martes, 23 de diciembre de 2014

Comunión de divorciados, un deseo de verdad 

(y Navidad)

Xabier Pikaza


Sigue el tema del Papa sobre el Sínodo de las Familias, abierto para su segunda fase, el próximo 2015, como indica la nueva encuesta enviada a todas las familia. Y dentro de ese proyecto sigue siendo clave el caso de la comunión de los divorciados.

Éste es un tema urgente, pero a mi juicio no ha sido ni está siendo bien planteado, de manera que estamos casi condenados a una división entre dos iglesias.
1. No se trata de decir: ¡Cristianos, a divorciarse! Objetivamente, en general, el divorcio es un dolor, una falta de comunión, un mal... Sería mejor que no hubiera divorcios, pero de hecho los hay, y muchas veces es mejor divorciarse en paz para buscar una nueva comunión de amor que seguir unidos en odio, mentira y desgracia.
2. No se trata de añadir sin más: ¡Divorciados a comulgar!. Pues la comunión implica mantener lazos de unión, de regalo de vida y de cuerpo, de bodas universales en Cristo.Pero los divorciados cristianos han de encontrar en la Iglesia un posible camino nuevo de amor y comunión...
3. No se trata de decir a las iglesias: ¡Todo da lo mismo! , como si casarse y divorciarse fuera igual... Que den la comunión a todos, como si nada, sino de abrir para los divorciados (y para todos) unos espacios de encuentro y evangelio, donde se puedan curar las heridas y abrir nuevos caminos de amor en libertad (en perdón, en reconciliación), para bien de los mismos "divorciados" (y en especial de sus hijos), en la comunidad.
(Estas son en parte las conclusiones de mi libro La Familia en la Biblia, Verbo Divino, Estella 2014, que surgen del camino abierto de la historia de los creyentes según la Escritura de Israel y el Evangelio). Desde ese fondo quiero seguir ofreciendo algunas reflexiones, no para sentar cátedra, sino para ayudar a pensar y a vivir en este tiempo de amor que es Navidad.
Una iglesia dividida
Como está mostrando Francisco con sus gestos y sus encuestas, nos hallamos ante un tema que divide a las iglesias, no sólo de arriba y de abajo, sino en sus diversas comunidades y grupos:
(a) por una parte lo que dice la Jerarquía Oficial del Vaticano (y de ciertos obispos), que siguen poniendo el "derecho" por encima del Evangelio;
(b) y por otra lo que hacen los cristianos de a pie, que van a su aire, como pasa ya en el tema del uso de los preservativos (y anticonceptivos).
Una cosa es la verdad oficial (en línea más jurídica)y otra cosa es lo que hace el grueso de los fieles, con el visto bueno de sus párrocos (desde un punto de vista muchas veces más evangélico).
Ciertamente, algunos cardenales y obispos de iglesia (como la alemana) quieren que se pueda dar la comunión a los divorciados y vueltos a casar (al menos en ciertas situaciones), y así lo dicen. Otros se oponen oponerse, apelando a un evangelio y a un tipo de tradición... y una ley oficial.
Ese tema está en el fondo de grandes discusiones de la Curia y de muchas iglesias. En ese tema quiere insistir la segunda sesión del Sínodo 2014/2015.
Iglesia, una tarea de verdad
El tema es importante, pero casi más el asunto concreto de la comunión negada algunos divorciados me inquieta la “falta de verdad” o de transparencia en una parte de las iglesias, pues lo que se discute en las altas esferas se ha resuelto ya en la práctica de gran parte de las iglesias en las que, a partir del Vaticano II, se ofrece sin más la comunión (es decir, se recibe en comunión) a divorciados y vueltos a casar.
A nadie se le pregunta en las iglesias de una gran ciudad si está divorciado o no, si se ha vuelto a casar y si vive en pareja de hecho, excepto en algunas comunidades muy concretas, entre grupos especiales.
Esto es lo que debía desvelar la encuesta, esto lo que se debía saber en las altas esferas: Qué se hace de hecho en las parroquias, cómo responden de hecho los creyentes. Este es el tema: Crear comunidades de caminantes en la fe, en comunión de amor y de verdad, desde la situación de cada uno.
Se trata de un tema parece estár decidido de hecho en la inmensa mayoría de las parroquias, que ofrecen comunión a “bien” casados y a divorciados. No hará falta que cuente experiencias, ni aluda a casos, que todos conocemos:
Una parte considerable de nuestros buenos cristianos católicos viven en una situación que oficialmente es irregular, y así actúan como catequistas y ministros de diverso tipo, sin que nadie se escandalice, sin que nadie les “expulse” a no ser en algunos casos de “escándalo” (escándalo de los que les acusan, sobre todo).
No tengo la solución, no quiero dar lecciones. Pero tengo un deseo: Que las encuestas cuenten la verdad de lo que pasa y de lo que se hace en las iglesias, pues lo que importa es crear comunidades de creyentes comprometidos en y con el evangelio, desde las más diversas situaciones. Que no se diga una cosa y se haga otra. Que todos podamos tender en verdad hacia una comunión en el amor y la justicia, en pequeña y gran familia.
No para decir que todo es lo mismo, sino para abrir espacios de comunicación
No quiero banalizar la comunión, que cada uno haga lo que quiera... sino todo lo contrario, que la comunión sea camino de verdad y de verdadera "comunicación" de amor y vida, desde el evangelio, creando comunidades de caminantes, de buscadores de verdad, de arrepentidos y de solidarios...
El problema no son las situaciones irregulares, regulares y “mejores”, si así puede decirse, sino el camino de la fe y la comunión de los creyentes, conforme al evangelio. Una iglesia clara y sin miedos, eso es lo que quiero. Una iglesia donde se viva en verdad, donde unos y otros puedan hacer un camino de búsqueda de evangelio, desde sus situaciones heridas y rotas (y curadas y felices, allí donde existan).
El problema no es dar la comunión (recibir en comunión) a divorciados y re-casados, sino abrir espacios de comunión solidaria entre todos, sin jueces y juzgados, sino en amor común, desde el evangelio, en verdad clara, esto es, en Verdad de Navidad.
Una situación "obscena"
Me la han contado hace unos días, es algo que puede pasar y que pasa en ciertos ambientes:
--A un sicario que mata a cinco... si se confiesa sin más se le da la comunión, aunque sea en la cárcel... El asesino arrpentido forma parte de la comunión de la Iglesia...

-- A un divorciado por verdad y en amor..., a uno que se divorcia por honradez, e incluso por hacer un bien a la otra parte... oficialmente no se le da la comunión hasta que muera esa otra "parte".

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