domingo, 23 de noviembre de 2014

Martín Caparrós, 

disecciona el hambre

Para trazar la radiografía de los flagelos de la humanidad, da cuenta de al menos cien testimonios alrededor del mundo

El cronista argentino está de visita en México para hablar de su más reciente libro, en el que se instala, sin dramatismo, en la realidad de quienes no tienen que comer de manera cotidiana; presenta algunas cifras, echa mano de la historia y recuerda los libros que omiten el tema de este flagelo planetario.

¿Cómo es el hambre en Nigeria?, ¿qué provoca que 900 millones de personas no coman lo suficiente en todo el mundo?, ¿por qué en Bangladesh se utiliza el hambre como factor económico?, ¿qué hace que abunden los vegetarianos en la India? Ésas son algunas preguntas que el escritor y cronista argentino Martín Caparrós (1957) plantea en su más reciente libro: El hambre.
Esta crónica es su trabajo más ambicioso, dice en entrevista, y le ha permitido trazar la radiografía más completa sobre el tema del hambre en todo el mundo. Para lograrlo echa mano de una centena de testimonios levantados en países como la India, Bangladesh, Burkina Faso, Madagascar, Nigeria, Sudán del Sur y Argentina.
Para mostrarlo, Caparrós se infiltra en la realidad como un testigo anónimo, se incrusta en la piel de los personajes, presenta algunas cifras, echa mano de la historia, recuerda los libros que omiten el tema y se instala, sin dramatismo, en una frase que lo explica todo: “ninguna plaga es tan letal y al mismo tiempo tan evitable como el hambre”.
Sin embargo, el autor asume, de entrada, que su libro es un fracaso: “Primero, porque todo libro lo es. Pero, sobre todo, porque una exploración del mayor fracaso del género humano no podía sino fracasar”. Y se ha convencido de que, aunque el tema del hambre es básico en el mundo, al mismo tiempo ha sido desdeñado y es difícil de tratarlo. Pero en el fondo el autor, que se encuentra en México para presentar este libro, le tiende la mano a la palabra esperanza. Ahora toma su cigarrillo electrónico y estira su mostacho con inquietud.
¿Por qué le preocupa un tema tan invisible?
Porque no estoy conforme, no estoy a gusto. Así reivindico la inconformidad y mi incomodidad y además lo hago como la única forma que me interesa estar en el mundo.
¿Nos aproxima a una realidad olvidada?
Son algunos ejemplos que me sirvieron para mostrar distintas formas en que el hambre funciona. Para esto trabajé cinco años, pero tengo la sensación de que llevo mucho más tiempo, porque de algún modo es una síntesis de 25 años de trabajo.
¿Puede un testimonio virar la realidad?
Lo que da sentido a este trabajo es ese intento de entender y explicar por qué se traducen estas situaciones. No sólo es mirar, sino entender por qué y eventualmente, en el mejor de los casos, tratar de pensar cómo se podría solucionar.
¿Hay solución?
Existe una solución a mediano y largo plazo y llegará cuando al fin coincidamos organizar una sociedad donde nos parezca tan vergonzoso que haya gente que no coma y entonces hagamos lo necesario para que todos coman lo que necesiten. Eso sucederá en algún momento. Así sucedió cuando dejamos de aceptar que existiera la esclavitud o los reyes. Por supuesto, eso requiere un proceso largo, porque los procesos históricos tienen ese capricho: tardar mucho tiempo.
¿No son inmediatas?
Las más inmediatas tienen que ver con la dádiva, con la beneficencia, con darles un poquito a los que están peor sin cambiar absolutamente nada. Así se solucionan algunas cosas individuales, pero no solucionan nada de verdad. Pero yo creo que habría soluciones si mucha gente en nuestros países pensara que el hambre es intolerable y entonces exigiera a los gobiernos algo para solucionarlo.
“Y si muchos estuviéramos convencidos de que es un dato para evaluar un proyecto político o un partido, entonces éstos tendrían que tomarlo como objetivo y buscarían la manera de hacerlo.”
Al final, ¿es una geografía parcial?
Por supuesto. No podía dar cuenta de todo. En una primera etapa leí bastante para tratar de elegir los lugares que me parecían más representativos, aquellos que me iban a permitir mostrar una forma específica del hambre. Por eso elegí la India, Bangladesh, Níger, Burkina Faso, Madagascar, Sudán, Argentina… pero hay una gran cantidad de matices que no están aquí y otras que pudieron haber estado, pero ya así el libro tiene 600 páginas.
¿Por qué dedica un capítulo a Estados Unidos?
Me parece claro que la causa fundamental del hambre es la concentración de la riqueza, es decir, la comida en manos de unos cuantos. Entonces quería ir al lugar de esa concentración, que es la Bolsa de Chicago, donde se fija el precio de la materia prima alimentaria que después se paga en todo el mundo.
¿Puede la bolsa influir tanto?
La globalización del sistema hace que un campesino de Madagascar tenga que pagar el kilo de arroz a un precio casi igual que el ejecutivo de la Bolsa de Chicago, aunque ambos no ganen lo mismo. En buena parte ese es el sistema que produce hambre en muchos lugares del mundo y quería ver cómo era.
¿Qué lógica tiene el hambre en un país como Bangladesh?
Incluí un capítulo sobre Bangladesh, porque es un buen ejemplo de cómo se usa el hambre para un fin económico. Piensa que si no hubiera tantos problemas de alimentación en Bangladesh, no habría cinco millones de mujeres que aceptaran trabajar en la industria textil por sueldos ridículos, de 30 dólares al mes. Por ello Bangladesh no sería el segundo exportador mundial de textiles.
“En suma, si pueden conseguir que tanta gente trabaje por tan poco dinero es porque la amenaza del hambre está ahí muy presente. Y de eso somos todos cómplices, porque yo no miré la etiqueta de esta playera, pero es muy probable que esté hecha en Bangladesh, donde se pagó mucho menos gracias a esa extorsión que el hambre produce.”
¿Cómo encontró el tono de la crónica, sin caer en la lágrima?
Es un tono que ya venía trabajando en Contra el cambio. Tiene una estructura semejante, medio crónica y medio ensayo. Aunque en este caso tenía problemas particulares. Así que decidí tratar de ser menos irónico de lo que suelo ser, moderarme un poco. Pero también tenía que encontrar la forma de no sobreactuar las historias, porque en muchos casos son historias tremendas en sí y si me excedía con los adjetivos… se transformarían en melodramas idiotas.
¿Este libro quiere cambiar algo?
Este libro es un panfleto, en el sentido de que quisiera que hiciera una intervención, que alguna persona piense un poco más en todo esto y quizá se le ocurra algo. Es lo que querría. No me hago muchas ilusiones porque es un libro, pero lo hice porque quería aportar algo en esta cuestión y hacer lo posible para que otros entiendan algunas cosas.
Para concluir, Martín Caparrós recuerda sólo tres cifras sobre el tema del hambre: 900 millones de personas no comen lo suficiente en todo el mundo; cada día mueren 25 mil personas en todo el planeta por causas relacionadas con el hambre; además, en 1970 se calculaban 90 millones de desnutridos en todo África, y en 2010 esa cifra se elevó a 400 millones. “¿A quién le importa saber sobre el hambre en el mundo?”

No hay comentarios:

Publicar un comentario