PREDICAR
EL PERDÓN Y LA CRUZ EN TIEMPO DE MUJERES GOLPEADAS
MARIA CECILIA JAURRIETA,
Orden
Franciscana Seglar, raices885@gmail.com
ARGENTINA.
La comunicación es un arte difícil. Y la predicación
en una homilía comparte muchas de sus limitaciones. Uno de los tantísimos
aspectos que intervienen tiene que ver con los malentendidos y sobreentendidos.
El malentendido hace alusión a lo que el receptor del mensaje entiende en forma
muy distinta de lo que el emisor dijo o quiso decir. En el sobreentendido el
emisor cree que el receptor entiende lo que dijo, de la misma manera que quiso
decirlo. Todos nos hemos visto envueltos en estas situaciones. Las mamás
tenemos una casuística maravillosa y a pesar de nuestra experiencia volvemos a
equivocarnos una y mil veces. Por eso entre las reglas para una buena
comunicación están las de aclarar siempre y no dar nada por sobreentendido.
Convengamos que desde la predicación de un texto
evangélico es muy difícil no caer en malentendidos y sobreentendidos. Me
pregunto si las bellas exegesis, tan útiles para llenar nuestra sed de la Palabra
de Dios, no acometen con la difícil tarea de encarnar el mensaje, precisamente
por eso, por ser muy difícil. Necesitaríamos habilitar un tiempo extra luego de
la Eucaristía para satisfacer todos los cuestionamientos que pudieran surgir.
¿Cómo
entiende la prédica del perdón una mujer maltratada?
Entre los textos evangélicos más difíciles de
“ajustar” a la mentalidad del participante, están aquellos que se refieren al
perdón, al poner la otra mejilla, el perdonar setenta veces siete, el de
negarse a uno mismo y tomar su cruz, el de no juzgar para no ser juzgados…
Quiero aclarar que el perdón sin condiciones que nos
enseña Jesús forma parte de mis convicciones más queridas. Además tratar de ser
imitadores del Padre, que perdona siempre, Jesús nos invita a sacarnos del
corazón la emoción más nefasta, la más destructiva: el odio.
Sin embargo al ocasional predicador especialmente, el
de los grandes santuarios, me gustaría presentarle a esa mujer (o victima de la
violencia familiar): Seguramente padece desde hace años esa cruz, seguramente
no tiene confianza con nadie como para compartir semejante vergüenza,
seguramente ha ido a la Iglesia a llorar, a tener un poco de paz. Y tal vez,
escuche alguna de estas frases muy rara vez puestas en el contexto de su vida.
Acá volvemos a la comunicación. Todos nos comunicamos
por palabras. Pero dicen los que saben que nuestra comunicación es en un 90 %
gestual. Esa mujer que intenta separarse de su victimario, vuelve a su casa con
la necesidad de confirmar un perdón “de palabra” con un “gesto” mucho más
elocuente: la convivencia.
La cohabitación tal vez fue interrumpida por la
violencia desatada que la llevó a la guardia de un hospital, o a la casa de una
amiga. Esa mujer tiene la necesidad de perdonar porque los victimarios, en su
gran mayoría, piden perdón y prometen no volver a la agresión. Además acaba de
escucharlo en la prédica de la iglesia sin que nadie se acuerde de ella y su
circunstancia.
La mujer siente culpa si no expresa ese perdón. No
sabe (o elige no saber) que el agresor tiene una conducta que no puede
controlar. Ese sobreentedido o malentendido, podría convertirse en una trampa
mortal. Solo en la Argentina cada 48 horas una mujer muere por acción de su
actual o anterior pareja. Aquellas relaciones violentas con final feliz
solamente lo fueron luego de la admisión del problema y posterior abordaje
terapéutico de ambos.
El
papel de las iglesias
La Conferencia Episcopal de los Estados Unidos ha
emitido un documento en el que proporciona precisas indicaciones al clero y
demás líderes religiosos sobre cómo predicar y cómo proceder en las situaciones
de violencia domestica. Su versión de 1992 se actualizó en el 2012. Se llama
”Cuando una mujer golpeada pide ayuda”.
El texto recoge entre otras, tres constataciones: que
la pareja violenta, a pesar de ser intrínsecamente controladora, acepta que la
víctima asista a los servicios religiosos de su iglesia; que la pareja violenta
manipula a su conveniencia mensajes evangélicos como el del perdón; que los
curas no predican adecuadamente este tema para no recibir demandas de ayuda que
no pueden satisfacer.
Desde el lugar del feligrés atento a la predicación de
estos temas tan espinosos uno tiene la percepción de que los mismos
predicadores no tienen en cuenta el valor de la homilía y el efecto
transformador que tiene en su ocasional audiencia. Cuando predican sobre estos
temas ¿no podrían hacer un aparte para encarnar el mensaje de Jesús de manera que
estos particulares destinatarios, ni los sobreentiendan ni los malentiendan?
Entre las recomendaciones figura el de tener a mano
las direcciones de los servicios de atención a las víctimas y más aun, los
refugios para las situaciones de emergencia.
La
buena noticia
Solamente Jesús es capaz de transformar y sanar
nuestras heridas emocionales. Esas que abundan tanto en la víctima como en su
agresor. Solo Jesús es capaz de hacernos sentir que gracias al misterio de la
Redención, hemos sido llamados a vivir como seres portadores de las mayor de
las dignidades, la de ser hijos e hijas de Dios.
Por eso si bien los recursos sociales que aportan
todos los organismos involucrados en la lucha contra la violencia domestica son
útiles, ninguno es efectivo si no se enciende una luz en ambos protagonistas.
