jueves, 31 de marzo de 2016

Hno. Genaro Saenz de Ugarte

Evangelio de Juan (20,19-31)

«19Al atardecer de aquel día, 
el primero de la semana, estando cerradas
las puertas donde estaban los discípulos, 
por miedo a los judíos, vino

Jesús y se puso en medio y les dice: ‘Paz a vosotros’.
20Dicho esto, les mostró las manos y el costado.
Así que los discípulos se alegraron al ver al Señor.
21Jesús les dijo de nuevo: 
‘Paz a vosotros. Como el Padre me envió,
también yo os envío’.
22Y, dicho esto, sopló y les dice: 
‘Recibid el Espíritu Santo. 23A quienes
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos’.

24Tomás, uno de los Doce, 
llamado el Mellizo, no estaba con ellos
cuando vino Jesús. Así que le decían los otros discípulos: ‘Hemos visto al Señor’.

25Pero él les dijo: 
‘Si no veo en sus manos la marca de los clavos y no
meto mi dedo en la marca de los clavos y no meto mi mano en su
costado, no creeré’.
26Ocho días después, de nuevo estaban dentro sus discípulos y Tomás con ellos. Viene Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y dijo: ‘Paz a vosotros’. 
27Luego dice a Tomás: ‘Acerca tu dedo aquí y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente’.
28Contestó Tomás: ‘Señor mío y Dios mío’.

29Le dice Jesús: ‘¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no han visto y han creído’.

30Y así, muchos otros signos hizo Jesús delante de sus discípulos que no están escritos en este libro. 31Éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre».


CONTEXTO
Estamos ante el primer final del evangelio de Juan. 
Antes de nuestro texto, el evangelio ha relatado la escena del sepulcro vacío (Jn 20,1-10) y la aparición de Jesús a María Magdalena (20,11-18). 
Después, se nos relatará la aparición de Jesús en el lago de Tiberíades (21,1-23) y el segundo final del evangelio, que concluye con una impresionante hipérbole acerca de las acciones del Resucitado, que deja abierta para el creyente la puerta de una relación abierta e interminable con Jesús, Señor de la Vida (21,24-25).

TEXTO
El texto evangélico, denso como pocos, nos presenta dos escenas: la primera se sitúa en “el primer día de la semana”, nombre clásico para indicar el día de la resurrección, el domingo. 
Tiene dos momentos: la presencia de Jesús con los discípulos sin Tomás (vv. 19-23) y el diálogo de éstos con Tomás (vv. 24-25). 

La escena siguiente es “ocho días después”, cuando Jesús vuelve a estar con los discípulos y habla con Tomás (vv. 26-29). 

Después, la primera conclusión del evangelio (vv. 30-31).

ELEMENTOS A DESTACAR

 A nivel eclesiológico o discipular, básicamente es un texto de movimientos, de avances, de transformación: del miedo a la alegría, de estar cerrados a estar enviados, del no-ver al ver, del ver o no-ver al creer, del creer al vivir. Nada queda igual después de la Resurrección, se inicia un nuevo itinerario radicalmente transformado y transformador. ¿Sentimos esa nueva fuerza en estos primeros días de Pascua?

 A nivel cristológico, se remarca la bondad de Cristo Jesús, que no sólo no reprocha a sus amigos el abandono y la soledad en que le dejaron, sino que les regala las primicias de su Pascua: la paz y el Espíritu Santo con el perdón de los pecados. Jesús es el mismo Jesús crucificado pero también el Mesías, el Señor, el Hijo de Dios, Dios mismo. ¿Tiene el papel que sin duda merece en nuestra vida?

 A nivel teológico, es impresionante la densa riqueza del misterio de Dios: Padre que envía, Hijo y Señor, Espíritu Santo. ¿Tanto dinamismo de amor de Dios no choca con nuestra modorra espiritual?

 Tres veces repite Jesús el saludo: “¡Paz a vosotros!”. La paz y la serenidad interior es una marca de los discípulos “habitados” por Jesús. La paz, que es un don del Resucitado, se vuelve tarea de los discípulos en el envío. ¿Dónde urge trabajar la paz entre nosotros?

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