”.+

martes, 27 de noviembre de 2012


"Espero que este pequeño libro pueda ayudar a muchas personas en su camino hacia Jesús y con él"
"He tratado de interpretar lo que Mateo y Lucas narran al comienzo de sus Evangelios"
Benedicto XVI

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Benedicto XVI, proemio de "La Infancia de Jesús"


Finalmente puedo entregar en manos del lector el libro prometido desde hace tiempo sobre los relatos de la infancia de Jesús. No se trata de un tercer volumen, sino de algo así como una antesala a los dos volumenes precedentes sobre la figura y el mensaje de Jesús de Nazaret.

He tratado aquí de interpretar ahora, en diálogo con los exégetas del pasado y del presente, lo que Mateo y Lucas narran al comienzo de sus Evangelios sobre la infancia de Jesús.

Según mi convicción, una interpretación correcta requiere dos pasos. Por un lado, hay que preguntarse qué es lo que los respectivos autores querían decir en su momento histórico con sus correspondientes textos; éste es el componente histórico de la exégesis. Pero no basta con dejar el texto en el pasado, archivándolo así junto con los acontecimientos sucedidos hace tiempo.

La segunda pregunta del auténtico exégeta debe ser ésta: ¿Es lo que se ha dicho? ¿Tiene que ver conmigo? Y, en este caso, ¿de qué manera? Ante un texto como la Biblia, cuyo último y más profundo autor, según nuestra fe, es Dios mismo, la cuestión sobre la relación del pasado con el presente forma parte inevitablemente de la interpretación misma. Con ello no disminuye el rigor de la investigación histórica, sino que lo aumenta.

Me he preocupado de entrar en diálogo con los textos en este sentido. Haciéndolo así, soy bien consciente de que este coloquio entre el pasado, el presente y el futuro nunca podrá darse por concluido, y que cualquier interpretación se queda corta respecto a la grandez del texto bíblico. Espero que, a pesar de sus límites, este pequeño libro pueda ayudar a muchas personas en su camino hacia Jesús y con él.

Castel Gandolfo, en la solemnidad de la Asunción de María al cielo

15 de agosto de 2012

Joseph Ratzinger- Benedicto XVI

1 Adviento (C) Lucas 21,25-28. 34-36
INDIGNACIÓN Y ESPERANZA
JOSÉ ANTONIO PAGOLA


Una convicción indestructible sostiene desde sus inicios la fe de los seguidores de Jesús: alentada por Dios, la historia humana se encamina hacia su liberación definitiva. Las contradicciones insoportables del ser humano y los horrores que se cometen en todas las épocas no han de destruir nuestra esperanza.

Este mundo que nos sostiene no es definitivo. Un día la creación entera dará "signos" de que ha llegado a su final para dar paso a una vida nueva y liberada que ninguno de nosotros puede imaginar ni comprender.

Los evangelios recogen el recuerdo de una reflexión de Jesús sobre este final de los tiempos. Paradójicamente, su atención no se concentra en los "acontecimientos cósmicos" que se puedan producir en aquel momento. Su principal objetivo es proponer a sus seguidores un estilo de vivir con lucidez ante ese horizonte.

El final de la historia no es el caos, la destrucción de la vida, la muerte total. Lentamente, en medio de luces y tinieblas, escuchando las llamadas de nuestro corazón o desoyendo lo mejor que hay en nosotros, vamos caminando hacia el misterio último de la realidad que los creyentes llamamos "Dios".

No hemos de vivir atrapados por el miedo o la ansiedad. El "último día" no es un día de ira y de venganza, sino de liberación. Lucas resume el pensamiento de Jesús con estas palabras admirables: "Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación". Solo entonces conoceremos de verdad cómo ama Dios al mundo.

Hemos de reavivar nuestra confianza, levantar el ánimo y despertar la esperanza. Un día los poderes financieros se hundirán. La insensatez de los poderosos se acabará. Las víctimas de tantas guerras, crímenes y genocidios conocerán la vida. Nuestros esfuerzos por un mundo más humano no se perderán para siempre.

Jesús se esfuerza por sacudir las conciencias de sus seguidores. "Tened cuidado: que no se os embote la mente". No viváis como imbéciles. No os dejéis arrastrar por la frivolidad y los excesos. Mantened viva la indignación. "Estad siempre despiertos". No os relajéis. Vivid con lucidez y responsabilidad. No os canséis. Mantened siempre la tensión.

