viernes, 27 de septiembre de 2013

“Las riquezas pueden ser causa 
de condenación eterna” (Lc 16, 19-31)
Orlando Segundo Carmona


El texto para nuestro estudio (Lc 16,19-31) es un parábola tomada de su fuente particular “L” que consta de dos partes (vv.19-26 que describe la inversión de valores en esta vida y en la otra; concretamente, en el aspecto de posesiones materiales, la situación terrena tiene su contrapeso en la vida del más allá y 27-31 1 en donde se insiste en que la conversión de un rico que vive únicamente para sus riquezas difícilmente podrá realizarse, incluso aunque resucite un muerto).



En la parábola se habla de un mendigo llamado Lázaro y de un rico que no se indica su nombre. Sin embargo sólo el P75, el manuscrito más antiguo de la tradición textual griega sobre el Evangelio según Lucas, que contenía cerca de 144 páginas  y de las cuales han sobrevivido solamente 102 páginas, añade que se llama “nineues”. 



Se trata de una versión libre de un cuento egipcio, traído a Palestina por judíos de Alejandría, donde era muy apreciado. Parece por un análisis comparativo que Cristo lo utiliza. 



El Papa Benedicto XVI en su libro "Jesús de Nazaret", nos explica bien detalladamente la parábola y nos dice que “el rico, lleva una vida disipada llena de placeres, y el pobre, que ni siquiera puede tomar las migajas que los comensales tiran de la mesa, siguiendo la costumbre de la época de limpiarse las manos con trozos de pan y luego arrojarlos al suelo. En parte, los Padres han aplicado a esta parábola el esquema de los dos hermanos, refiriéndolo a la relación entre Israel (el rico) y la Iglesia (el pobre Lázaro), pero con ello han perdido la tipología completamente diversa que aquí se plantea. Esto se ve ya en el distinto desenlace. Mientras los textos precedentes sobre los dos hermanos quedan abiertos, terminan con una pregunta y una invitación, aquí se describe el destino irrevocable tanto de uno como del otro protagonista. 



Como trasfondo que nos permite entender este relato hay que considerar la serie de Salmos en los que se eleva a Dios la queja del pobre que vive en la fe en Dios y obedece a sus preceptos, pero sólo conoce desgracias, mientras los cínicos que desprecian a Dios van de éxito en éxito y disfrutan de toda la felicidad en la tierra. Lázaro forma parte de aquellos pobres cuya voz escuchamos, por ejemplo, en el Salmo 44: «Nos haces el escarnio de nuestros vecinos, irrisión y burla de los que nos rodean... Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como ovejas de matanza» (vv. 14.23; cf. Rm 8,36). La antigua sabiduría de Israel se fundaba sobre el presupuesto de que Dios premia a los justos y castiga a los pecadores, de que, por tanto, al pecado le corresponde la infelicidad y a la justicia la felicidad. Esta sabiduría había entrado en crisis al menos desde el exilio. No era sólo el hecho de que Israel como pueblo sufriera más en conjunto que los pueblos de su alrededor, sino que lo expulsaron al exilio y lo oprimieron; también en el ámbito privado se mostraba cada vez más claro que el cinismo es ventajoso y que, en este mundo, el justo está destinado a sufrir. En los Salmos y en la literatura sapiencial tardía vemos la búsqueda afanosa para resolver esta contradicción, un nuevo intento de convertirse en «sabio», de entender correctamente la vida, de encontrar y comprender de un modo nuevo a Dios, que parece injusto o incluso del todo ausente. 



Uno de los textos más penetrantes de esta búsqueda, el Salmo 73, puede considerarse en este sentido como el trasfondo espiritual de nuestra parábola. Allí vemos como cincelada la figura del rico que lleva una vida regalada, ante el cual el orante -Lázaro- se lamenta: «Envidiaba a los perversos, viendo prosperar a los malvados. Para ellos no hay sinsabores, están sanos y orondos; no pasan las fatigas humanas ni sufren como los demás. Por eso su collar es el orgullo... De las carnes les rezuma la maldad... su boca se atreve con el cielo... Por eso mi pueblo se vuelve a ellos y se bebe sus palabras. Ellos dicen: "¿Es que Dios lo va a saber, se va a enterar el Altísimo?"» (Sal 73, 3-11). 



El justo que sufre, y que ve todo esto, corre el peligro de extraviarse en su fe. ¿Es que realmente Dios no ve? ¿No oye? ¿No le preocupa el destino de los hombres? «¿Para qué he purificado yo mi corazón... ? ¿Para qué aguanto yo todo el día y me corrijo cada mañana...? Mi corazón se agriaba... » (Sal 73, 13s.21). El cambio llega de repente, cuando el justo que sufre mira a Dios en el santuario y, mirándolo, ensancha su horizonte. Ahora ve que la aparente inteligencia de los cínicos ricos y exitosos, puesta a la luz, es estupidez: este tipo de sabiduría significa ser «necio e ignorante », ser «como un animal» (cf. Sal 73, 22). Se quedan en la perspectiva del animal y pierden la perspectiva del hombre que va más allá de lo material: hacia Dios y la vida eterna. 



En este punto podemos recurrir a otro Salmo, en el que uno que es perseguido dice al final: «De tu despensa les llenarás el vientre, se saciarán sus hijos... Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante» (Sal 17, 14s). Aquí se contraponen dos tipos de saciedad: el hartarse de bienes materiales y el llenarse «de tu semblante», la saciedad del corazón mediante el encuentro con el amor infinito. «Al despertar» hace referencia en definitiva al despertar a una vida nueva, eterna; pero también se refiere a «despertar» más profundo ya en este mundo: despertar a la verdad, que ya ahora da al hombre una nueva forma de saciedad.



El Salmo 73 habla de este despertar en la oración. En efecto, ahora el orante ve que la felicidad del cínico, tan envidiada, es sólo «como un sueño al despertar »; ve que el Señor, al despertar, «desprecia sus sombras » (cf. sa173, 20). Y entonces el orante reconoce la verdadera felicidad: «Pero yo siempre estaré contigo, tú agarras mi mano derecha... ¿No te tengo a ti en el cielo?; y contigo, ¿qué me importa la tierra? .. Para mí lo bueno es estar junto a Dios...» (Sal 73 , 23.25.28). No se trata de una vaga esperanza en el más allá, sino del despertar a la percepción de la auténtica grandeza del ser humano, de la que forma parte también naturalmente la llamada a la vida eterna. 



Con esto nos hemos alejado de la parábola sólo en apariencia. En realidad, con este relato el Señor nos quiere introducir en ese proceso del «despertar» que los Salmos describen. No se trata de una condena mezquina de la riqueza y de los ricos nacida de la envidia. En los Salmos que hemos considerado brevemente está superada la envidia; más aún, para el orante es obvio que la envidia por este tipo de riqueza es necia, porque él ha conocido el verdadero bien. Tras la crucifixión de Jesús, nos encontramos a dos hombres acaudalados -Nicodemo y José de Arimatea- que han encontrado al Señor y se están «despertando». El Señor nos quiere hacer pasar de un ingenio necio a la verdadera sabiduría, enseñarnos a reconocer el bien verdadero. Así, aunque no aparezca en el texto, a partir de los Salmos podemos decir que el rico de vida licenciosa era ya en este mundo un hombre de corazón fatuo, que con su despilfarro sólo quería ahogar el vacío en el que se encontraba: en el más allá aparece sólo la verdad que ya existía en este mundo. Naturalmente, esta parábola, al despertarnos, es al mismo tiempo una exhortación al amor que ahora debemos dar a nuestros hermanos pobres y a la responsabilidad que debemos tener respecto a ellos, tanto a gran escala, en la sociedad mundial, como en el ámbito más reducido de nuestra vida diaria. 



