Ignacio Ellacuría, veinticinco años
Xabier Pikaza
Hoy se cumplen veinticinco años de esa foto.Ignacio Ellacuría Beascoechea había nacido en Portugalete, Vizcaya (9.11.1930), y fue asesinado en San Salvador (15.11.1989). Era filósofo, analista político y teólogo, vasco SJ, naturalizado en el Salvador.
Fue discípulo y amigo de X. Zubiri, cuyo realismo filosófico e histórico quiso desarrollar. Como analista político fue el hombre que mejor comprendió la trama social de Centroamérica. Sus “lecciones” semanas de análisis socio-político, en la línea de Oscar Romero, como rector de la Universidad Centroamericana (UCA) le ganaron renombre internacional, y fueron en el fondo causa de su muerte. Como teólogo quiso ver a Dios en la trama de la vida humana, en línea de libertad.
Fue de los grandes protagonistas de la historia del Salvador, de donde tuvo que salir “desterrado” entre el 1977 y 1978, tiempo en el compartió con más intensidad los trabajos del Seminario Zubiri, en Madrid, donde nos conocimos. En noviembre del 1989 vino a Barcelona para recibir el premio de la Fundación Comín, en una situación de gran conmoción, que le hizo volver antes de tiempo al Salvador (13.XI.89). Fue asesinado el 16.XI.89. Los militares que le mataron robaron el importe del premio Comín que el tenía depositado en dólares en el estante de su habitación.
Mataron con él a otros jesuitas Ignacio Martín Baró, Segundo Montes,Amando López, Juan Ramón Moreno, Joaquín López y López, y también a Elba Julia Ramos, que estaba al servicio de la Residencia, con su hija, Celina, de 15 años (Jon Sobrino, de la misma casa y comunidad estaba de viaje).
Les “ejecutaron” los miembros de un batallón militar del Salvador, bajo inspiración del Mayor Roberto d'Aubuisson Arrieta (1944-1992), con cobertura de espionaje, se dice, de la CIA. Quienes les mataron conocían bien sus movimientos (acababa de volver de España). Para "emborronar" su muerte mataron a sus compañeros y a las mujeres de la casa; no querían testigos
El juicio por su muerte sigue aún pendiente y actúa como acusador el Ministerio Español de justicia que, a propuesta del ministro Francisco Caamaño, pidió el año 2011 la extradición de algunos responsables de su muerte (cf.http://es.wikipedia.org/wiki/Ignacio_Ellacur%C3%ADa).
Con esta ocasión quiero ofrecer unos recuerdos personales de su vida y una valoración de su pensamiento.
Recuerdos de su vida
1. Sobre marxismo. Tuvimos un primer contacto en los años 1977-1978, cuando él estaba “desterrado” en Madrid. Leyó mi libro Evangelio de Jesús y Crisis Marxista (Marova, Madrid 1077, edición digital: https://app.box.com/s/dm4a7zrl434fqcv0t8pn (cf.http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2014/08/02/evangelio-de-jesus-y-praxis-marxista). Ellacuría no era marxista, pero le interesaba muchísimo el análisis marxista de la economía, y así pudimos conversar, sobre la necesidad de recrear una visión y praxis social de fondo cristiano, encarnada en la realidad de América.
2. Sobre su origen vasco. No era vasco “militante” en el sentido nacionalista del término, pero era muy vasco, muy universal. Así me comentaba con humor que a finales de los años 40 les mandaron a él y a otros compañeros vascos a América… para hacer el noviciado y evitar así el peligro de nacionalismo militante vasco de sus orígenes familiares. “Nos mandaron a América ‒ me decía‒ porque en Euskadi podíamos ser “revolucionarios” en pequeño…, y en América nos hemos hecho partidarios de una revolución universal, en línea de libertad cristiana”.
3. Sobre el fanal “clásico” de griegos y latinos. Empezó a vivir en América como si América no existiera. Así me hablaba de sus sus años de formación humanista en Quito (a principios de los cincuenta), en una casa de humanidades y filosofía “donde leíamos y sabíamos de memoria los textos de Virgilio y de Homero, sin darnos cuenta de la vida y sufrimiento del pueblo, a la vuelta de la esquina de la casa. Nos tuvieron años y años protegidos, como con una venga… como si la realidad fueran los griegos clásicos (que son importantes)… y no existiera el pensamiento y vida, la historia americana”.