¿Cómo estamos viviendo estos tiempos difíciles para casi todos, angustiosos para muchos, y crueles para quienes se hunden en la impotencia? ¿Estamos despiertos? ¿Vivimos dormidos? Desde las comunidades cristianas hemos de alentar la indignación y la esperanza. Y solo hay un camino: estar junto a los que se están quedando sin nada, hundidos en la desesperanza, la rabia y la humillación.

Carta de Adviento
José Alegre





Querido Agustín: Es gratificante volver a releer algunas cartas. Sobre todo las cartas escritas a mano. Yo defiendo siempre la importancia de escribir a mano, pues considero que es un procedimiento que me permite recoger con más fidelidad la vibración interior. La pluma en la mano sobre el blanco papel es como una prolongación más directa del corazón. 

Pero estoy descubriendo que también es muy interesante releer cartas ya recibidas; es volver a recordar una amistad entretejida en la preciosas líneas de una carta amiga, es volver a sentir cerca a esta persona amiga, incluso llegar a vivir una nueva experiencia. Y una nueva experiencia puede ser siempre motivo de un nuevo enriquecimiento. Tanto que estoy considerando reservarme un pequeño tiempo semanal para ese “reencuentro lector” con mis amistades.

Quizás me sugieren todos estos pensamientos el hecho de que estos días finaliza el Año Litúrgico, y empezamos a continuación el tiempo litúrgico de Adviento.

Yo diría que el Año Litúrgico es como un precioso reportaje que recoge la historia, una historia de amor, vivida entre Dios y el hombre. Un reportaje para celebrar y vivir esa historia de amor. Un reportaje que empieza con la creación de Dios, la bondad de Dios que se derrama en el tiempo, continua con unas relaciones entre lo humano y lo divino, para culminar con la nueva creación, la del hombre nuevo, y que nos muestra dos puntos especialmente significativos: la Encarnación y la Resurrección.

Bien, pues ahora nos disponemos a “releer”, a celebrar, a vivir, esa carta de Dios, escrita y vivida a lo largo de siglos con su criatura humana.

Esta carta de Dios, este Misterio divino es algo vivo, que me vuelve a descubrir el corazón vibrante de profundo amor de un Dios que me invita, y a todos cuantos celebran este tiempo litúrgico, a incorporarme a un camino de vida y de amor. A una historia que Dios quiere vivir con cada una de sus criaturas, y con toda la humanidad. 

Al iniciarse este tiempo de Adviento, volvemos a celebrar el mismo Misterio que hace un año; pero yo, tú, todos los humanos, estamos viviendo problemas diferentes, con nuevos matices. Por esto Dios se acerca con una mirada nueva a su criatura; Dios quiere suscitar vibraciones nuevas en nuestra vida. En esta vida humana donde sigue teniendo demasiada fuerza la noche. A esta noche haces referencia en tu carta: el dolor, la muerte, la violencia, la falta de fe, esperanza, las dificultades para vivir el amor… Ante este panorama agradezco tu pensamiento, tu palabra sencilla y profunda: La Palabra de Dios, incluso silenciosa, atraviesa la noche, para engendrar después la luz verdadera que “no se apaga”. Y, efectivamente, este tiempo de Adviento, y también cada uno de los tiempos del Año Litúrgico, es un tiempo para poner nuestra noche bajo la luz purificadora de la Palabra. 

Agustín, cuando releo esta palabra tuya en una carta recibida hace ya un tiempo, siento que mi espacio interior vuelve a vibrar; te siento a ti detrás de esa palabra, y no puedo dejar de conmoverme por tu amistad; y, del mismo modo, sentirme muy cerca de ti, y de la vibración de tu espacio interior en el momento de ponerla por escrito.

Y algo de esto me sucede ahora cuando empiezo este nuevo Año Litúrgico con el tiempo de Adviento. Vuelvo a escuchar la Palabra de Dios, vuelvo a celebrarla en la Eucaristía, cada Domingo, o en las solemnidades del Misterio de Cristo, o de Santa María, o de los Santos que asimilaron y se incorporaron a este misterio de amor divino; y mi noche, mis oscuridades, o mis debilidades vuelven a conmocionarse ante la luz de la Palabra, ante las sugerencias e invitaciones del Misterio amoroso de Dios.