En la descripción del más allá que sigue después en la parábola, Jesús se atiene a las ideas corrientes en el judaísmo de su tiempo. En este sentido no se puede forzar esta parte del texto: Jesús toma representaciones ya existentes sin por ello incorporarlas formalmente a su doctrina sobre el más allá. No obstante, aprueba claramente lo esencial de las imágenes usadas. Por eso no carece de importancia que Jesús recurra aquí a las ideas sobre el estado intermedio entre muerte y resurrección, que ya se habían generalizado en la fe judía. El rico se encuentra en el Hades como un lugar provisional, no en la «Gehenna» (el infierno), que es el nombre del estado final (Jeremías, p. 152). Jesús no conoce una «resurrección en la muerte», pero, como se ha dicho, esto no es lo que el Señor nos quiere enseñar con esta parábola. Se trata más bien, como Jeremías ha explicado de modo convincente, de la petición de signos, que aparece en un segundo punto de la parábola. 



El hombre rico dice a Abraham desde el Hades lo que muchos hombres, entonces como ahora, dicen o les gustaría decir a Dios: si quieres que te creamos y que nuestras vidas se rijan por la palabra de revelación de la Biblia, entonces debes ser más claro. Mándanos a alguien desde el más allá que nos pueda decir que eso es realmente así. El problema de la petición de pruebas, la exigencia de una mayor evidencia de la revelación, aparece a lo largo de todo el Evangelio. La respuesta de Abraham, así como, al margen de la parábola, la que da Jesús a la petición de pruebas por parte de sus contemporáneos, es clara: quien no crea en la palabra de la Escritura tampoco creerá a uno que venga del más allá. Las verdades supremas no pueden someterse a la misma evidencia empírica que, por definición, es propia sólo de las cosas materiales. 



Abraham no puede enviar a Lázaro a la casa paterna del rico epulón. Pero hay algo que nos llama la atención. Pensemos en la resurrección de Lázaro de Betania que nos narra el Evangelio de Juan. ¿Qué ocurre? «Muchos judíos... creyeron en él», nos dice el evangelista. Van a los fariseos y les cuentan lo ocurrido, tras lo cual se reúne el Sanedrín para deliberar. Allí se ve la cuestión desde el punto de vista político: se podía producir un movimiento popular que alertaría a los romanos y provocar una situación peligrosa. Entonces se decide matar a Jesús: el milagro no conduce a la fe, sino al endurecimiento (Jn 11,45-53). 



Pero nuestros pensamientos van más allá. ¿Acaso no reconocemos tras la figura de Lázaro, que yace cubierto de llagas a la puerta del rico, el misterio de Jesús, que «padeció fuera de la ciudad» (Hb 13,12) y, desnudo y clavado en la cruz, su cuerpo cubierto de sangre y heridas, fue expuesto a la burla y al desprecio de la multitud?: «Pero yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo» (Sal 22, 7). 



Este Lázaro auténtico ha resucitado, ha venido para decírnoslo. Así pues, si en la historia de Lázaro vemos la respuesta de Jesús a la petición de signos por parte de sus contemporáneos, estamos de acuerdo con la respuesta central que Jesús da a esta exigencia. En Mateo se dice: «Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo, pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra» (Mt 12, 39s). En Lucas leemos: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación» (Lc 11, 29s). 



No necesitamos analizar aquí las diferencias entre estas dos versiones. Una cosa está clara: la señal de Dios para los hombres es el Hijo del hombre, Jesús mismo, y lo es de manera profunda en su misterio pascual, en el misterio de muerte y resurrección. Él mismo es el «signo de Jonás». Él, el crucificado y resucitado, es el verdadero Lázaro: creer en él y seguirlo, es el gran signo de Dios, es la invitación de la parábola, que es más que una parábola. Ella habla de la realidad, de la realidad decisiva de la historia por excelencia”1.



Para Fitzmeyer “el mensaje de esta parábola de Lucas coincide, básicamente, con la presentación de Pablo en Rom 10,5-17. Según Lucas, la salvación implica una reacción de fe (v. 31), de aceptación de la palabra de Dios, que se manifiesta en la ley y en los profetas. No dice expresamente que «la fe nace de la escucha de la palabra»; pero tampoco sería de esperar una afirmación semejante. Sin embargo, en el fondo, y cada cual a su manera, Lc 16,19-31 y Rom 10,5-10 expresan una concepción teológica sustancialmente idéntica”2.



En conclusión, la parábola es rica en enseñanzas colaterales:



ü       Las riquezas pueden representar un gran peligro y ser causa de condenación eterna.

ü       Las riquezas predisponen a sus poseedores al disfrute egoísta de las mismas y a la insensibilidad social. El más grande pecado de los poderosos es no ver al pobre, viviendo como si él no existiera. 

ü       Se hace ver la importancia extraordinaria de los pecados de omisión. El rico se fue al infierno, no porque le haya hecho algún daño al pobre Lázaro, sino porque no ha hecho nada, habiendo podido hacerlo, para aliviar sus penas. Muchas veces nos condenamos no por lo que hacemos, sino por lo que dejamos de hacer. 

ü       Se destaca la urgencia a ordenar la vida según la voluntad de Dios para no caer en los castigos del infierno, y el presupuesto necesario para la conversión es la fe en la Palabra de Dios. 



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Bibliografía:



1. Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, Ed. La esfera de los Libros, España, 2.007, págs. 244 - 251.

