sábado, 9 de julio de 2016

Europa ha puesto cepos para cazar samaritanos

Xabier Pikaza
Dom 15, tiempo ordinario, ciclo C. Las dos postales anteriores han tratado del Dios emigrante, como cigüeñas de la imagen… pero con dos diferencias:
‒ El Dios Samaritano no vuelve cada año a los mismos campanarios, pues no tiene iglesia, ni se para vigilando desde la torre la vida de los parroquianos, como en San Morales, sino que baja a la calle y camina abriendo cada día nuevos surcos para aquellos que están derrotados a la vera del camino. En ese sentido, él vuelve siempre. Quizá no le vemos, pero está. Morirá un día Europa, él seguirá viviendo y haciendo vivir a los caídos del camino.
 El Dios samaritano es siempre un Dios extraño,por ser el más cercano. No es el Dios del templo de Jerusalén, ni del oráculo sagrado de Roma, ni de la Moncloa, ni de una determinada emisora que se justifica a sí misma… Es siempre un Dios que viene de los otros, de los que pensamos malditos, y así nos sorprende cada día de nuevo, desde el fondo del evangelio.
Los ministros de Europa (entre ellos el de España) están empeñados en cazar samaritanos, impidiendo que sigan haciendo su labor en los lugares fuertes de Europa y del mundo, en Ceuta y Lampedusa, en torno a las islas griegas... ¡Nunca se hubiera pensado..., una Europa de fondo cristiano impidiendo que existan y actúen los samaritanos...!
Pero Dios es Dios y el nuevo samaritano quizá no camina ya a lomo de mula en un mundo sin fronteras... Ese Dios samaritano ha tenido que encontrar nuevas formas de acoger, de ayudar, de llevar... como las cigüeñas de la imagen.
Es el Dios de Jesús, Dios de la humanidad que sigue haciendo humanidad, como termina pidiendo la parábola: ¡haz tú lo mismo!. Eso nuestro Dios, hemos de ser nosotros el Dios samaritano. Buen domingo.

Un septenario del Dios samaritano
Texto. Lc 10, 25-37
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?"
Jesús dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?"
Él contestó: "El que practicó la misericordia con él."Díjole Jesús: "Anda, haz tú lo mismo."

