viernes, 26 de diciembre de 2014

Simeón y María, 

las dos espadas

Xabier Pikaza


El Papa Bonifacio VIII publicó la bula Unam Sanctam (año 1302), que ha marcado por siglos la historia de la Iglesia, con la doctrina de las dos espadas que dirigen la historia de los hombres. Una es la espada del poder civil, blandida por el rey y los soldados, que imponen la (su) en las batallas de la vida. Otra es la espada espiritual de la Iglesia que dirige con su imperio las conciencias, utilizando para ello la espada de los reyes, que han de estar a su servicio:

“Una y otra espada, pues, están en la potestad de la Iglesia, la espiritual y la material. Más ésta (la material) ha de esgrimirse a favor de la Iglesia; aquella ha de esgrimirla la iglesia misma. Una ha de esgrimirse por mano del sacerdote, otra por mano del rey y de los soldados, si bien a indicación y consentimiento del sacerdote. Pero es menester que una espada esté bajo la otra espada y que la autoridad temporal se someta a la espiritual... Porque, según atestigua la verdad, la potestad espiritual tiene que instituir a la temporal y juzgarla, en el caso de que no sea buena...» (Unam Sanctam, 1302; Denz-H. 872).
Pues bien, el evangelio de este domingo de Navidad nos sitúa ante visión muy distinta de las dos espadas. Una es la espada del patriarca Simeón que mata y somete por la fuerza mentirosa y asesina de la espada. Otra es la espada de la matriarca María, madre de Jesús, que asume el sufrimiento de una maternidad difícil para que su Hijo (y con él todos los hijos) vivan.

Del paso de una espada a la otra trata esta postal, que nos sitúa en el centro de la dinámica cristiana (y de la misma sociedad). Si no superamos la espada de Simeón, para asumir la de María, nos destruiremos no sólo como Iglesia, sino también como humanidad.

La doctrina de Bonifacio VIII sigue latente en la conciencia de cierta iglesia católica-romana que parece apelar al tiempo de la Espada Material y Espiritual para dominar sobre la Cristiandad e, indirectamente, sobre el mundo entero. En contra de eso se eleva en este domingo de Navidad la experiencia y tarea de la Espada Mesiánica de la Madre que da vida a sus hijos, sin dominarles ni imponerles nada.

Frente a un tipo de hombre como Simeón, que ha dominado el mundo por la espada (para imponerse sobre las hermanas y tenerlas sometidas, sin dejar que escojan en libertad), se eleva María, que acepta la espada de la maternidad y del amor abnegado y gozoso, para dar vida a hermanos y hermanas, hijos e hijas. Buen Domingo, buena Navidad a todos, con la espada amorosa de María (En la primera imagen, Mabel y un servidor ante el icono del Nacimiento en la Basílica de Sion).
Para seguir leyendo:
http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2014/12/26/dom-28-12-14-la-espada-de-simeon-la-espa

No hay comentarios:

Publicar un comentario