2. Fitzmeyer, Joseph, El Evangelio de Lucas, 3er tomo, Cristiandad, Madrid 1987, Pag 754

El Papa Francisco habla con un no creyente de hombre a hombre

Leonardo Boff


            Francisco, obispo de Roma, se despojó de todos los títulos y símbolos de poder que no hacen otra cosa que distanciar a unas personas de otras y publicó una carta en el principal periódico de Roma, La Repubblica, respondiendo a su ex-director y conocido intelectual no creyente Eugenio Scalfari. Éste había planteado públicamente algunas preguntas al obispo de Roma. Francisco realizó un acto de extraordinaria importancia, no solo porque lo hizo de una forma sin precedentes sino principalmente porque se mostró como un hombre que habla a otro hombre en un contexto de diálogo abierto, colocándose al mismo nivel que su interlocutor.
            Efectivamente Francisco, que como sabemos prefiere llamarse obispo de Roma y no Papa, respondió a Eugenio Scalfari de un modo cordial, con la inteligencia cálida del corazón antes que con la inteligencia fría de las doctrinas. Actualmente, en filosofía, se procura rescatar la “inteligencia sensible” que enriquece y alarga la “inteligencia intelectual”, pues aquella habla directamente al otro, a su profundidad. No se esconde detrás de doctrinas, dogmas e instituciones.
            En este sentido, para Francisco no es relevante que Scalfari se confiese creyente o no, pues cada uno posee su historia personal y su trayectoria existencial que deben ser respetadas. Lo que es relevante es la capacidad de ambos de estar abiertos a la escucha mutua. Para decirlo en el lenguaje del gran poeta español Antonio Machado: «¿Tu verdad? No, la Verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela». Más importante que saber es no perder nunca la capacidad de aprender. Este es el sentido del diálogo. Con su carta, Francisco mostró que todos buscamos una verdad más plena y más amplia, una verdad que todavía no tenemos. Para encontrarla no sirven los dogmas tomados en sí mismos, ni las doctrinas formuladas en abstracto). La presuposición general es que existen todavía respuestas a buscar y que todo está rodeado de misterio. Esta búsqueda coloca sobre el mismo terreno a todos, creyentes y no creyentes, también a los fieles de las distintas Iglesias. Cada cual tiene derecho a expresar su visión de las cosas.
            Todos vivimos una contradicción terrible que envuelve a creyentes y a ateos: ¿por qué Dios permite las grandes injusticias de este mundo? Es la pregunta que con profundo abatimiento hizo el Papa Benedicto XVI cuando visitó el campo de exterminio nazi de Auschwitz. Se desprendió, por un momento, de su papel de Papa y habló solamente como un hombre con el corazón abierto: “Dios, ¿dónde estabas cuando sucedieron estas atrocidades? ¿Por qué te callaste?”.
            Todos nosotros cristianos debemos admitir que no hay una respuesta y que la pregunta sigue abierta. Nos consuela solo la idea de que Dios puede ser aquello que nuestra razón no comprende. La inteligencia intelectual sola se calla porque no tiene una respuesta para todo. El Génesis, como decía el filósofo Ernst Bloch, no se encuentra al principio sino al final. Las cosas, así piensan los creyentes, se desarrollan en dirección a un desenlace feliz. Solamente al final, de alguna manera, nos será dado comprender el sentido de la existencia. Únicamente al fin podremos decir: “y todo es bueno” y podremos dar el “Amén” definitivo. Pero mientras vivimos no todo es bueno.
            ¿Verdades absolutas y verdades relativas? Prefiero responder con el gran poeta, místico y pastor, el obispo don Pedro Casaldáliga, allá en la Amazonia profunda: “¿Lo absoluto? Sólo Dios y el hambre”.
            Tengo una gran confianza en que Francisco con su diálogo podrá conseguir grandes cosas para el bien de la humanidad. Empezó haciendo una importante reforma del papado. Dentro de poco hará la reforma de la Curia romana. A través de varios discursos ha señalado que todos los temas pueden ser discutidos, una afirmación impensable tiempo atrás. Temas como el celibato de los curas, el sacerdocio de la mujer, la moral sexual y la existencia de los homoafectivos hasta fechas recientes no podían ser planteados por teólogos y obispos.
            Creo que este Papa es el primero en no querer un gobierno monárquico y absolutista, el “poder” como decía Scalfari. Al contrario, quiere estar lo más cerca posible del Evangelio que presenta los principios de la misericordia y de la compasión, teniendo como centro de referencia a la humanidad.
            Seguramente su diálogo con los no creyentes puede verdaderamente ampliarse y abrir una ventana nueva a la modernidad ética que no considera solamente la tecnología, la ciencia y la política, y puede también llevar a superar un comportamiento de exclusión típico de la Iglesia Católica, en otras palabras, la arrogancia de entenderse como la única heredera verdadera del mensaje de Jesús. Siempre es bueno recordar que Dios envió a su Hijo al mundo y no solo a los bautizados. Él ilumina a cada persona que viene a este mundo, no solo a los creyentes, como recuerda san Juan en el prólogo de su evangelio.
            En este sentido, en carta al Papa Francisco he sugerido personalmente un Concilio Ecuménico de toda la cristiandad, de todas las Iglesias, incluyendo incluso la presencia de ateos que puedan, por su sabiduría y ética, ayudar a analizar las amenazas que pesan sobre el planeta y cómo enfrentarlas. Y en primer lugar las mujeres, generadoras de vida, pues la vida misma está siendo amenazada.
            El cristianismo se presenta como un fenómeno occidental y debe encontrar su lugar en el interior de la nueva fase de la humanidad, la fase planetaria. Solamente así será para todos y de todos.
            En Francisco, como ya lo había mostrado en Argentina, no veo voluntad de conquistar y hacer proselitismo, sino, como lo reafirmó a Scalfari, la disposición de testimoniar y andar un trecho del camino junto con otros. El cristianismo antes que institución es un movimiento, el movimiento de Jesús y de los Apóstoles. En esta comprensión, vivir la dimensión de la dignidad humana, de la ética y de los derechos fundamentales es más importante que afiliarse simplemente a una Iglesia. Este es el caso de Eugenio Scalfari. Es importante mirar más la dimensión de luz de la historia que la dimensión de sombras, vivir como hermanos y hermanas en la misma Casa Común, la Madre Tierra, respetando las opciones de cada uno, bajo el gran arco-iris, símbolo de la transcendencia del ser humano.
            El largo invierno eclesial terminó. Esperamos una primavera solar, llena de flores y de frutos, en la cual también vale la pena ser humano en la forma cristiana de esta palabra.
            (Entrevista dada por teléfono a Vera Schiavazzi, de Romano Canavese, Turín, el 15 de septiembre de 2013). 


jueves, 26 de septiembre de 2013

Pablo Richard

Teólogo Pablo Richard: 
La Teología de la Liberación puede recuperar 
la memoria de sus mártires
José Eduardo Mora


El encuentro del 11 de setiembre entre Jorge Bergoglio y Gustavo Gutiérrez, creador de la Teología de la Liberación (TdL), en el Vaticano, desató toda una suerte de afirmaciones y contra-informaciones de si ese era un gesto inequívoco del Papa para con un movimiento marginado y perseguido por la Curia Romana en los últimos 40 años.



El despliegue mediático que a su vez le otorgó el periódico L’Obsservatore Romano al libro "De parte de los pobres. Teología de la Liberación. Teoría de la Iglesia” −de Gutiérrez−, así como al propio autor, fueron las chispas que terminaron de encender la incomodidad del sector más conservador del clero, que considera inadmisible que una teología con influencia marxista cohabite dentro de la Iglesia.

Pablo Richard (nacido en Chile en 1939), doctor en teología y sociología, y uno de los estudiosos más profundos que tiene la TdL en América Latina, y miembro del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI), analiza en esta entrevista las puertas que se abren en la actualidad para esta teología, que en su momento fue reprendida con dureza por Juan Pablo II, y desacreditada por Joseph Ratzinger.

Autor de libros como Fuerza ética y espiritual de la Teología de la Liberación en el contexto actual de la globalización (2004); La Iglesia de los pobres en América Central, en coautoría con Guillermo Meléndez (1984); La fuerza espiritual de la iglesia de los pobres (1987) y Diez palabras clave sobre la iglesia en América Latina, entre otros textos, Richard resalta que con el Papa Francisco puede darse un renacer y una recuperación de la memoria de 40 años de la TdL y que uno de los gestos trascendentales podría ser la canonización de monseñor Óscar Arnulfo Romero, asesinado en San Salvador mientras oficiaba misa el 24 de marzo de 1980.

Después de largos años de silencio a que fue sometida por el poder de Roma, la Teología de la Liberación (TdL) vuelve a ser tema dentro de la Iglesia. ¿Qué primeras interpretaciones se pueden extraer de dicha coyuntura? −Es la posibilidad de recuperar la memoria del pasado y la posibilidad de abrir un foro público para evaluar los últimos 40 años de la TdL. El papa Francisco abre este espacio de reflexión crítica, que también nos permite recuperar la memoria de nuestros mártires que dieron su vida por el Evangelio.

Las denuncias de la influencia marxista en la TdL legitimaron en gran medida la persecución de miles de cristianos, laicos y sacerdotes, muchos asesinados por su testimonio evangélico, no por razones ideológicas.

Un hecho que transformaría la memoria histórica de estos 40 años, sería que el papa Francisco canonizara a monseñor Óscar Arnulfo Romero, arzobispo, profetar y mártir, de San Salvador, El Salvador, asesinado por anunciar el Evangelio el 24 de marzo de 1980.

¿Se está en presencia de una oportunidad trascendental para la Teología de la Liberación, en el sentido de que puede darse un resurgir, después de que esta opción fuera "demonizada” y combatida fuertemente por el Vaticano? −Creo que el papa Francisco nos está dando la gran oportunidad de que la TdL salga a la luz pública para provocar un debate abierto sobre ella. El encuentro del papa Francisco con el padre Gustavo Gutiérrez, principal inspirador de la TdL en estos 40 años de su existencia, como también el encuentro con el arzobispo y teólogo Herdhard Müller, secretario de la Congregación para la Doctrina de la fe, son signos de un cambio profundo y radical de la reflexión teológica en la era que ahora se abre.

De Juan Pablo II a Jorge Bergoglio, ¿qué principales cambios ha experimentado, en su interior, la Teología de la Liberación en tan largo período? 
 −La TdL no es una doctrina o un dogma, sino una nueva manera de hacer teología. Lo primero es la práctica de liberación, la reflexión teológica es el "acto segundo”. La evolución de la TdL no es una evolución teórica. Lo que va cambiando es la práctica de la liberación. En cada época surge un nuevo sujeto, una conciencia crítica, un proyecto, una utopía y una esperanza de liberación, que nos orienta hacia donde hay que caminar. En el acto segundo, que es la reflexión teórica a partir de la práctica de liberación, la gran novedad de la TdL es el diálogo con otras ciencias: economía política, ciencias sociales y filosóficas. La TdL no fue "una” teología, sino un "movimiento teológico”, que iba naciendo con las nuevas prácticas de liberación y los nuevos movimientos sociales. Con el papa Francisco pensamos que la TdL ha comenzado a desarrollarse abiertamente en la Iglesia y en comunión con ella.