Esta Palabra, que me asegura en este primer domingo de Adviento que tendré signos, que se me mostrarán en mi camino; una Palabra que me ofrecerá su sabiduría encarnada en unas personas que me ofrecen una referencia única de cara al Misterio de Dios, como Isaías, Juan Bautista, Santa María; una Palabra que me asegura que Dios cumple su promesa, una promesa cuya realización es la presencia de justicia y derecho, y que la quiere cumplir hoy en mi vida, y en la de todos sus hijos; una Palabra que me garantiza su gracia y su paz, y que llama a escucharla, a guardarla en el corazón, atento a que se manifieste en mi vida, como una luz para otros. Una Palabra en definitiva que me interpela para que escuche la Verdad y la lleve a mi propia vida, y no me abandone en la mentira.

Y por encima de todo, en el dintel del nuevo Año contemplamos ya un Dios compasivo, humano, que nos llama a escucharle y adentrarnos en su Misterio de amor. Apasionante. ¿Qué Dios hay como nuestro Dios? 
 Os deseo una feliz celebración y vida del tiempo de Adviento, y mañana y pasado mañana, un feliz Año Litúrgico.
P. Abad

lunes, 26 de noviembre de 2012

CURSOS 
DE LA ESCUELA DE BIBLIA 
"PARRESÍA"


LUNES 26
TEMA: Economía y Biblia (1).
LUGAR: Pquia. de la ciudad de Pilar.
HORA: 20,00-22,30 hs


MARTES 27
TEMA: Economía y Biblia (2).
LUGAR: Pquia. de la ciudad de Pilar.
HORA: 20,00-22,30 hs





MIÉRCOLES 28
TEMA: Libro del Apocalipsis (1).
LUGAR: Pquia. María y José.
HORA: 19,00-21,00 hs



JUEVES 29
TEMA: Libro del Apocalipsis (2).
LUGAR: Pquia. María y José.
HORA: 19,00-21,00 hs




VIERNES  30
TEMA: El Diablo.
LUGAR: Casa de la Catequesis de Córdoba.
HORA: 19,00-21,30 hs



SÁBADO 1º de diciembre
OBJETO: 
Ultima reunión del año, para inscribirse a las Jornadas de Biblia de "Parresía"del 2013
LUGAR
Casa de la Catequesis de Córdoba.
TEMA
La interpretación latinoamericana del Libro de los Hechos de los Apóstoles, dirigido por el Pbro. Pablo Richard.
DÍAS
Viernes 8 al domingo 10 de marzo del 2013.








Pbro. Gabriel Martín Ghione
Homilía Solemnidad de Cristo Rey: 
Yo soy Rey pero no como los de este mundo. 

Hoy la Iglesia celebra la solemnidad de Cristo Rey. Para enmarcar bien esta fiesta, la Liturgia, en sus tres ciclos, coloca un texto de la Pasión. Jesús es rey pero no como lo presente el imaginario colectivo, ni siquiera como a veces lo presentamos en la misma Iglesia: Jesús reina desde el madero: testimonio de la verdad que es capaz de dar la vida con tal de no negociar ningún valor del Reino.
Este semana estuve en el convento de las hermanas benedictinas y con Marcos reflexionábamos sobre cómo es el reinado de Jesús y donde Reina. Juntos meditábamos en voz alta sobre una presentación un poco simplista de la muerte de Jesús. Cuando decimos que Jesús entregó su vida a la muerte, no queremos decir que Jesús se entregó para que lo mataran. Pensar así, de hecho contradice los pasajes del Evangelio que relatan que Jesús se escapó varias veces y los tan sugerentes de la oración en el huerto. Jesús entrega, “lo matan”, su vida porque quiere ser coherente al mensaje, porque no quiere negociar ningún valor del Reino. Él se convierte en testigo de la verdad, no de una verdad doctrinal sino la verdad que se manifiesta en su persona y en su actuar. Él es el testigo fiel que derrama su sangre por amor pero desde la convicción de que la muerte es solo la consecuencia de que no se aceptó su mensaje. De hecho con toda claridad debemos decir que Dios no quiso la muerte de Jesús como causa de nuestra salvación, sino que aceptó su muerte y, nos valió la salvación. Pensar de otro modo sería presentar la muerte de Jesús como algo querido directamente por el Padre. San Juan cuando se refiere a que Dios “no perdonó  a su propio Hijo sino que lo entregó a la muerte por nosotros”, debe ser interpretado como que permitió la voluntad de los hombres de matar a Jesús y aceptó esa entrega de Jesús, como “precio” de la salvación. Dios “premió” a los hombres por el amor, fidelidad y coherencia de Jesús y no por su muerte.

