PAZ
“Paz a vosotros” Y, diciendo esto les enseñó
las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al
Señor. Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado así también
os envío yo”. Y dicho esto exhaló sobre ellos su aliento y les dijo: “Recibid
el Espíritu Santo…
”
Pierre,
soldado francés de 27 años, cerró el nuevo testamento tras leer este pasaje. Se
encontraba en una celda acusado como
desertor de la patria, a la espera de ser juzgado por un tribunal militar.
Tras el
atentado terrorista de París (13 de noviembre de 2015), participó en los bombardeos para debilitar a
las milicias del Estado Islámico en Irak y Siria.
Pilotando
un caza del portaviones Charles de Gaulle, desplazado al Mediterráneo oriental,
bombardeó en más de una ocasión, y durante la noche las ciudades de Ramada y
Mosul.
Cuando el
joven soldado cayó en la cuenta de que los
llamados daños colaterales llevaban rostro de niño o de mujer, que tenían
nombre y apellidos, que eran biografías rotas, víctimas inocentes…, que además
eran prácticamente ignoradas por la llamada comunidad internacional…, rehusó su
compromiso con la armada francesa, se negó a volver a pilotar una nueva misión asesina de bombardeos
criminales, como así dijo a sus superiores, y aceptó con aplomo y valor la
prisión que se le venía encima. Fue acusado de deserción, tachado de cobarde.
Dio con sus huesos en una fría celda. Allí, con mucho tiempo por delante, pidió
papel y lápiz y escribió a sus padres:
Papá,
mamá, no tengáis cuidado por mí. Estoy a la espera de juicio. Asumiré con
responsabilidad la sentencia que se me imponga. Prefiero estar encerrado a
manchar nuevamente mis manos de sangre inocente .Quiero que sepáis lo que ya he
declarado y volveré a declarar: que mueren demasiados civiles, que ellos soportan
una parte desproporcionada del coste de los bombardeos.
Se
me caía la cara de vergüenza cuando descubrí entre los caídos a niños y mujeres. ¡Os dais cuenta de esta
barbarie, de este brutal atentado contra las vidas más inocentes! ¡Qué
hipocresía la de nuestros políticos y mandos militares que en nombre de la
seguridad, de la legítima defensa, conculcan la dignidad de los más débiles! Yo
no podía consentirlo más. Por eso quiero dejar el ejército. Este no es mi sitio
ni lo será nunca más. ¡Mujeres y niños,
también campesinos…! ¡Qué horror! ¡Qué lamentable todo esto! No hay que ser muy
avispado para darse cuenta que esta guerra es, sin duda, el factor principal de
la crisis de migrantes y refugiados en la Europa actual.
Mi abogado me da ánimos y esperemos que el
juicio me depare una pronta libertad, o al menos el menor tiempo de prisión.
Papá, mamá: os quiero y os agradezco la
biblia que me habéis hecho llegar. Cuando esté libre retomaré, no sé cómo, mi
olvidada condición de cristiano y bautizado. La semana pasada me permitieron
asistir a la vigilia pascual. Lloré de alegría al celebrar en esta prisión que
el crucificado ha resucitado, que la vida le ha ganado la batalla a la muerte. Salí
transformado y consolado tras aquella celebración. Ahora estoy seguro de que Él
me sostiene. La fuerza de su Espíritu será mi fuerza en estos momentos de
prueba. Saldré adelante, ya lo veréis. Pronto os abrazaré.
Un beso muy grande de vuestro hijo. Con
afecto sincero: Pierre.
Posdata:
He seguido horrorizado la brutal masacre de Bruselas. La condeno rotundamente,
pero no creo que la respuesta bélica sea la más adecuada.
Vélez
de Benaudalla. Saludos fraternos y feliz Pascua.
Paco
Bautista, sma.
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