La CEPAL (Comisión Económica para América Latina) confirmó que en el 2012 la pobreza en América Latina afectó a 167 millones. Uno de los núcleos de la TdL era de que debían cambiarse las estructuras que regían a la sociedad. En ese sentido, ¿se puede sostener que la TdL es tan necesaria como en sus inicios?
−Mientras haya pobreza y estemos decididos a luchar contra ella, habrá TdL. "Cuando los pobres sufren, los profetas son una necesidad”.

¿Cuál sería la trascendencia para la TdL de que el Vaticano, al menos, no la combata abiertamente como sí lo hizo en el pasado?
 −El problema principal no es que la TdL sea o no sea aceptada por el Vaticano. Se legitima por sí misma a partir de su fuerza evangélica y liberadora. Si entra libremente en el foro público de la Iglesia, esta podría acompañar todas las corrientes actuales de liberación. Ya participa en el movimiento que grita: "otro mundo es posible” y existen ya los sujetos capaces de construirlo.

Francisco ha expresado en la entrevista con La Civiltá Cattólica, que no se puede hablar de la pobreza sin experimentarla. ¿Esta afirmación lo acerca más a lo que en su momento defendió la TdL?
−Ciertamente. No basta hacer una opción por los pobres, sino hay que estar con ellos, darles tiempo y escucharlos. Además, la opción por los pobres es cada vez más una opción por los "movimientos sociales” de los pobres, y eso exige "estar ahí siempre”. Históricamente la TdL nació en las "villas miseria”, en las "poblaciones marginales”, en los "tugurios” y en los lugares más pobres y también peligrosos de América Latina. Ahí vivimos, estamos y ahí siempre crecemos.

Ha habido entusiasmo, incluso, de parte de figuras comoLeonardo Boff y Gustavo Gutiérrez por este nuevo Papa. Como teólogo y estudioso, ¿considera que Francisco contribuirá a cambios significativos en la Iglesia?
 −Creo que sí. Ha puesto signos poderosos y discursos radicales (que van a la raíz de los problemas). El papa Francisco ya ha dado muchos "testimonios proféticos”, que son solo un comienzo de cambios más estructurales y globales en la Iglesia. Por ejemplo: la reforma de la Curia vaticana y del Estado vaticano. Algunos piensan que este cambio es tan global y trascendente, que es posible que lo "asesinen”. Es posible. Pero creo que podría suceder algo peor: que le "fabriquen un trampa mortal”, que le hagan la vida imposible, una guerra invisible y destructiva. Existe una "derecha católica internacional”, con el apoyo de un sector eclesiástico que es capaz de todo. No van a permitir que el "obispo de Roma” cuestione el sistema económico y político global. Esta "derecha católica internacional” cuenta posiblemente con el apoyo del poderoso "Opus Dei”, y también con la organización más poderosa aún: los "Legionarios de Cristo” (cuyo fundador, el padre Maciel, ha sido el sacerdote pedófilo más perverso y protegido en la historia no muy lejana de la Iglesia). 

Existe otro movimiento "oscurantista”: "Heraldos del Evangelio”, con mucho poder económico, considerado por algunos algo como el "ejército al servicio del Papa”.

América Latina ¿podría experimentar, en el nuevo contexto que surge con el nuevo Papa, un resurgir de sus bases, desde las comunidades que han sido marginadas históricamente?
−Creo que es una esperanza real y posible. Debemos, sin embargo, insistir en que los movimientos de base, como las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) y los movimientos de lectura pastoral de la Biblia, y muchos otros, viven con la fuerza que le es propia.
Denuncias contra Chevron 
se presentarán 
en el Tribunal Internacional de La Haya



El gobierno de Ecuador anunció una contraofensiva contra la multinacional petrolera estadounidense Chevron durante la Asamblea General de la ONU, en Nueva York. Según informó el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, antes de que finalice este año, se presentarán en la Corte Penal Internacional de La Haya informes referentes a los daños medioambientales provocados por la compañía durante los 26 años que explotó petróleo en la Amazonia ecuatoriana.


El anuncio fue realizado sólo cinco días después que la propia Corte de La Haya emitió una sentencia en favor de Chevron y su filial Texaco Petroleum Company (TexPet). En la evaluación del tribunal, la petrolera estadounidense no es responsable por ninguna reclamación colectiva por daños ambientales, basado en los acuerdos de Liberación de Responsabilidades que el gobierno de Ecuador firmó con la TexPet en 1995 y 1998. Esa decisión respondió a una demanda de la Chevron, de septiembre de 2009, contra Ecuador, basada en el Tratado Bilateral de Protección de Inversiones entre Estados Unidos y Quito.


"El juego terminó. Este laudo dictado por un eminente tribunal internacional confirma que los reclamos fraudulentos en contra de Chevron no deberían haber sido presentados desde el comienzo. Ahora, no cabe duda de que los esfuerzos de los abogados estadounidenses de los demandantes y del gobierno de Ecuador para ejecutar esta sentencia fraudulenta violan el derecho ecuatoriano, estadounidense e internacional", afirmó Hewitt Pate, vicepresidente y consejero general de la Chevron a través de un comunicado.


Esta semana, durante la Asamblea de la ONU, cientos de ecuatorianos residentes en Estados Unidos fueron hasta la sede de la Organización para apoyar al gobierno de su país en su lucha contra la transnacional. Muchos se ensuciaron las manos de negro en referencia al presidente Rafael Correa, que la semana pasada visitó la región contaminada por Chevron, tomando con las manos una especie de lodo negro dejado por la empresa en el suelo de la Amazonia. Los manifestantes propusieron que en todo el mundo se dejen de consumir los productos de la petrolera, que se rehusó a indemnizar a las personas afectadas.


En 2011, la Corte Superior de Justicia de Sucumbíos, una de las provincias afectadas por la contaminación, condenó a la petrolera a pagar una multa de 19.000 millones de dólares por contaminar la región de la Amazonia. Patiño relató que la actuación de Chevron dejó secuelas en cerca de 30 mil habitantes de la región. Alrededor de 680 mil barriles de petróleo fueron derramados en los ríos, en la flora y sobre la fauna de las provincias de Orellana y Sucumbíos. Una investigación realizada por el gobierno constató que la población de esa área tiene tres veces más cáncer, y 147% más de abortos que los habitantes del resto del país. Más de 80 mil análisis comprueban la existencia de productos tóxicos en el suelo y en el agua.
El papa Francisco preocupa a la derecha católica
Bernardo Barranco V.



Desde que el Papa Francisco empezó a generar expresiones y declaraciones que anuncian cambios en la vida de la Iglesia, las corrientes conservadoras católicas han empezado a manifestar su inquietud. Después de sus mensajes en Brasil y la multientrevista en el avión de regreso a Roma, ahora el papa Francisco concede una extensa entrevista a la famosa revista jesuita Civiltà Cattolica, fundada en 1850, en la que continúa con sorprendentes revelaciones y actitudes para los necesarios cambios que requiere la Iglesia católica.

Para empezar, Francisco se deslinda de los sectores conservadores, su desmarque es contundente: Jamás he sido de derechas, dijo. Sin duda, dicho deslinde ha incomodado a los sectores que predominan en la estructura no sólo de la curia romana, sino de muchos episcopados, incluyendo a la conservadora jerarquía mexicana. Después de su viaje a Brasil, diferentes medios ultraconservadores pedían moderar las lecturas de los discursos del sumo pontífice y evitar malinterpretarlos, como muchos periodistas tendenciosos, que, según portales derechosos como Aciprensa, pretenden construir agendas que no son las de la Iglesia. Los sectores recalcitrantes se empiezan a sentir desconsolados por las posiciones polémicas del Papa que, sin llegar a ser revolucionarias, tiene otro tono y nuevas tesituras. Me refiero concretamente a las nuevas actitudes que proclama Francisco en torno a las mujeres, los divorciados vueltos a casar y los homosexuales.