Septenario

1. El Dios Samaritano (=de la Parábola del Buen Samaritano) ha sido objeto de un largo estudio en la tradición teológica de los Padres de la Iglesia, que identifican al Samaritano con Jesús, Hijo de Dios, revelación del Padre, que “desciendo” (se encarna) para realizar su obra salvadora (como han dicho los Padres de la iglesia, desde San Agustín).
A ese Dios-Jesús (Samaritano) le mataron los buenos, le acusaron algunos perfectos de la casa diciendo que era un samaritano (Jn 8, 52: ¡Eres un samaritano, tienes un demonio!) precisamente por actuar de Buen Samaritano. Queda así abierto el camino de la cristología e iglesia samaritana
2. Este Dios Samaritano (es decir, que terminará caminando con el samaritano, fuera del templo de Jerusalén) ha creado un mundo complejo y difícil de explicar, en el que se dice todo es bueno (Gen 1), pero donde nacen como setas los bandidos, tras cualquier tipo de lluvia: Bandidos con diverso tipo de pedigrí o de RH, bandidos políticos, religiosos o simplemente cuatreros y ladrones de caminos.
No se sabe por qué el Dios Samaritano permite eso, pero debe ser por algo (¿por libertad, por caridad, por despiste?). Él está allí, permitiendo que sigan existiendo los bandidos, en un mundo en el que resulta distinguir a los buenos bandidos de los malos, como quiso hacer el evangelio de Lucas, aunque parece que con poco éxito (historia de Dimas y Gestas, Lc 23, 43)
3. El Dios Samaritano parece que va poco al templo. No se le encuentra en el santuario de Jerusalén, donde andan por su casa sacerdotes y levitas. Se dice (decían los Padres de la Iglesia) que tampoco anda por las curias de Roma y Constantinopla, y ahora por la de Lambeth o la CEE de las Españas, ocupadas en cuestiones que tienen poco que ver con su tarea de Samaritano.
Ciertamente, éste Dios samaritano tiene algo que ver con los templos y a veces va también por allí, pero no se queda demasiado tiempo, tiene ocupaciones en la calle de la vida, entre Jerusalén y Jericó, que es el mundo entero.
4. El Dios Samaritano va por los caminos de la vida (cuesta arriba, cuesta abajo), o por llanuras sin fin, como andaba el Señor Don Quijote (esto lo dijo muy bien Unamuno). No hay estarta ni carrejo de la vida humana por donde no pase; no hay crimen que él no sepa y quiera curar con su aceite y su vino. Este Dios Samaritano tiene un programa de tolerancia cero, para todo aquello que destruya al ser humano (por pederastia o bandidaje de navaja en la faca, o de guante blanco en el Banco).
No, no es un pobretón, ni un ignorante. Tiene caballería, tiene aceite y vino, tiene algún dinero para las posadas, pues también en las posadas anda Dios, como sabía santa Teresa de Jesús, aunque se dice que dormía poco en ellas.
5. Dicen que a este Dios Samaritano le preguntaron por cuestiones candentes, relacionados, por ejemplo, con la “ordenación de la mujer” y respondió que no sabía, no entendía el tema. Dijo que esas eran cuestiones importantes, pero quizá más de salón y de poder que de camino. Respondió que él no entendía de esas cosas: no había venido a repartir herencias, como dice Lucas (Jesús respondió: “¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor?” (Lucas 12:13-14). , ni a dirimir sacerdocios, como quería Caifás y Anán el Joven, pues a su juicio, al borde del camino, varones y mujeres eran iguales.
La cuestión candente de Dios son los caídos a la vera del Camino de Jerusalén a Jericó, que es ahora el camino de Senegal a Ceuta, de México a USA, de Siria a Austria… Resulta que hemos puesto policías en las fronteras no sólo para cazar ladrones, sino también para impedir que actúan loe samaritanos, para cerrar el paso de Dios.
6. El Dios Samaritano es un Dios Eficaz que, por alguna razón (Él sabrá) ha dejado que salgan al camino los bandidos, pero que siempre ha resuelto en el fondo los problemas. Sigue estando en la raíz de la vida, en los barrancos del camino, con su cabalgadura, en la que lleva una alcuza de aceite (elaion: remedio universal) y su bota de vino (oinon: que es también remedio universal), como sabe Lc 10, 34). Por eso, si quieres saber si hay Dios sal al camino de la vida, ponte en contacto con los hombres y mujeres… vete a buscar a los caídos del camino.
Sí, es un Dios eficaz… El Ministro del Interior de España ha puesto cepos más inteligentes para cazar a samaritanos (¡dicen que en nombre de Dios…!)… Ése es el problema de Europa, desde Grecia hasta la Gran Bretaña, desde España a Rumanía… Poner aparatos para que no pasen los caídos del camino, para que no actúen los samaritanos…
7. Finalmente, y repitiendo lo anterior, este Dios Samaritano es Dios de Cabalgadura (en ella carga a todos los heridos…); es Dios de aceite, que es suavidad, que es alimento, que es medicina; es Dios de vino, que es alegría y es canto (dice una leyenda apócrifa que hasta llegar a la posada acabaron la bota Dios y el Herido, y cantaron junto…). Es quizá un Dios de guitarra, que conoce los mesones del camino donde para la gente…
Este Dios samaritano es testarudo y sigue. Se hundirá el barco de Europa en los mares, morirá la luz de esta España ciega en los estrechos… Pero el Dios Samaritano seguirá empeñado en recorrer caminos, desde Gibraltar hasta Estambul, desde el DF de México hasta El Paso… para que los hombres y mujeres puedan caminar, soñar, emigrar, vivir.

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