¿Hay alguna diferencia entre que nos roben por derecha o por izquierda?
Tal vez haya una:
que el que nos roba por izquierda nos roba también la única esperanza de que esto sea distinto.
Es lo que la década de populismo nos mostró.
La única esperanza, otra vez, es una democracia quiza gris pero plagada de controles, donde los bolsillos tengan las divisiones del caso.
La idea del complot no hace diferencias políticas: siempre es mejor adjudicar el presente a un plan externo para perjudicarnos que a responsabilidades propias.
Tal vez sea ingenuo, de nuestro lado, pensar que izquierda o derecha hacen diferencias a la hora de abusar del poder.
El sentido de la división de poderes atiende justamente a eso desde hace siglos:
cualquiera puede verse tentado, nadie está santificado por su ideología sino por su conducta.
Dijo hace unos días Marcos Peña, el jefe de Gabinete, que el kirchnerismo le parecía “infantil”.
Lo es: hay pobres buenos, ricos malos, empresas codiciosas, militantes generosos, líderes clarividentes.
El kirchnerismo es un inmenso estereotipo: una novela berreta de las dos de la tarde, la historia de la mucama enamorada del millonario.
Pero no es eso lo asombroso,
lo asombroso es que haya dominado durante doce años la escena política argentina.
¿Dónde estaban los que tenían que decir que no? A la hora de gobernar hemos visto que la supuesta izquierda ocupa el poder como la peor de las derechas. La ideología y la moral no conectan necesariamente. Si fuera así, sería todo más fácil.
Texto completo
de Jorge Lanata:
http://www.clarin.com/opinion/Ideologia-moral-America-latina_0_1538846172.html
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