Sobre el tema, el papa Francisco va más lejos y cuestiona como obsesión la insistencia casi enfermiza que la Iglesia había tenido en torno a cuestiones de controversia moral. En dicha disputa, los valores católicos se han politizado en el espacio público, la Iglesia entonces ha enfrentado a las culturas seculares imperantes en la mayoría de los países bajo la era de la globalización. De manera clara dice: No podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar. Francisco sugiere un giro en los siguientes términos: Tenemos, por tanto, que encontrar un nuevo equilibrio, porque de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio. La propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda e irradiante. Sólo de esta propuesta surgen luego las consecuencias morales.

Francisco plantea con otras palabras lo que aquí hemos externado, modera sin cambios doctrinales la agenda moral de la Iglesia. No se trata de cambiarla o repensar sus fundamentos, pero invita a no absolutizarla. En cambio, como señaló en Brasil, posiciona su evangelio social basado en la solidaridad con los pobres, los derechos humanos y la justicia social. Pero requiere que los episcopados, los obispos y los fieles entren en nuevas lógicas.

Por ejemplo, resulta patente que el Papa argentino fue mucho más sensible que los propios obispos mexicanos al solidarizarse de inmediato con las víctimas y penurias extremas de los damnificados, adelantándose a los prelados locales. Y teniendo la Iglesia mexicana la vasta red social, de recursos y de infraestructura, se antoja que ha hecho muy poco o casi nada por las desgracias que decenas de miles de víctimas que huracanes e inundaciones han provocado.

La derecha católica puede padecer histeria y hasta depresión al imaginar la posibilidad de una apertura de la Iglesia en términos de moral sexual. Dudamos de una pronta revolución doctrinal; en cambio Francisco va insistir en una revolución de la pastoralidad de la Iglesia. Este es uno de los grandes déficits poco reconocidos o afrontados con honestidad; los números son fríos, porcentualmente la Iglesia va en caída y precipitada decadencia. Si a esta cascada de novedades del Papa sumamos las fuertes apreciaciones del futuro secretario de Estado, Pietro Parolin, sobre el celibato, los tiempos de la Iglesia están, al parecer, más abiertos para colocar estos dilemas que vienen desde el concilio, pero que fueron acallados y archivados por una curia conservadora que ha precipitado la actual crisis de la Iglesia.

A diferencia de Benedicto XVI, aquí hay una clara ruptura, Bergoglio no quiere convertir a la Iglesia en una secta iluminada por una casta sagrada de laicos muy formados y disciplinados a la jerarquía. Rechaza la idea de una Iglesia capilla por una Iglesia pueblo, siguiendo al Concilio Vaticano II. Francisco no ha dejado de exhortar a los obispos a que cambien sus posturas, muchas veces de burócratas o pastores de mostrador, para que tengan una mayor proximidad con la feligresía.

Así lo plantea el Papa, en la entrevista referida: Yo sueño con una Iglesia madre y pastora. Los ministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela a su prójimo. Esto es Evangelio puro. Dios es más grande que el pecado. Las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen después. La primera reforma debe ser la de las actitudes.

Todo parece indicar que hay tiempos de cambios en la Iglesia y que se matizará la pretensión conservadora de invertir la ecuación, al insistir en cambiar el tiempo. Un huracán categoría 4 está agitando las aguas tranquilas de una catolicidad anquilosada en la tradición, en la nostalgia. Y en el confort.
Así nos salvó Bergoglio de la persecución militar»

Llega a las librerías “La lista de Bergoglio”, el libro de Nello Scavo con la historia inédita de los hombres y mujeres que recibieron ayuda del futuro Papa durante la dictadura
 Gianni Valente


En Buenos Aires, muchos de sus amigos no lograban comprenderlo. «Pero, por qué no nos responde, por qué no dice la verdad a todo el mundo, para que se acaben todas estas mentiras», repetía el padre José María “Pepe” Di Paola, el sacerdote que coordina a los sacerdotes de las “villas miseria” de Buenos Aires Pepe se refería a las calumnias que desde hace años un periodista de izquierdas esgrimía contra Bergoglio, con el beneplácito de los sectores de la ultra-derecha argentina. ¿Las calumnias? Que Bergoglio colaboraba con la dictadura militar y, en particular, colaboró con el arresto de dos jesuitas, Francisco Jalics y Orlando Yorio, acusados de ser comunistas subversivos. 





El 13 de marzo, cuando Bergoglio se convirtió en Papa Francisco, las acusaciones volvieron a circular con vehemencia en los blogs y sitios de algunos periódicos que trataban de encontrar material para perjudicar al nuevo sucesor de Pedro. Esa misma tarde, el periodista de “Avvenire” Nello Scavo comenzó a seguir las pistas on-line del “Papa que convivía con los dictadores”. No pretendía defender teoremas preordenados ni mucho menos lo impulsaban intenciones hagiográficas. Como cronista de asuntos jurídicos, sabía muy bien que encontrar una prueba de las acusaciones en contra del nuevo Papa habría sido un “scoop” estelar. Y sabía también que la reconstrucción honesta de los hechos no admite censuras o prejuicios. 



Esa noche especial comenzó su extensiva investigación, que ahora aparece en el libro “La lista de Bergoglio”, publicado por la editorial Emi y que saldrá a la venta mañana en las librerías. Un libro que tiene un ritmo muy marcado y que contiene un apéndice al final con las actas de los interrogatorios a los que fue sometido Bergoglio durante el proceso sobre los crímenes cometidos en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (la famosa Esma) durante la dictadura. 





Durante los primeros días del Pontificado del nuevo Papa, las sospechas y las mentiras sobre Bergoglio, que aparecían gracias a un ciego y frenético “copia y pega” en diferentes sitios, se desinflaron a una gran velocidad. De los dos de los jesuitas que habían sido presentados como las “víctimas” de Bergoglio, el que todavía sigue vivo había desmentido todo. El mismo periodista acusador había admitido que las palabras de Jalics habían aclarado «definitivamente» que Bergoglio no tenía ninguna responsabilidad. Mientras tanto, la investigación de Nello Scavo continuaba su curso. El reportero, siguiendo la pista falsa que sugerían las manipulaciones informativas, no encontró el “scoop”, sino mucho más. Encontró decenas de testimonios convergentes que narran las operaciones y los sistemas que se inventó Bergoglio –que entonces era un jovensísimo provincial de los jesuitas argentinos– para proteger y salvar a muchos potenciales desaparecidos, hombres y mujeres que acabaron en la mira de la represión del régimen. Según Scavo serían por lo menos cien personas. 



Gran parte de los casos que reconstruye el libro se desarrollan en el Colegio Máximo en San Miguel –en el área metropolitana de Buenos Aires, en donde vivía Bergoglio– y en la cercana Universidad del Salvador, también relacionada con los jesuitas. Fue allí que Jorge Mario, que no llegaba ni a los cuarenta, alojaba a los disidentes buscados por los militares y sus matones, solos o en pequeños grupos, haciéndolos pasar como estudiantes que estaban haciendo ejercicios espirituales. Para muchos de ellos, que corrían mucho peligro, la estrategia de socorro de Bergoglio llegaba incluso al exilio. Gracias a la reconstrucción de estas historias se descubre claramente que las iniciativas de Bergoglio formaban parte de una red de apoyo entretejida por los jesuitas en todo el Continente, con todo y documentos para expatriar a los que tenían que huir. 



En las 192 páginas del volumen se deslizan los nombres, los rostros y las historias de muchos de los protegidos y salvados por las iniciativas que puso en marcha el futuro Papa. Se respira el clima desesperante de aquella Argentina. Se descubren, diseminados entre las historias, detalles y matices elocuentes sobre el consuelo que Bergoglio ofrecía en aquel tiempo tan oscuro. Aparece el militante uruguayo Gonzalo Mosca, a quien Bergoglio ayudó a huir a Brasil, no sin antes regalarle las obras de Borges y una «radio para mantenerme informado». 