Jesús es rey, pero no como los de este mundo. Es rey desde la impotencia: ¿buscamos una Iglesia poderosa? Es rey desde el aparente fracaso ¿Buscamos éxitos pastorales? Es rey en la libertad de ser coherente y no claudicar ¿Somos libres para anunciar o callamos antes los poderosos? Es rey desde la verdad que manifiesta en su vida ¿Somos auténticos o acomodamos las casos según mejor nos parece? Preguntas que debemos hacernos y no tener miedo a que delaten nuestras tibiezas e incoherencias. Prefiero reconocerme pecador que justo, después de todo eso nos lo enseño el Maestro.

Jesús es Rey, no tiene miedo de jugarse la vida. Jesús nos enseña que no debemos buscar ser reyes como los de este mundo, sino ser de los que son capaces de dar testimonio defendiendo la verdad con su propia vida, una verdad que no es meramente doctrinal sino más bien, testimonial. Debemos decirlo: el gran problema de la Iglesia no es la ortodoxia sino la ortopraxis (recta práctica del Evangelio), es que muchas veces borramos con el codo lo que escribimos con la mano.

Te comparto un pensamiento final. Reinamos cuando no hacemos las cosas porque están mandadas sino porque queremos, cuando no nos mueve el miedo sino el amor, cuando renunciamos a lo más precioso para darnos, entregarnos; cuando somos capaces de volver a empezar una y otra vez, cuando damos miles de oportunidades para cambiar al otro; cuando no claudicamos, ni nos acomodamos frente al poder, prestigio o riqueza de las personas sino que valoramos al ser humano, más allá de estas circunstancias concretas. Reinamos cuando amamos en serio, cuando amamos al que no nos ama, cuando nos jugamos por el que no puede devolvernos y cuando tratamos por iguales a los que este mundo tiene por menos: los pobres, excluidos, marginados, olvidados, incontables, innombrables.       




Skipe: ghione.gabriel.martin

"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5

Lo Mejor del Concilio


La Biblia, considerada libro sagrado e inaccesible en vitrinas herméticas, se convertía en Palabra viviente...(Dolores Aleixandre, rscj). 


Cuando empezó el Concilio yo llevaba una cofia almidonada de campesina borgoñona del s. XVIII que sobresalía por los lados y sólo me permitía mirar de frente. Al acabar el Concilio, la habíamos cambiado por otra que se ajustaba a la cabeza y hacía ya posible una mirada panorámica: todo un símbolo de la ampliación de visión y ensanchamiento de horizontes que se vivía a nivel eclesial.

Lo mejor del Concilio creo que fue permitirnos vivir la experiencia de que lo que parecía inmutable, mutaba, lo atado se desataba y lo petrificado se derretía. Y eso grabó en nuestras conciencias la convicción de que lo esencial del Evangelio es muy poco y casi todo lo demás es cuestionable, reversible y adaptable.

Se desmoronaban las murallas de la Jericó eclesial y se invitaba a todos pasear por sus parques y avenidas: la llamada a la santidad dejaba de ser propiedad privada de clérigos y religiosos y se convertía en una vocación universal que nos igualaba a todos.

La Biblia, considerada libro sagrado e inaccesible en vitrinas herméticas, se convertía en Palabra viviente, se instalaba en la mesa camilla de nuestra casa y viajaba con nosotros en transporte público.

La liturgia se sacudía las sandalias de tanto polvo de rituales arcanos y vestimentas extrañas y la Eucaristía volvía a ser Pan roto y compartido que circulaba en la comunidad de hermanos y hermanas.

¿Lo peor? La falta de estrategias pedagógicas para explicar los cambios y un optimismo demasiado ingenuo y poco previsor: impidió calcular el poder que iban a seguir ejerciendo los sectores reacios al Concilio que, con la curia vaticana a la cabeza, ejercían mando en plaza y tenían en su mano la palanca del freno.

