¿Cómo celebraría hoy Jesús la Navidad?
Faustino Vilabrille Linares
Jesús nació en una cuadra, inundada de amor, mucho más digna que el palacio de Herodes, inundado de sangre, como los miles de palacios que en el mundo son.
Querid@s amig@s colaboradores y cooperantes:
Podemos preguntarnos cómo celebraría Jesús hoy la Navidad: Sin duda la celebraría haciendo lo que hizo toda su vida: por un lado proclamando el amor, la fraternidad, la justicia, la igualdad, la vida en abundancia para todos, la paz verdadera fundada en la justicia, la solidaridad, la dignidad de los niños, la defensa de las mujeres marginadas, el cuidado de los enfermos, la acogida a los inmigrantes. Y por otro, clamando contra la injusticia, contra los ricos y sus riquezas porque producen empobrecidos, contra los corrompidos y los corruptores actuales iguales a los fariseos de entonces; la celebraría apoyando y consolando a los desahuciados, liberando a los abatidos, atendiendo y curando a los enfermos, dando pan al que tiene hambre, agua al que tiene sed, escuchando atentamente a los demás, compadeciéndose; devolviendo la esperanza, la dignidad y el valor a los más débiles; la celebraría al lado de los pobres, indefensos, marginados, oprimidos y encarcelados, la celebraría entre los últimos de los últimos, es decir, en el Tercer Mundo.
Jesús nació en una cuadra, igual que nacen hoy la inmensa mayoría de los niños del tercer mundo. Jesús nació entre lo pobre, lo desvalido, y lo marginado; lo humilde, lo pacífico, lo manso, lo dócil y sencillo como lo eran las ovejas y sus pastores de entonces; Jesús nació entre los últimos de los últimos, su nacimiento fue anunciado a los últimos de los últimos; vivió entre los últimos de los últimos y murió entre los últimos de los últimos.
Conocer a Jesús y su mensaje con toda su riqueza de humanidad, de respuesta integral a las aspiraciones más profundas del hombre, es lo mejor que nos puede suceder en la vida.
Solo desde la encarnación en la realidad de los oprimidos, como la de Jesús, es posible hoy la Navidad. Encarnarse en la realidad de los oprimidos no es solo asumir su opresión y atenderlos, sino también y sobre todo enfrentarnos a las cusas que los oprimen para erradicarlas y que dejen de estar oprimidos, y de haber opresores que los opriman.
¿Cómo podemos hacerlo?
-Vamos a asumir como nuestra la causa de los oprimidos y exigir justicia para ellos.
-Vamos a denunciar públicamente a los ricos, su riqueza y su opresión para que dejen de oprimir y ser así liberados ellos mismos de ser opresores.
-Vamos a rechazar toda clase de ayudas a los pobres que provengan de quienes primero los han creado, como esos que explotan a trabajadores del Tercer Mundo fabricando allí, esclavizándolos, productos para vender en el Primero.
-Vamos a ahorrar algo para poder compartir un poco más con los que más lo necesitan, especialmente con los que son los más pobres de los pobres, los del Tercer Mudo.
-No vamos a estar comiendo o bebiendo en exceso mientras miles de personas a esa misma hora están muriendo de hambre y sed.
-Vamos a vivir un poco más austeramente: así no seremos causa de la injusta explotación de la tierra y cuidaremos la naturaleza, en medio de la cual nació Jesús.
-Cuidaremos mejor nuestra salud para, viviendo más tiempo, poder seguir haciendo un poco de bien mientras estemos en este mundo.
-Por todo ello nos sentiremos más felices por estar así más cerca del pobre de Belén que vino a compartir en todo nuestra condición humana y a anunciar la salvación a los pobres y la liberación a los oprimidos; y le daremos gracias por haber iluminado nuestras vidas con la luz de su mensaje para este mundo y la plenitud definitiva.
-Llevaremos en la mente y el corazón, como Jesús, el compromiso con la vida, la justicia, la igualdad, la fraternidad, el amor, la paz, la esperanza, manifestándolos en los hechos y las palabras de nuestra vida, para ser con Jesús constructores de una nueva humanidad para todos lo seres humanos y para toda la creación.
Los profetas de Israel sostuvieron la esperanza del pueblo, pobre y oprimido, anunciando a un Mesías Libertador.
¿Qué esperanza de liberación anunciamos los cristianos de hoy a los pobres y oprimidos de nuestro tiempo?
Una vela puede encender miles de velas y su vida no se acorta, sino que recibe más luz. Así es la felicidad: cuanto más se comparte, más crece
Un abrazo muy cordial y sentido en estos días de Navidad para todos y todas, especialmente aquellos y aquellas que en estos días sé, por conoceros personalmente, que estáis sufriendo de una manera muy especial.-Faustino
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