También están tres seminaristas que le había encargado Enrique Angelelli, el obispo de La Roja que poco tiempo después habría sido asesinado por los militares (que simularon un accidente de tráfico). Están Ana y Sergio Gobelin, dos cristianos involucrados en el trabajo pastoral y de movilización social en las villas miseria de Bajo Flores. Bergoglio fue a encontrarse con ellos a las villas, celebró su matrimonio pero poco después Sergio habría sido arrestado por una escuadra de cazadores de disidentes. Bergoglio logró hacer que lo liberaran con la colaboración del Cónsul italiano Enrico Calamai, y ayudó a ambos a huir a Friuli tras convencerlos de que no habrían podido continuar con su misión muertos.


Está el jesuita Juan Manuel Scannone, exponente de la “Teología del Pueblo”, en la mira del aparato militar por la acusación de subversión comunista de siempre. Scannone declaró: «él me cubrió la espalda, me salvó. Y lo hizo en diferentes circunstancias». Bergoglio, en esa época, evitaba los reflectores. Se movía con un estudiado “bajo perfil”, tratando de aparentar no estar en ansia por lo que sucedía en su país. Aconsejaba constantemente a pequeños contingentes para evitar que cayeran en las manos de los sicarios del régimen, porque «no es momento para hacer el héroe». Cuando hacía viajes en coche y él iba manejando, evitaba ver por la ventanilla. No decía por teléfono cosas comprometentes y no las escribía. Hablaba en código. Detalles psicológicos que no son secundarios y que obedecen al criterio, siempre teniedo en consideración pro Bergoglio, del “primum vivere”. El mismo que disipó sus dudas y lo convenció a encontrarse con el general Videla y el almirante Massera, hombres fuertes de la dictadura, con tal de favorecer la liberaciónd e Yorio y Jalics. 





En las páginas del libro también aflora esa reserva que siempre ha mantenido Bergoglio al respecto. Una consigna del silencio que también impera entre los que se beneficiaron de la “Bergoglio’s list”. Una decisión que indica pudor y reserva, pero revela sobre todo un aspecto mucho más íntimo del perfil del actual obispo de Roma. Entonces como ahora, los que hablan en su lugar son los hechos: no se responde a las ofensas y a las acusaciones de los malintencionados, no se ostenta el bien hacia el prójimo, es más se olvida.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

El Papa necesita tres mujeres cardinales
Dr. Xabier Pikaza




Tres motivos me impulsan a escribir esta reflexión sobre la necesidad de unas mujeres cardinales, que ayudan al Papa en el gobierno de la Iglesia, para abrir las puertas necesarias.

1. Me mueve la situación de una Iglesia donde falta la presencia activa, decisoria, de mujeres, como puso de relieve el Papa Francisco en su entrevista a los medios de comunicación de los jesuitas (Civiltá Cattolica):

“ la Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer".
 "La Iglesia no está aún completa porque en ella falta la mujer".
 "Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia… pues el genio femenino es necesario en los lugares donde se toman decisiones importantes". Es necesaria una teología más honda y precisa sobre el sentido y misión de la mujer en la iglesia.

2. Me anima el rumor extendido de que el Papa va crear cardenales mujeres, algo perfectamente posible según el actual Derecho Canónico, como ha puesto de relieve Lucetta Scaraffia, colaboradora de L'Osservatore romano, diciendo:

‒ Ese sería “el camino maestro para conferir autoridad y respeto a las mujeres dentro de la Iglesia. Ese gesto sacudiría al mundo eclesiástico, de sólo hombres, pese a que dos tercios de los religiosos en el mundo son mujeres.
 En la Curia Romana, la maquinaria de la Santa Sede, sólo tres mujeres trabajan en cargos altos, pero ninguna tiene un puesto de responsabilidad (cf. http://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2013/09/24/teologa-italiana-).

3. Me impulsan también las reflexiones que vengo ofreciendo en este blog, buscando una exégesis bíblica y una teología seria sobre la mujer. 

-- Así quiero retomar el hilo de mi reflexión del 18.09.13: Tres mujeres “sabias” ante la vida, la ley y la muerte, unas “mujeres ejemplares” que abrieron caminos de nueva experiencia y de vida en la historia de Israel.
 -- Como esas mujeres necesita el Papa Francisco, no sé si con oficio de “cardenales” (no estaría mal, pero quizá no sea necesario)… o simplemente como personas y creyentes, que es más importante y más grande que ser cardenales, como verá quien siga leyendo.


Tres mujeres (al menos) necesita el Papa Francisco.

1. La primera ha de ser como la “médium” de Endor, cuya historia evoqué el día pasado. 

No me refiere a una simple “pitonisa”, nigromante o “médium” en el sentido superficial del término, sino a una mujer que sepa situarse ante la “muerte”, es decir, ante el pasado marchito de la iglesia, no para negarlo o reprimirlo (ni mucho menos para repetirlo), sino para aceptarlo con valor, asumiendo sus consecuencias, para superarlo. 

La “médium” de Endor puso a Saúl ante la historia de sus pecados pasados, ante la sombra de Samuel, ante unos caminos fracasados, pervertidos. Sólo una mujer puede hacer eso de verdad, porque lleva en su corazón (mucho mejor que los hombres) la memoria buena (y oscura) del pasado.

Necesitamos una mujer (un “espíritu” de mujer) que nos haga descender de unas “alturas falsas” de auto-satisfacción y de egoísmo, que nos llevan a repetir siempre las mismas cosas… Una mujer que sepa recoger el pasado para asumirlo y transcenderlo, como María, Madre de Jesús, a quien tanto Lucas como Juan han interpretado como auténtica memoria del pasado, no para negarlo, sino para aceptarlo y superarlo.

Necesitamos una muerte (un “espíritu” de mujer) que nos permita estar a los pies de la Cruz de Jesús (de las iglesias)…, no para enquistarnos en los errores pasados, sino para aceptarlos (aceptar lo que hemos hecho), para caminar, cumpliendo nuestra tarea (destino). Así le dice a Saúl la “médium” de Endor (transmisora de la sabiduría del pasado): Acepta lo que eres, reconoce que tienes que morir (¡que tiene que morir casi todo lo que ha sido tu delirio de grandeza!), para dejar abierto el camino al Dios del Evangelio.

2. La segunda mujer que necesita el Papa ha de ser como la “sabia de Tecoa”.

Ella le dijo a David lo que debía hacer, superando un tipo de justicia/venganza, viendo las cosas desde otra perspectiva, en la línea de la vida:

 «Los seres humanos somos como agua derramada,
 que se va sin remedio,
 pero Dios quiere la vida» (2 Sam 14, 14).

 Somos como agua derramada, así es la misma Iglesia, agua que desciende por la historia, que parece brillar un momento, que otras veces se estanca, para perderse en un camino sin retorno. Se trata, pues, de aceptar la muerte (como le decía la médium de Endor a Saul…), la muerte propia y la muerte de la misma Iglesia, pero sabiendo que Dios quiere la vida, como quiso Jesús.

Pienso que el Papa Francisco tiene ya sabiduría de mujer, como la de aquella que amasaba la harina y hacía tres “medidas” (Mt 13, 33…), tres medidas, no una sóla, pues somos distintos, pero abriendo un lugar para todos, incluso para aquellos a quienes parecería mejor haber matado (como quería David).

Puede saber el Papa Francisco muchas cosas, pero en un momento dado (en el centro de la crisis de la vida) es bueno y necesario consultar a una mujer-mujer, que sea hermana-amiga-madre, una mujer que nos puede decir que la tumba está abierta, que es preciso dejar los cementerios (como dijo María Magdalena). 

Sin María Magdalena Pedro no hubiera sido Pedro, ni Pablo hubiera sido Pablo sin docenes de mujeres que le acompañaron… Es un buen momento para acoger y escuchar a las mujeres en el Vaticano.

3. La tercera mujer ha de ser como Hulda.

Sí, me refiero a Hulda, la de la calle nueva, en el momento en que Josías y los “nobles” de Jerusalén tenían que decidirse ante la necesidad de la “reforma”. 