¿Qué cambió?

Dejar de mirar el mundo alejándose irremisiblemente de Dios y amenazando a la Iglesia: nos invitaron a contemplarlo confiando en la presencia fiel de Dios y de su amor irrevocable a la humanidad.

Llamar a la Iglesia “Pueblo de Dios” consiguió que le caducara el código de barras al anterior “modelo piramidal”. Esta nueva imagen conecta tanto con la propuesta evangélica de circularidad fraterna (en la que la silla del Padre vacía, en expresión feliz de Carlos Domínguez) que sigue manteniendo su poder de atracción a pesar de los intentos de sofocarla.

Ha emergido la dignidad de la conciencia, con la belleza de Eva en el jardín de la creación y han salido huyendo como sabandijas un sin fin de normas, rúbricas, prescripciones y observancias inverosímiles que se habían ido colando por las rendijas de la praxis cristiana.

Habían ejercido su ridículo poderío más tiempo del conveniente con la ventaja para el estamento clerical de que dejaban en sus manos el control de las conciencias: no hay más que recordar aquellas confesiones del “sonsáqueme, padre”, respondiendo a preguntas infames tipo “cuántas veces” y “con quién” que le amargaron la infancia a más de uno.

Ahora intentan volver a colarse y unos cuantos estarían encantados de su retorno, pero la conciencia cristiana adulta se ha enderezado como aquella mujer encorvada del Evangelio: ya no estamos dispuestos a perder el estatuto de los hijos para recaer en la sumisión de los siervos o en el infantilismo de los menores de edad.

En cuanto a los frenos y retrocesos y más allá de la responsabilidad de la jerarquía, que tiene su cuota, también otros hemos puesto trabas al fluir del torrente conciliar. La generación de los que vivimos aquellos cambios corremos el peligro de sacralizarlos sin admitir que se pongan en cuestión. Tenemos que ser más flexibles y estar dispuestos a someter a discernimiento los “formatos” en que hemos vivido el Concilio, aceptando que muchos de ellos necesitan de nuevo “aggiornamento”.

Pobres de nosotros si nos volvemos tan “ultras” como los que, del otro lado, se cerraron y se siguen cerrando a moverse de sus posturas.

Dolores Aleixandre, rscj

El Ciervo / Reflexión y Liberación  -   Octubre 2012




  

domingo, 25 de noviembre de 2012


Pbro Lucas Trucco

Domingo de Cristo Rey 

Ideas para la reflexión:
·         El evangelio de Juan relata un dialogo. En realidad, más que un interrogatorio, parece un discurso de Jesús para esclarecer algunos temas que interesan mucho al evangelista. En un determinado momento Jesús hace esta solemne proclamación: “Yo para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Jesús no solo dice la verdad, sino que busca la verdad y solo la verdad de un Dios que quiere un mundo más humano para todos sus hijos e hijas. Por eso, Jesús habla con autoridad, pero sin falsos autoritarismos. Habla con sinceridad, pero sin dogmatismos. No habla como los fanáticos que tratan de imponer su verdad. Tampoco como los funcionarios que la defienden por obligación aunque no crean en ella. No se siente nunca guardián de la verdad sino testigo.


·         Algunos pueden pensar que declarar a Cristo “rey” del universo es un anacronismo monárquico, un resabio de tiempos pasados, incluso si entendemos esta realeza en sentido más o menos metafórico. Puede que en parte sea verdad, pero si lo pensamos fríamente, declarar que Cristo es “presidente” o “primer ministro” de una cierta república, por mucho que no sea de este mundo, nos podría resultar aún más extraño (por no decir, ridículo). Y es que el título de presidente o primer ministro tiene un sentido meramente funcional y, por eso mismo, advenedizo, pasajero y temporal.[1]

·         La fiesta de Cristo, Rey del Universo, que cierra el año litúrgico, nos habla de la victoria final del amor y de la vida sobre el pecado y la muerte; algo que no siempre es patente en este mundo, en el que tantas veces parece que la bondad, la honestidad y la justicia no compensan y no merecen la pena. Pero Jesús, en su extraño reinado, coronado de espinas y entronizado en la cruz, testimonia que, al final, no hay fuerza mayor ni poder más grande que el del amor y el perdón, hasta la muerte; que ese reino, aunque no es de este mundo, está presente y operando ya en él, por medio de aquellos que escuchan su voz y tratan de ponerla en práctica; y que, al hacerlo, ellos mismos participan de la realeza de Cristo (invitados a tomar su cruz) y de su autoridad (el poder del amor), y se convierten en profetas, testigos del nuevo y definitivo reino, y en sacerdotes,  mediadores del Dios Padre de todos.[2]

·         Jesús se convierte así en “voz de los sin voz, y voz contra los que tienen demasiada voz” (Jon Sobrino).

