martes, 23 de diciembre de 2014

Janucá 
fue una fiesta del pluralismo

Invitados por el rabino Marcelo Polakoff, participaron de la ceremonia los obispos católicos Ñáñez y Torres, el imán Alí Badrán y referentes de otras confesiones.  Destacaron el diálogo.

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La celebración judía de Janucá, que conmemora la recuperación y purificación del templo de Jerusalén durante la ocupación helénica en el siglo II antes de Cristo, se convirtió anoche, en Córdoba, en una fiesta del diálogo y del pluralismo.
Invitados por el rabino Marcelo Polakoff, participaron de la ceremonia, junto con la comunidad judía local, el arzobispo de Córdoba, Carlos Ñáñez, y los integrantes del Comité Interreligioso por la Paz (Comipaz): el obispo auxiliar Pedro Torres; el imán Alí Badrán, referente de la comunidad musulmana; Norberto Ruffa, pastor de los evangélicos; y Mara Pedicino, diaconisa de la Iglesia Apostólica Armenia, entre otros.
La alegre celebración, que se realizó en la sinagoga de calle Alvear, en el centro de la ciudad de Córdoba, también recibe el nombre de “fiesta de las luminarias”. Esto, porque según la tradición judía, tras la recuperación del templo por parte de los Macabeos, un milagro permitió mantener encendido el candelabro de ese lugar sagrado durante ocho días consecutivos, con una cantidad de aceite que sólo debería haber alcanzado para una jornada.
Por ese motivo ancestral, 2200 años después, la fiesta incluye el gesto de encender, en forma progresiva, un candelabro llamado “januquiá”, de nueve brazos, uno por cada día del festejo, más un brazo que sirve para encender el resto.
Con ese gesto mancomunado comenzó la emotiva ceremonia de ayer.
“No es vanagloria”
El anfitrión Polakoff se encargó de demostrar siempre que la celebración era una fiesta. Incluso dijo que su deseo era desarrollarla como un “festival del pluralismo”. Explicó que Janucá “es precisamente eso: la victoria de quienes luchan por respetar y ser respetados. No 
es vanagloriarse de un triunfo ­militar, porque eso nunca sería bueno. Es celebrar que todos puedan dialogar desde sus tradiciones y creencias”.
Polakoff puso como ejemplo lo que sucede en Córdoba desde hace varios años; “un hecho ­
–dijo– prácticamente inaudito 
en el resto del planeta: que un imán, es decir, que el líder de una comunidad musulmana participe de Janucá en una sinagoga y encienda una de las luminarias”.
El propio Polakoff les anunció a los miembros de su comunidad que Janucá es, también, un preludio de la Navidad, la fiesta cristiana que conmemora el nacimiento de Jesús. Y se sirvió de esa conexión para invitar a Ñáñez a decir unas palabras.
El arzobispo de Córdoba dijo que, como en años anteriores, era “una alegría compartir la fiesta con la comunidad judía”, de la misma manera que el rabino disfruta de las ceremonias navideñas cuando visita los templos católicos.
Ñáñez se reconoció impactado porque en varias oportunidades pudo constatar “el amor por La Torá, por la palabra de Dios” que expresa la comunidad judía. Y citó el salmo que se suele cantar en las sinagogas: “Luz es tu palabra para mis pasos”.
El arzobispo cerró su mensaje con una exhortación: “Traducir a la vida cotidiana ese amor que se expresa en el salmo para hacer juntos una sociedad más justa y más fraterna”.
Luego le tocó el turno al Imán Alí Badrán, quien abrazó con afecto a Polakoff y amplificó lo que se habían dicho en el saludo: “Con Marcelo siempre nos saludamos diciéndonos 
‘la paz sea contigo’, y el otro responde ‘y también contigo’. Es una manera –agregó– de hacer presente la luz de la paz que mencionan nuestros libros sagrados El Corán, La Torá y el Evangelio”.
Tras las palabras y las muestras de afecto, Janucá siguió con la actuación de dos coros que interpretaron canciones en hebreo y en catalán, respectivamente. Los últimos, incluso, incorporaron villancicos al repertorio por especial pedido del rabino anfitrión. Antes, el cantante de la sinagoga interpretó un Aleluia que llenó el templo de finísimo y delicado fervor.

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