-- Necesitaban una “nueva ley”, abierta a todos, en fidelidad al pasado, pero en gesto creador; pero el rey y sus ministros eran incapaces de discernir y de buscar caminos nuevos; por eso buscaron el consejo y magisterio de Hulda, una mujer, ella fue la garante de la gran reforma deuteronomista, quizá la más honda y verdadera de todas las reformas bíblicas.

‒ Necesitamos una mujer como la madre de Jesús que en el momento de crisis de falta de vino dice a los “ministros” de Caná de Galilea (Jn 2) que vayan a Jesús, que le consulten y que aprendan. ¡Haced lo que él os diga! Una mujer que valore la falta de vino de la iglesia, unas mujeres que nos enseñen a recorrer nuevos caminos, una ley abierta a la justicia y a la vida 

No es ya tiempo de grandes palabras, sino de gestos concretos de vida, al servicio de la vida de todos. Éste es tiempo bueno para Hulda… La Nueva Ley de la vida pueden “encontrarla” los hombres... pero tienen que ratificarla las mujeres. Un Papa Francisco sin mujeres a su lado está llamado a fracasar, por muy Francisco que sea.
Dominicanos conmemoran 50 años 
del golpe de Estado contra Juan Bosch



El expresidente de República Dominicana Leonel Fernández (2004-2012) afirmó que el golpe de Estado perpetrado el 25 de septiembre de 1963, contra el entonces jefe de Estado Juan Bosch, representa "una mancha y una vergüenza” en la historia contemporánea de la nación caribeña.

Durante un acto que evocó el aniversario número 50 del golpe de Estado, Fernández lamentó que "los resentimientos de grupos de poder económico y social condujeron a la intolerancia y a la intransigencia frente al gobierno de Bosch, lo cual finalmente condujo a su derrocamiento”.

Recordó que Bosch fue el primer presidente electo democráticamente, "después de más de 30 años de tiranía y opresión”, con un pueblo dominicano que acudió a las urnas "deseoso de contribuir a la edificación de un sistema democrático en el país”.

El ex gobernante dijo también que el golpe de Estado generó en la sociedad dominicana mucha sangre, luto y dolor que pudo haber sido evitado, además de que retrasó el progreso económico y social del país.

"Cincuenta años después de haberse perpetrado ese crimen contra la democracia, lo que sigue teniendo validez es su condena y repudio, porque fue un factor que contribuyó a la continuación del atraso en el país y a sembrar el llanto en la familia dominicana”, puntualizó.

Por último, Fernández proclamó que mientras los responsables del golpe de Estado languidecen en el olvido, "la figura de Juan Bosch se agiganta con el tiempo”.

Bosch fue electo presidente de manera democrática, tras el ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo, el 30 de mayo de 1961. El golpe de Estado puso fin a un gobierno de solo siete meses, enfocado en establecer beneficios para los sectores más desposeídos.

Asimismo, Bosch puso en práctica la Constitución de 1963, donde se recogía la libre organización sindical, el respeto al derecho al trabajo y la participación de los obreros en los beneficios de las empresas donde laboraban, entre otros beneficios.

Durante su mandato, Bosch rechazó las presiones ejercidas por Estados Unidos y los ultraderechistas dominicanos para que limitara el libre ejercicio del pensamiento y declarara al comunismo como doctrina malsana e ilegal.

El golpe de Estado fue encabezado por el coronel Elías Wessin y Wessin. Según Bosch, el suceso se debió a la corrupción entre los militares y por su negativa a comprar aviones británicos a un precio de cinco millones de dólares, en una negociación fraudulenta para el pueblo dominicano.
Perdidos en la historia
José Ignacio González Faus





Anécdotas de excursionistas perdidos (y rescatados) son material frecuente en nuestros informativos: el grupo dudaba, decidió seguir adelante; ante sospechas mayores, en lugar de volver atrás, intentó enderezar el camino por desvíos laterales, trepó con algunos riesgos… hasta que llega un momento en que no se sabe a dónde ir y no se puede volver atrás… Suerte que podemos echar mano del móvil para recabar ayuda. Pero a veces el episodio, ha de anotar algunas vidas humanas en su “debe”.

Es bueno que la anécdota nos resulte familiar porque es un parábola completa de la historia del género humano. Embarcados en una loca obsesión de progreso hemos ido adentrándonos por caminos desconocidos, al principio quizás convencidos de llegaríamos a buen puerto; más tarde con dosis crecientes de sospecha pero también con la obsesión de que ya no era posible volver atrás. Y la lección a sacar es ésta: todos los crímenes que cometemos para acelerar nuestro progreso, acaban enquistándose en nuestro mundo en forma de problemas si solución.

Problemas sin solución hay muchos: algunos tan fáciles como el hambre parecen insolubles. Recientemente, dramas como los de Egipto y Siria se han convertido en emblemas de estos callejones sin salida: malo es bendecir un golpe de estado cruento y malo es sostener a un dictador cruel. Malo es implicarse en aventuras bélicas oscuras y malo es permitir que quede impune la transgresión de algunas “líneas rojas”.

Pero además de constatar la falta de soluciones claras, y el peligro de buscar salidas falsas por la temeridad o por el pasteleo, convendría preguntarse por qué y cómo se ha llegado hasta ese callejón sin salida. Entonces descubriremos cuántos de esos problemas insolubles los hemos creado nosotros mismos a base de pasos en falso. Obama puede no ser personalmente un hipócrita. Pero resulta hipócrita oír a un jefe de estado proclamar lo intolerable de la muerte de miles de civiles inocentes (buen número de ellos niños) gaseados por las llamadas armas químicas, y no pararse un minuto a preguntar quién fabrica y vende esas armas cuyo uso estamos maldiciendo, cuando ese agente ha sido precisamente nuestro propio país. (Para no hablar sólo de USA, España cobró el año pasado 100 millones de euros por venta de armas a Egipto…).

Los productos de la técnica se fabrican para ser usados: y hacer nuestro negocio entregando armas a un país, con la esperanza de que luego no las use (o quizás que las regale a las Hermanitas de los pobres…) resulta tan ridículo como venderle a uno un jamón de jabugo con la condición de que luego no lo abra nunca (o, en todo caso, si lo abre que sea sólo para olerlo…).

Por supuesto, no percibimos la barbarie de estas contradicciones cuyo reconocimiento nos avergonzaría. Pero ello no es debido a que no sean atroces, sino a que la mayor salvajada puede convertirse en una evidencia cuando se ampara en una fuerte convicción social. Hace poco puse el ejemplo de las mujeres africanas que mutilan genitalmente a sus hijas. Nos parecerá increíble; pero no podemos argüir que esas mujeres sean malas madres desalmadas, quizá incluso quieren a sus niñas más que nosotros. 

¿Qué ha pasado pues? Pues que la convicción ambiental se ha convertido en evidencia de que las cosas ”son y han de ser así”. Y nosotros, por muy fatuamente ilustrados que nos creamos en nuestro primer mundo, somos tan incivilizados como esas madres africanas. Ellas practican sólo una clitoridectomía; nosotros practicamos una “humanotomía” (extirpación de lo humano) en nombre del progreso. Hora es pues de que comencemos a reconocer que estamos mutilando brutalmente al género humano. 

¿Cómo? Veamos algunos ejemplos: un sistema económico donde el capital tiene toda la primacía sobre el trabajo; un sistema político mundial donde no existe una autoridad global, como no sea ese fantoche impotente de la ONU que siempre llega tarde a todas partes y que no sirve para evitar conflictos sino para cohonestar los crímenes de los poderosos; la conversión de las armas en objeto de mercado y de comercio, cuando éstas deberían estar reservadas únicamente a esa autoridad mundial inexistente; y la conversión de la educación en un negocio en lugar de un derecho. Además estamos esquilmando la tierra y ahogando al planeta, pretendiendo que no hacemos más que emprender caminos audaces y creativos de progreso. Pero el progreso era otra cosa.