La primera en arder es el “¡basta!” de la víctima que
pone un límite a una forma de convivencia inhumana. La segunda puede –o no-
encenderse cuando la segunda víctima – el victimario- reconoce su propia
fragilidad y emprende un camino de cambio
Tareas
para un presente mejor
Aunque se conciba como difícil ó imposible- la buena
noticia es también la de que no hay finales cerrados al misterio del hombre:
para Dios no hay imposibles. Somos nosotros, los seres humanos quienes tenemos
que hacer la conversión imprescindible que incluye:
- Involucrarnos para que el otro recorra el camino
de su re dignificación. Si una mujer golpeada y su victimario únicamente
se separan están destinados a multiplicar el número de víctimas: si no sanan,
ambos recomenzaran convivencias con otras parejas, tendrán hijos y como
una epidemia sin control realimentaran el círculo de la violencia social.
- Privilegiar una pastoral que promueva la
autoestima de la víctima, sea varón o mujer. Tanto la capacitación laboral
para la independencia económica, como las estrategias de educación en la
autoestima son recursos imprescindibles que forman parte de las historias
con final feliz.
- Considerar la posibilidad de destinar o compartir
edificios desocupados para ser utilizados como refugios. Es este el punto
más débil de las políticas que luchan contra la violencia doméstica.
Existe, lamentablemente la convicción de que son los otros –el Estado, por
ejemplo- los que tienen que ocuparse. Dios nos pedirá cuentas a nosotros
de lo que hicimos, no a los otros…
“Soy yo, acaso, el guardián de mi hermano” (Génesis
4,9) Aquella pregunta con que Caín intento evadirse de la responsabilidad del
homicidio de Abel, viene siendo la actitud negadora con que una generación tras
otra pospone su compromiso de amor con el hermano concreto. Solo los santos
supieron dar respuestas creativas y audaces a enormes problemas sociales. La
galería incluye desde redimir cautivos hasta enseñar a comunicarse a
sordomudos, pasando por la atención de los leprosos o la eterna lucha contra el
hambre.
Quienes creemos con San Pablo que somos ”Templos de
Dios y que el Espíritu de Dios” habita en nosotros (1 Cor 3,16) deberíamos
reflexionar sobre tantos pecados de omisión contra la dignidad del hombre. Tal vez
dejarían de ser ignorados si nos atreviéramos a encarnar el evangelio en las
realidades cotidianas… Pero para asumirlas hay que conocerlas de verdad. Como
dice un fraile amigo:”nunca prediques si no conoces el precio de un kilo de
papas”.
Mensaje
a una víctima de violencia doméstica (para colocar en la puerta de todas las
iglesias)
- El perdón es un don que se pide a Dios: no es un
esfuerzo de olvido, de no aceptación o de negación sino una liberación
interior para no someterse a las consecuencias de aquello que una vez nos
hirió.
- Sólo el perdón nos libera de su indiferencia, el
resentimiento, el rechazo, la negación, el deseo del mal y del odio. Hay
que perdonar para no seguir torturando el propio corazón.
- Si al menos no querés perdonar por el otro, hacelo
por el bien de tu propio corazón, el cual no merece que siga sufriendo un
viejo dolor.
- Perdoná al otro por vos. al menos así tendrás más
salud espiritual.
- El perdón es una gracia que se pide a Dios y se
recibe. No hace falta nada más.
- NO ES NECESARIO NINGÚN GESTO PARA CON EL OTRO. EL
PERDÓN NO REQUIERE NECESARIAMENTE DE RECONCILIACIÓN, LA CUAL NECESITA DE
LA PRESENCIA EL RE-ENCUENTRO, EL DIÁLOGO, LOS GESTOS, EL " HACER LAS
PACES" el otorgarse nuevamente una renovación de confianza mutua y brindarse
recíprocamente una segunda oportunidad.
- La reconciliación siempre requiere del perdón,
pero al perdón NO LE ES NECESARIA LA RECONCILIACIÓN. EL PERDON
REQUIERE SOLO A UNO, LA RECONCILIACIÓN A DOS O MÁS.
- Hay historias de las cuales NO SE VUELVE. No hay
vuelta atrás, no conviene resucitar viejas heridas y añejos traumas.
AVECES ES MEJOR DEJAR ATRÁS TODO Y TOMAR OTRO RUMBO. Para este tipo de
situaciones hay que dar el perdón aunque no sea posible la reconciliación.
- Perdoná por vos y tu corazón. Liberate de la historia
de heridas que siempre vuelven, te arrastra al pasado y no te deja seguir.
Liberate emocionalmente del recuerdo. Liberate psicológicamente del peso.
Liberate espiritualmente de la culpa, la vergüenza, la angustia, la
frustración y el miedo. Permitite ser otro. Cambiá todo lo que necesitás.
- Empezá de nuevo una y otra vez. No dudes de amar,
después de todo, sólo el amor es la única realidad humana de la cual no
tenemos que arrepentirnos. En el amor siempre encontrás la esperanza. En
el amar hay siempre algo de felicidad. (Eclesalia Informativo autoriza y
recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Fuentes
Cuando pido ayuda: una respuesta pastoral a la
violencia contra las mujeres- Conferencia Episcopal de los Estados Unidos de
Norteamérica-1992, actualizada en el 2002- En el buscador colocar When I call
for help-NBC- Se accede a la versión en castellano del documento más antiguo
Rosa y José-una historia de amor y violencia-
Editorial San Pablo
¿Por qué me pegas? Viacrucis de una mujer golpeada-
Misiones Franciscanas Conventuales
Entrevista a la Subcomisaria Adriana Melo, Comisaría
de la Mujer Municipio de Avellaneda- Provincia de buenos Aires
Aporte de la periodista Gladys Salerno- Celebra la
vida- Radio Cadena AM1470 Lanus
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