miércoles, 25 de septiembre de 2013

El Papa necesita tres mujeres cardinales
Dr. Xabier Pikaza




Tres motivos me impulsan a escribir esta reflexión sobre la necesidad de unas mujeres cardinales, que ayudan al Papa en el gobierno de la Iglesia, para abrir las puertas necesarias.

1. Me mueve la situación de una Iglesia donde falta la presencia activa, decisoria, de mujeres, como puso de relieve el Papa Francisco en su entrevista a los medios de comunicación de los jesuitas (Civiltá Cattolica):

“ la Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer".
 "La Iglesia no está aún completa porque en ella falta la mujer".
 "Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia… pues el genio femenino es necesario en los lugares donde se toman decisiones importantes". Es necesaria una teología más honda y precisa sobre el sentido y misión de la mujer en la iglesia.

2. Me anima el rumor extendido de que el Papa va crear cardenales mujeres, algo perfectamente posible según el actual Derecho Canónico, como ha puesto de relieve Lucetta Scaraffia, colaboradora de L'Osservatore romano, diciendo:

‒ Ese sería “el camino maestro para conferir autoridad y respeto a las mujeres dentro de la Iglesia. Ese gesto sacudiría al mundo eclesiástico, de sólo hombres, pese a que dos tercios de los religiosos en el mundo son mujeres.
 En la Curia Romana, la maquinaria de la Santa Sede, sólo tres mujeres trabajan en cargos altos, pero ninguna tiene un puesto de responsabilidad (cf. http://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2013/09/24/teologa-italiana-).

3. Me impulsan también las reflexiones que vengo ofreciendo en este blog, buscando una exégesis bíblica y una teología seria sobre la mujer. 

-- Así quiero retomar el hilo de mi reflexión del 18.09.13: Tres mujeres “sabias” ante la vida, la ley y la muerte, unas “mujeres ejemplares” que abrieron caminos de nueva experiencia y de vida en la historia de Israel.
 -- Como esas mujeres necesita el Papa Francisco, no sé si con oficio de “cardenales” (no estaría mal, pero quizá no sea necesario)… o simplemente como personas y creyentes, que es más importante y más grande que ser cardenales, como verá quien siga leyendo.


Tres mujeres (al menos) necesita el Papa Francisco.

1. La primera ha de ser como la “médium” de Endor, cuya historia evoqué el día pasado. 

No me refiere a una simple “pitonisa”, nigromante o “médium” en el sentido superficial del término, sino a una mujer que sepa situarse ante la “muerte”, es decir, ante el pasado marchito de la iglesia, no para negarlo o reprimirlo (ni mucho menos para repetirlo), sino para aceptarlo con valor, asumiendo sus consecuencias, para superarlo. 

La “médium” de Endor puso a Saúl ante la historia de sus pecados pasados, ante la sombra de Samuel, ante unos caminos fracasados, pervertidos. Sólo una mujer puede hacer eso de verdad, porque lleva en su corazón (mucho mejor que los hombres) la memoria buena (y oscura) del pasado.

Necesitamos una mujer (un “espíritu” de mujer) que nos haga descender de unas “alturas falsas” de auto-satisfacción y de egoísmo, que nos llevan a repetir siempre las mismas cosas… Una mujer que sepa recoger el pasado para asumirlo y transcenderlo, como María, Madre de Jesús, a quien tanto Lucas como Juan han interpretado como auténtica memoria del pasado, no para negarlo, sino para aceptarlo y superarlo.

Necesitamos una muerte (un “espíritu” de mujer) que nos permita estar a los pies de la Cruz de Jesús (de las iglesias)…, no para enquistarnos en los errores pasados, sino para aceptarlos (aceptar lo que hemos hecho), para caminar, cumpliendo nuestra tarea (destino). Así le dice a Saúl la “médium” de Endor (transmisora de la sabiduría del pasado): Acepta lo que eres, reconoce que tienes que morir (¡que tiene que morir casi todo lo que ha sido tu delirio de grandeza!), para dejar abierto el camino al Dios del Evangelio.

2. La segunda mujer que necesita el Papa ha de ser como la “sabia de Tecoa”.

Ella le dijo a David lo que debía hacer, superando un tipo de justicia/venganza, viendo las cosas desde otra perspectiva, en la línea de la vida:

 «Los seres humanos somos como agua derramada,
 que se va sin remedio,
 pero Dios quiere la vida» (2 Sam 14, 14).

 Somos como agua derramada, así es la misma Iglesia, agua que desciende por la historia, que parece brillar un momento, que otras veces se estanca, para perderse en un camino sin retorno. Se trata, pues, de aceptar la muerte (como le decía la médium de Endor a Saul…), la muerte propia y la muerte de la misma Iglesia, pero sabiendo que Dios quiere la vida, como quiso Jesús.

Pienso que el Papa Francisco tiene ya sabiduría de mujer, como la de aquella que amasaba la harina y hacía tres “medidas” (Mt 13, 33…), tres medidas, no una sóla, pues somos distintos, pero abriendo un lugar para todos, incluso para aquellos a quienes parecería mejor haber matado (como quería David).

Puede saber el Papa Francisco muchas cosas, pero en un momento dado (en el centro de la crisis de la vida) es bueno y necesario consultar a una mujer-mujer, que sea hermana-amiga-madre, una mujer que nos puede decir que la tumba está abierta, que es preciso dejar los cementerios (como dijo María Magdalena). 

Sin María Magdalena Pedro no hubiera sido Pedro, ni Pablo hubiera sido Pablo sin docenes de mujeres que le acompañaron… Es un buen momento para acoger y escuchar a las mujeres en el Vaticano.

3. La tercera mujer ha de ser como Hulda.

Sí, me refiero a Hulda, la de la calle nueva, en el momento en que Josías y los “nobles” de Jerusalén tenían que decidirse ante la necesidad de la “reforma”. 

-- Necesitaban una “nueva ley”, abierta a todos, en fidelidad al pasado, pero en gesto creador; pero el rey y sus ministros eran incapaces de discernir y de buscar caminos nuevos; por eso buscaron el consejo y magisterio de Hulda, una mujer, ella fue la garante de la gran reforma deuteronomista, quizá la más honda y verdadera de todas las reformas bíblicas.

‒ Necesitamos una mujer como la madre de Jesús que en el momento de crisis de falta de vino dice a los “ministros” de Caná de Galilea (Jn 2) que vayan a Jesús, que le consulten y que aprendan. ¡Haced lo que él os diga! Una mujer que valore la falta de vino de la iglesia, unas mujeres que nos enseñen a recorrer nuevos caminos, una ley abierta a la justicia y a la vida 

No es ya tiempo de grandes palabras, sino de gestos concretos de vida, al servicio de la vida de todos. Éste es tiempo bueno para Hulda… La Nueva Ley de la vida pueden “encontrarla” los hombres... pero tienen que ratificarla las mujeres. Un Papa Francisco sin mujeres a su lado está llamado a fracasar, por muy Francisco que sea.

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