viernes, 19 de diciembre de 2014

Sólo una mujer, 

una mujer con varón

Xabier Pikaza



Domingo 4º Adviento. Lc 1, 26-38. María ha dialogado con Dios (que se le muestra a través de Gabriel) y, en el interior de ese diálogo, se atreve a preguntarle a Dios (¿cómo será eso…?) y Dios le responde diciéndole su Palabra, dándole a su Hijo.

Dios no se impone, no avasalla, sino que dialoga. Busca un interlocutor humano para ser (nacer como) Dios en la tierra, y necesita la palabra de María, una mujer, para que su Hijo nazca...
En ese momento decisivo la mujer ha de actuar como persona, es decir, con autonomía, pudiendo afirmar "no conozco varón", para añadir que ella misma tiene una palabra, que puede vincularse a la Palabra de Dios.
De esta palabra de Mujer depende la Palabra de Dios, y en esa línea, en este final de Adviento, descubrimos a María como mujer autónoma, amorosa, libre y decidida, capaz de poner su vida al servicio de la Vida de Dios.
Desde ese fondo quiero comentar la parte final del pasaje bíblico (Lc 1, 26-38) que la liturgia presenta como texto clave del Adviento, ofreciendo algunas consideraciones sobre el diálogo de Dios con María, centrándome en Lc 1, 34: No conozco varón (para dejar abierta la relación de María con José y con Jesús).

Sólo a partir de ese fondo negativo (no conozco varón) podrá expresarse, en un segundo momento, el principio positivo integrador donde María aparece ante sí misma y ante Dios como persona. Ya no podrá decir "no conozco varón", sino queconoce a José como varón y padre de su Hijo (del Hijo de Dios), tal como suponen de forma sorprendente los evangelios de Mateo y Lucas al poner de relieve la función de José en el principio de la historia de Jesús. María será en ese momento, tanto en Mt 1-2 como en Lc 2, una como mujer con varón, persona dual.
En ese contexto habiendo dicho que María se alza sola ante Dios, dialogando con él, debemos añadir que ella recibe y educa a Jesús como "mujer con varón". Así conocemos (=nos conocemos) y así somos al amarnos (sin amarnos no seríamos), de manera que Dios mismo puede nacer en nuestra vida.
Esta mujer María del primer adviento que no conoce varón abre el camino para un conocimiento más alto de varón y de mujer que sea acogida y engendramiento de Dios, como indica ya el segundo adviento, la segunda imagen o icono de Jesús con María y José.
María no dialoga ya sólo con un ángel de Dios, sin varones (como en el primer icono), sino que dialoga con Dios compartiendo la vida del mismo Dios (Jesús, el hijo) en compañía de un hombre, que es José. Para educar a Jesús, hijo de Dios (hijo suyo) María ha dialogado en intimidad creadora con ese hombre, hijo de David, de manera que el niño (siendo de Dios) aparece en la imagen y en la experiencia de la Iglesia como Hijo de ambos.

Dios no nace allí donde falta el conocimiento humano (de varón o de mujer), sino allí donde ese conocimiento siendo palabra de intimidad total con Dios (como seguirá diciendo esta postal), se abre en forma de diálogo activo de un hombre y una mujer (María y José) que acogen y educan en humanidad (es decir, en divinidad) al mismo Hijo Eterno de Dios que es Jesús. Las reflexiones que siguen son un balbuceo de esa experiencia insondable que ilumina la vida de los creyentes cada Adviento-Navidad.

Para seguir leyendo el artículo.
http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2014/12/18/domingo-21-xi-08-maria-es-el-adviento-un

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