·          Jesús entrega, “lo matan”, su vida porque quiere ser coherente al mensaje, porque no quiere negociar ningún valor del Reino. Debemos decirlo: el gran problema de la Iglesia no es la ortodoxia sino la ortopraxis (recta práctica del Evangelio), es que muchas veces borramos con el codo lo que escribimos con la mano.[3]


[1] Cfr. Pág. Web “Ciudad redonda”
[2] Cfr. Pág. Web “Ciudad redonda”
[3] Cfr. Reflexión del Domingo XXXIII durante el año de Gabriel Ghione –año 2012-

viernes, 23 de noviembre de 2012


Pbro. Jorge trucco
CRISTO REY

TRIGÉSIMO CUARTO DOMINGO DURANTE EL AÑO


Dn 7,13-14: 
"...Vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre"
Ap 1,5-8: 
"Él vendrá entre las nubes y todos lo verán"
Jn 18,33b-37: 
"Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad escucha mi voz"

· Fiesta  de Cristo Rey, que ya celebramos en la PASCUA,  el  VIERNES SANTO,  en  la fiesta de la ASCENSION, y CADA DOMINGO al  celebrar la Eucaristía: Jesús como centro de nuestra vida. La Palabra nos invita a cerrar el año litúrgico expresando nuestra fe en Jesús que da sentido a nuestra vida y señala un rumbo a la historia.
· Las antiguas profecías anunciaban que Dios salvaría a su pueblo mediante un descendiente del rey David. Así Daniel (7,13-14) anuncia a un Hijo de hombre que será entronizado por el mismo Dios. La expectativa de un Mesías real de linaje davídico era, probablemente, la religiosidad popular de la época.
· Juan (18,33-37) nos presenta a Jesús en una circunstancia bastante poco  “digna”  de un rey. Aquí está la ironía, Jesús, atado para la crucifixión actúa como un rey, libre de todo. Pilato, actúa preso de su cargo y ambiciones.

· "Mi reino no es de este mundo"  ¿querrá decir “no preocuparnos de los problemas del mundo y esperar todo del cielo”?... Si Jesús hubiera entendido así su vida, seguramente no habría tenido que comparecer ante Pilatos… Muchas veces así lo presentan los poderes económicos en las sociedades injustas para legitimar sus injusticias. Cuando dijo “mi reino no es de este mundo” ¿no habría que entenderlo más bien "yo soy  rey, pero no como los de este mundo"?.
La misericordia para con los pecadores, la restitución de la salud a los enfermos, la vuelta a la vida a los muertos, el devolver la dignidad a los excluidos y la libertad a los oprimidos, y el dar de comer a los hambrientos, son signos reales de la irrupción de ese reinado de Dios en la historia humana.

· Jesús  nos trae el REINO DE LA VERDAD. Desde hace muchos años hoy se celebra el día del apostolado laico: dar testimonio del amor, de la verdad y la justicia en las distintas realidades familiares, laborales, etc. TESTIGOS DE COHERENCIA… ¿por qué estamos dispuestos a jugarnos la vida?...

Aunque la injusticia no es querida por Dios, no rompe su Plan. O aceptamos a un Rey que se juega la vida, pero “no se vende”, o nos condenamos como aquellos que por despreciar la propuesta de Jesús decían "no tenemos más rey que el Cesar" (la salvación no venía como ellos la esperaban, en la “ley del más fuerte”, sino en la coherencia de Jesús).

* ¡Cuánto nos falta hoy ese testimonio de la verdad y justicia que muestra el Reino de Dios! Jesús nos trae el Reino de Dios, de la Verdad-Justicia, que no es de este mundo, mundo de mentira. Proclamar hoy a Jesús como Rey es estar dispuestos a dar testimonio de su Palabra que es la Verdad. ¿Qué lugar ocupó la Palabra de Dios en nuestra vida durante este año?... ¿nos han perseguido por practicar la justicia, como a Jesús?