Luego podremos mirar con superioridad a esas incultas mujeres africanas y hasta prohibirles que hagan lo que hacen con sus hijas. Y bien está. Pero nosotros mutilamos a nuestros hijos con la misma inconsciencia que ellas a su niñas. Así hemos llegado a vernos perdidos en mitad de la marcha de la historia. Consecuencia de la tozudez en seguir caminando por una senda que decíamos nos llevaba al progreso, pero que no era más que la senda de un crecimiento económico cuantitativo.

Cómo salir de ahí, no lo sé: porque aquí no podemos llamar a ninguna central con ningún teléfono móvil, ni echar botellas al mar con algún mensaje para que nos vengan a sacar. Pero al menos, saber que vamos por mal camino, algo podría ayudarnos.





Agujero en el pecho
Frei Betto


El hambre no se combate sólo con un plato de comida. Digerida la limosna en forma de alimento, se abre de nuevo el hueco en la barriga, agujero negro de la ciudadanía. Ni la Bolsa Familia. Es necesario evitar que existan personas desprovistas de los bienes esenciales para la vida, capaces de proveer su propio sustento, como intentaba hacer el programa Hambre Cero.


Para que el derecho a la ciudadanía no quede reducido a los discursos políticos, el combate al hambre exige, como mínimo, reforma agraria, distribución de la riqueza y escolarización obligatoria de todos los niños y niñas.

Lo mismo se aplica a la violencia. No es un fenómeno restringido a São Paulo y otras ciudades populosas. Nueva York es más peligrosa que la favela de Rocinha. En Goiania, Salvador o Porto Alegre los asesinatos forman parte de la vida diaria.

Lo grave es cuando los narcotraficantes se infiltran en los cuerpos de la policía, corrompiendo a jueces y comisarios, obteniendo armas exclusivas de las fuerzas armadas y delimitando territorios bajo su autoridad.

El traficante, como el político corrupto y el empresario especulador, es hijo de la impunidad. Por lo que es preciso no cometer el error de cierto periodismo televisivo espurio que ya no distingue entre el habitante de la favela y el traficante. No se puede aplicar a las favelas lo que recomendaba el gran inquisidor: "Matémoslos a todos. Dios sabrá quiénes son inocentes y quiénes culpables”. Medida, por cierto, que Obama viene aplicando con sus aviones drones en Afganistán.

La violencia del narcotráfico no es causa sino fruto de la violencia mayor de una élite que mantuvo a este país amordazado durante 21 años de dictadura militar, cortando ideas y utopías. Los hijos y los nietos nacidos durante o poco después de esos años de plomo no tuvieron la educación para la ciudadanía de los gremios escolares y de los movimientos estudiantiles, de las academias literarias y de los cineclubs.

Perdidos en la noche, muchos buscan la luz en la marihuana y la omnipotencia en la cocaína. Si el tráfico de drogas está tan bien organizado es a causa de los asalariados que, cuando pierden la cabeza, recurren al licor. Es gracias al sofisticado mercado de consumo que paga bien por la droga. Y, a falta de dinero, recurre al crack.

En la espiral de violencia el joven ‘avión’ que lleva la droga, la ‘mula’ que abastece los puestos de venta y el traficante que dirige todo y no vive en la favela, sino que tiene una casa con piscina y auto del año, son el resultado de la política equivocada del gobierno en relación a los derechos humanos. No basta con asegurar un salario, con llenar el bolsillo, es necesario sobre todo llenar la cabeza, facilitar el acceso a la cultura, de modo que haya un protagonismo emprendedor.

Si la mayoría del pueblo brasileño tuviera tierra para sembrar, mejores salarios y una educación escolar de alta calidad, no habría favelas. Si nuestra juventud contase con lugares de recreo, de deportes y de creatividad artística y cultural, no tendríamos tantos muertos-vivos destruidos por el crack y otras drogas.

"¿Y qué pasaría si de pronto la tv decidiera promocionar el bien?”, preguntó un día el periodista Ricardo Gontijo. ¿Qué se puede esperar de los niños y jóvenes que pasan horas ante las cajas mágicas electrónicas, embotados por el entretenimiento consumista, por la publicidad hedonista, ahítos de películas y programas que casi nada ayudan a la formación de su subjetividad y al perfeccionamiento de su cultura? Impelidos por el desgobierno de sí, y a falta de quien les indique el camino del Absoluto, buscan el del absurdo, manteniendo el narcotráfico.

¿Cuáles son los ídolos de los jóvenes de hoy? ¿Gente altruista como el Che Guevara, Mandela, Luther King, Gandhi o Jesús? ¿Cuáles son los valores más buscados hoy día por la sociedad? Riqueza, belleza, fama y poder. Ahora bien, cuanto mayor es la ambición, mayor es la caída. Y el agujero en el corazón. El agujero en el pecho necesita ser compensatoriamente rellenado de alguna forma.

La sociedad se laicizó. Ha sido una conquista de la modernidad. Pero el ser humano es siempre el mismo, desde que fue expulsado del paraíso por haberse equivocado y pretender ser Dios, cuando su vocación es tener a Dios. Impregnarse del Absoluto. Saciarse en el pozo de Jacob (Juan 4).

Encuentro por lo menos extraño cuando, en ceremonias litúrgicas, observo a niños y jóvenes acompañados de sus padres y abuelos cristianos, que no saben ni rezar el Padrenuestro ni el Avemaría. ¿Qué esperar entonces de una generación desprovista de espiritualidad?
26 Tiempo ordinario (C) Lucas 16, 19-31
ROMPER LA INDIFERENCIA
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, 


Según Lucas, cuando Jesús gritó “no podéis servir a Dios y al dinero”, algunos fariseos que le estaban oyendo y eran amigos del dinero “se reían de él”. Jesús no se echa atrás. Al poco tiempo, narra una parábola desgarradora para que los que viven esclavos de la riqueza abran los ojos.

Jesús describe en pocas palabras una situación sangrante. Un hombre rico y un mendigo pobre que viven próximos el uno del otro, están separados por el abismo que hay entre la vida de opulencia insultante del rico y la miseria extrema del pobre.

El relato describe a los dos personajes destacando fuertemente el contraste entre ambos. El rico va vestido de púrpura y de lino finísimo, el cuerpo del pobre está cubierto de llagas. El rico banquetea espléndidamente no solo los días de fiesta sino a diario, el pobre está tirado en su portal, sin poder llevarse a la boca lo que cae de la mesa del rico. Sólo se acercan a lamer sus llagas los perros que vienen a buscar algo en la basura.

No se habla en ningún momento de que el rico ha explotado al pobre o que lo ha maltratado o despreciado. Se diría que no ha hecho nada malo. Sin embargo, su vida entera es inhumana, pues solo vive para su propio bienestar. Su corazón es de piedra. Ignora totalmente al pobre. Lo tiene delante pero no lo ve. Está ahí mismo, enfermo, hambriento y abandonado, pero no es capaz de cruzar la puerta para hacerse cargo de él.

No nos engañemos. Jesús no está denunciando solo la situación de la Galilea de los años treinta. Está tratando de sacudir la conciencia de quienes nos hemos acostumbrado a vivir en la abundancia teniendo junto a nuestro portal, a unas horas de vuelo, a pueblos enteros viviendo y muriendo en la miseria más absoluta.

Es inhumano encerrarnos en nuestra “sociedad del bienestar” ignorando totalmente esa otra “sociedad del malestar”. Es cruel seguir alimentando esa “secreta ilusión de inocencia” que nos permite vivir con la conciencia tranquila pensando que la culpa es de todos y es de nadie.

Nuestra primera tarea es romper la indiferencia. Resistirnos a seguir disfrutando de un bienestar vacío de compasión. No continuar aislándonos mentalmente para desplazar la miseria y el hambre que hay en el mundo hacia una lejanía abstracta, para poder así vivir sin oír ningún clamor, gemido o llanto.


El Evangelio nos puede ayudar a vivir vigilantes, sin volvernos cada vez más insensibles a los sufrimientos de los abandonados, sin perder el sentido de la responsabilidad fraterna y sin permanecer pasivos cuando podemos actuar.