martes, 12 de julio de 2016

col sicre
  
No hay error en el título. No es TODOS, sino TODAS. Todas las mujeres en desacuerdo con Jesús. Todas las mujeres que conozco le reprochan que alabe a María en vez de mandarla a la cocina a ayudar a su hermana Marta.

Abrahán 
invita a comer al Señor 
(Génesis 18,1-10)

Como el evangelio va de invitación a comer, para la primera lectura se ha elegido la famosa escena en la que Abrahán invita a tres personajes misteriosos que llegan a su tienda.

¿Cuántos son los invitados?

Este breve relato ha supuesto uno de los mayores quebraderos de cabeza para los comentaristas del Génesis. Empieza diciendo que el Señor se aparece a Abrahán, pero lo que ve el patriarca son tres hombres.

Al principio se dirige a ellos en singular, como si se tratara de una sola persona (“no pases de largo”), pero luego utiliza el plural (“os lavéis, descanséis, cobréis fuerzas”). El plural se mantiene en las acciones siguientes (“comieron, dijeron”), pero la frase capital, la gran promesa, la pronuncia uno solo.

En resumen, un auténtico rompecabezas, resultado de unir tradiciones distintas. No faltaron comentaristas cristianos que vieron en esta escena un anticipo de la Santísima Trinidad. Aunque la idea carece de fundamento serio, sirvió de base para una de las creaciones artísticas más maravillosas: el icono de Andréi Rubliov, pintado hacia 1422-1428.

El menú, 
dos cocineros 
y un maître.

Abrahán no se limita a hospedar a los visitantes. Entre él y su mujer, con la ayuda también de un criado, organiza un verdadero banquete con un ternero hermoso, cuajada, leche y una hogaza de flor de harina. A diferencia de las comidas actuales, no hay prisa. Pasan horas desde que se invita hasta que se preparan los alimentos y se termina de comer.

La cuenta

Al invitado no se le cobra. Pero el huésped principal paga de forma espléndida: prometiendo que Sara tendrá un hijo. El tema de la fecundidad domina toda la tradición de Abrahán y se cumple a través de muchas vicisitudes y de forma dramática. 
Al interesado le aconsejo leer J. L. Sicre, Introducción al Antiguo Testamento, Editorial Verbo Divino, Estella 2011, pp. 115-119.

Marta 
invita a comer a Jesús 
(Lucas 10, 38-42)

El texto del evangelio también se ha prestado a mucho debate. Este relato es exclusivo de Lucas, no se encuentra en Mateo, Marcos ni Juan.

¿Cuántos invitados a comer?

En la historia de Abrahán resultaba difícil saber si los invitados eran uno o tres. En el relato de Lucas la duda es aún mayor. Jesús siempre iba acompañado, no sólo de los Doce, sino también de muchas mujeres, como afirman expresamente Marcos y Lucas. ¿Los recibe a todos Marta? ¿Se limita a invitar a Jesús?  Las palabras “Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio” sugieren que no se trataba de un solo invitado. Pero la escena parece tan simbólica que resulta difícil imaginar la habitación abarrotada de gente.

El menú, 
y una cocinera 
sin ayudante

No sabemos el número de invitados, pero sí está claro el de cocineras. Aquí no ocurre con en el relato del Génesis, donde Sara amasa y cuece la hogaza, mientras Abrahán colabora corriendo a escoger el ternero, dando órdenes de prepararlo, encargándose de la cuajada y de la leche.
En la casa del evangelio hay también dos personas, Marta y María. Pero María se sienta cómodamente a los pies de Jesús mientras Marta se mata trabajando. ¿Por qué tanto esfuerzo? ¿Porque son muchos los invitados? ¿O porque Marta pretende prepararle a Jesús un banquete tan suculento como el de Abrahán, y le faltan tiempo y manos para el ternero, la hogaza, la cuajada y la leche?

Desgraciadamente, ignoramos el menú. Según algunos comentaristas, las palabras que dirige Jesús a Marta, “sólo una cosa es necesaria” significarían: “un plato basta”, no te metas en más complicaciones.

Dos actitudes

El contraste entre María sentada y Marta agobiada se ha prestado a muchas interpretaciones.
Por ejemplo, a defender la supremacía de la vida contemplativa sobre la activa, sin tener en cuenta que esas formas de vida no existían en tiempos de Jesús ni en la iglesia del siglo I. Entre los judíos de la época existían grupos religiosos con tintes monásticos (los esenios de los que habla Flavio Josefo y los terapeutas de los que habla Filón de Alejandría), pero Lucas no presenta a María como modelo de las monjas de clausura frente a Marta, que sería la cristiana casada o la religiosa de vida activa.

El evangelio no contrapone pasividad y trabajo. Jesús no reprocha a Marta que trabaje sino que “andas inquieta y nerviosa con tantas cosas”. Esa inquietud por hacer cosas, agradar y quedar bien, le impide lo más importante: sentarse un rato a charlar tranquilamente con Jesús y escucharle.

Todos tenemos la tendencia a sentirnos protagonistas, incluso en la relación con Dios. Nos atrae más la acción que la oración, hacer y dar que escuchar y recibir. Nos sentimos más importantes. La breve escena de Marta y María nos recuerda que muy a menudo andamos inquietos y nerviosos con demasiadas cosas y olvidamos la importancia primaria del trato con el Señor.

Marta-María 
y el buen samaritano

Este episodio sigue inmediatamente a la parábola del buen samaritano, que hemos leído el domingo anterior. Los dos textos son exclusivos del evangelio de Lucas, y pienso que se iluminan mutuamente.
La parábola del buen samaritano es una invitación a la acción a favor de la persona que nos necesita: “ve y haz tú lo mismo”.
Para mantener la acción a favor del prójimo la mejor preparación es sentarse, como María, a escuchar la palabra de Jesús.

José Luis Sicre

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