El Reino de Dios se construye no con la espada, sino tomando la cruz: tirando por tierra el apoyar la obra de la Iglesia en PODERES DE "ESTE MUNDO". (El Apocalipsis alienta a las comunidades perseguidas por el poder de turno; Jesús con su sangre nos salvó, nos sigue salvando)

En el sentido bíblico, muchas de las cualidades o características atribuidas a Dios tienen como objetivo provocar la imitación de los seres humanos. Si Dios descansa en el séptimo día, el hombre también tiene que hacerlo; si Dios ama es para que nosotros amemos; si Dios es perfecto en el amor también nosotros tenemos que serlo; si Dios hace salir el sol y llover sobre buenos y malos también nosotros tenemos que proceder sin discriminaciones... El Cristo rey de la cruz con el cartelito INRI, es la vacuna contra la ambición: tentación y pecado capital de la Iglesia. En el mundo (fuera y dentro de la Iglesia…) todo se compra y se vende (corrompe…).  Si seguimos en el no te metás… o si todos lo hacen, por qué yo no voy a aprovechar… si todos hacen trampa, por qué yo no la voy a hacer… en pocos años estaremos en el primer puesto entre los “reinos de este mundo”…

La Iglesia, comunidad de los que seguimos a Jesús, es “germen y principio de este Reino” (LG 5). El Reino del servicio coherente y humilde, y desde aquel no-poder manifestado en la Cruz. Mirar a Jesús que se JUEGA LA VIDA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA, sin dejarse intimidar por Pilato, puede motivarnos para que en esta semana en la oración nos preguntemos: ¿por qué cosas estoy yo dispuesto a jugarme la vida?....


Martín Gelabert Ballester, OP 
Qué hizo Jesús no es la buena pregunta 



A propósito de muchas cuestiones algunos apelan, para saber a qué atenernos, a lo que hizo Jesús o a lo que dice el Nuevo Testamento. Ahora bien, para entender bien a Jesús hay que situarlo en su tiempo y lugar. Hay asuntos sobre los que Jesús no se pronunció. Y si encontramos algún texto en el Nuevo Testamento que tenga alguna relación con tales asuntos, no debemos olvidar que el contexto histórico y social del tiempo de Jesús era muy distinto al nuestro. Por tanto, no podemos trasponer tal cual la respuesta de Jesús, sin conocer, por una parte, el contexto en el que esa respuesta se dio y, por otra parte, sin analizar la situación actual a la que queremos responder.
  

Para un cristiano, Jesús es una referencia ineludible a la hora de tomar decisiones. Pero no podemos pretender que la decisión que tomamos nosotros, sea la que Jesús tomaría hoy. La decisión es responsabilidad nuestra. Y es posible que otro cristiano, situado en la misma tesitura, tome otra decisión distinta, igualmente legítima y evangélica, debido a que ha hecho un análisis distinto de la situación. ¿Qué responde mejor al amor evangélico? ¿Dar una limosna al pobre, entregar esa cantidad a una institución como “Caritas”, exigir responsabilidades a los servicios sociales del ayuntamiento o votar en las próximas elecciones a otro partido? No se trata de actos incompatibles, pero cada uno pondrá el acento preferentemente en uno u otro según el análisis que haga de la situación social del pobre. La buena pregunta a propósito de muchas cuestiones en las que buscamos inspiración en la persona de Jesús no es: ¿qué hizo Jesús?, sino: ¿qué debemos hacer nosotros hoy inspirándonos en el espíritu de Jesús? Esta pregunta nos obliga a asumir responsabilidades y, por tanto, a responder de nuestros actos.
  

Este modo de proceder vale no sólo para asuntos personales, sino también para asuntos eclesiales. Cuando, por ejemplo, se apela a que los sacramentos provienen de Cristo, ya hace tiempo que se abandonó la pretensión de buscar en el Nuevo Testamento la realidad sacramental actual. El sacramento tiene una referencia a Cristo y una configuración eclesial. De modo que a la referencia al pasado de Cristo hay que añadir una referencia a la actualidad de Cristo, o sea, al Espíritu Santo. Los sacramentos tienen así una doble autoría, Cristo y el Espíritu, y la segunda autoría deja a la Iglesia la posibilidad de interpretar y regular, como así lo ha hecho a lo largo de la historia. No hay ritos y misales inmutables, como el de San Pío V. Antes de este venerable Papa ya se celebraba la eucaristía. Su Misa y su rito tienen una referencia apostólica, pero también se deben a una intervención humana y eclesial que la misma autoridad humana y eclesial puede cambiar.

jueves, 22 de noviembre de 2012


Pbro. Diego fenoglio
Jesucristo Rey del Universo

“…Reino de paz, justicia, verdad y libertad…”



La festividad de Cristo Rey cierra el año litúrgico y se pretende poner en el horizonte de nuestra historia a Aquél que ha hecho presente en este mundo el reinado de Dios, que no es un estado, sino una situación en la que los hombres deben aprender a vivir en solidaridad.

La acusación contra Jesús de que era rey, mesías, la aprovecha Juan teológicamente para un diálogo sobre el sentido de su reinado. Este no es como los reinos de este mundo, ni se asienta sobre la injusticia y la mentira, ni sobre el poder de este mundo. Allí, pues, donde está la verdad, la luz, la justicia, la paz, allí es donde reina Jesús. No se construye por la fuerza, ni se fundamenta políticamente. Es un reino que tiene que aparecer en el corazón de los hombres que es la forma de reconstruir esta historia. Es un reino que está fundamentado en la verdad, de tal manera que Jesús dedica su reinado a dar testimonio de esta verdad; la verdad que procede de Dios, del Padre. Sólo cuando los hombres no quieren escuchar la verdad se explica que Jesús sea juzgado como lo fue y sea condenado a la cruz. Esa es la verdad que en aquél momento no quiso escuchar Pilato, pues cuando le pregunta a Jesús qué es la verdad sale raudo de su presencia para que poder justificar su condena posterior. Juan nos quiere decir que Jesús es condenado porque los poderosos no quieren escuchar la verdad de Dios.

El sentido profundo de los signos realizados por Jesús será, justamente, indicar que el Reino de Dios ya está abriéndose camino. La misericordia para con los pecadores, la restitución de la salud a los enfermos, la vuelta a la vida a los muertos, el devolver la dignidad a los excluidos y la libertad a los oprimidos, y el dar de comer a los hambrientos, son signos reales de la irrupción de ese reinado de Dios en la historia humana.


martes, 20 de noviembre de 2012


ESCUELA 
DE ESTUDIOS BIBLICOS 
“PARRESÍA”


EL DIABLO.


¿QUÉ SE HA DICHO?

Ø RELEVANCIA DEL TEMA “... la tarea central de la novelística de hoy es la indagación del hombre, lo que equivale a decir que es la indagación del Mal.  El hombre real existe desde la caída. No existe sin el demonio, Dios no basta”. (Ernesto Sábato)
Ø EL MALESTAR EN LA CULTURA: “El diablo sigue siendo el mejor subterfugio para disculpar a Dios” (Sigmund Freud)
Ø PREOCUPACIÓN ECLESIAL: “… una de las mayores necesidades de la Iglesia es la defensa de la existencia de aquel mal que llamamos demonio” (Pablo VI)
Ø ESTRATEGIA DE SATÁN: “… la mejor treta del diablo es convencernos de que no existe” (Baudelaire).
Ø PREGUNTA TEOLÓGICA: ¿Se podrá salvar el diablo? (G. Pappini).
Ø PREGUNTA PASTORAL: ¿Qué hacer con el diablo? (J. Moltmann).



¿QUE  SABEMOS?

Ø La Biblia: SATÁN= AT ¿una figura marginal?;   NT, su auge?
Ø El Magisterio eclesiástico (Concilios, Papas y Catecismo Oficial). 
Ø Teólogos y biblistas (K. Rahner, Xavier León-Doufour, etc.).
Ø Pastoral: ¿Una novísima estrategia “demoníaca” para el siglo XXI?




INFORMACIÓN:

D Í A :          Viernes 30 de noviembre
LUGAR:       Casa de la Catequesis en Obispo Trejo 459
H O R A :     19,00-21,30 hs.
ORGANIZA: Escuela de Biblia “Parresía”
DOCENTE:   Pbro. Juan Manuel González
C O S T O :   $ 20 (habrá un apunte de libre adquisición: $ 25)