4. Estudios posteriores: Innsbruck, Complutense… El Salvador. Terminó su formación en Alemania y Austria (donde fue discípulo de K. Rahner) y después en la Complutense de Madrid. Conoció a X. Zubiri, fue su discípulo y amigo, el mayor de sus amigos, el mejor de sus exponentes. Escribió sobre él la tesis (1965) y volvió al Salvador, donde fue amigo de Óscar Romero, quizá su mayor inspirador, era compañero de J. Sobrino, fue Rector de la UCA, uno de los hombres más influyentes de América Latina, por lo que fue asesinado por aquellos que querían un dominio militar y político sobre el pueblo, contra el pueblo, a veces en nombre de la libertad cristiana. Pero esto ya se sabe, se conoce bien, no quiero insistir en ello.
5.Últimos encuentros. Nos vimos dos o tres veces en los años finales de su vida. Conversamos sobre todo de filosofía y teología de la historia, entre los años 1975-1979, cuando venía con cierta frecuencia a España, por razón de su cargo de rector de la UCA y para impartir cursos de pensamiento cristiano. Quedó cortada una larga conversación, el mismo 1979… Le “presté” un libro sobre teología de la historia, que quedó con él en la UCA. No pudimos seguir hablando, porque le mataron.
6. Hace veinticinco años… Me habían operado por dos veces de los ojos en Salamanca, y las cosas no habían salido bien, llevaba dos meses largos sin moverme de la cama, esperando que los ojos se ajustaran. Precisamente el 15 de noviembre mi amigo y superior entrañable Ricardo Sanlés pidió una cita en el Barraquer de Barcelona; saldríamos en avión en 17… Pues bien, el 16 cuando se dio la noticia, yo estaba un poco “flojo de ánimo” y me dio hasta envidia cuando escuché la noticia. Me pareció que era fácil morir así, de dos tiros… Pero comprendí que para morir así había que merecerlo. Ignacio estaba maduro para dar la vida. Me llevaron a Barcelona y curaron mis ojos. Durante el tiempo largo de convalecencia me ayudaron muchos amigos, entre ellos el recuerdo de Ignacio.
7. Dos veces en el Salvador, en la casa (ante la tumba) de Ignacio. Dos veces he ido después al Salvador, creo que el 1989 y el 2006, para impartir algún curso. Las dos veces he visitado la UCA, para hablar con Jon Sobrino y para visitar la residencia con la habitación de Ignacio, el pasillo donde les mataron, la huerta, la tumba… interesándome sobre todo por las dos “mujeres” que no fueron simples víctimas colaterales del asesinato sino expresión directa de la maldad de la muerte violenta de los asesinoas.
Semblanza intelectual
(texto tomado del Diccionario de Pensadores Cristianos, Estella, Madrid 1910, pag. 280-281)
ELLACURÍA, IGNACIO (1930-1989). Filósofo y teólogo católico, de origen vasco, de la Compañía de Jesús. Uno de los hombres más significativos de la Iglesia Católica del siglo XX. Estudió en Innsbruck y en la Universidad de Madrid y fue director del Seminario → Xavier Zubiri, con quien le unían lazos de amistad, comenzando la publicación sistemática de sus obras. Fue profesor y rector de la Universidad Centro Americana (UCA) "José Simeón Cañas" de El Salvador, donde realizó una labor decisiva de dirección, organización y mentalización, colaborando estrechamente con → Mons. Oscar Romero.
Asumió críticamente los movimientos de liberación de América Latina, al lado de → Jon Sobrino, convirtiéndose en la voz más significativa de la iglesia y de la sociedad civil latinoamericana. Fue asesinado con otros compañeros y miembros de la comunidad jesuítica de El Salvadores el 16 de noviembre de 1989, siendo reconocido desde entonces como uno de los mártires cristianos del siglo XX (con → Luther King, O. Romero, D. Bonhöffer y algún otro.
El pensamiento de I. Ellacuría empezó estando marcado por el realismo ontológico de X. Zubiri, vinculado a una visión de la historia como proceso de liberación. Su aportación teológica ha sido sistematizada por J. Sobrino (con otras colaboraciones) en Mysterium liberationis. Conceptos fundamentales de la Teología de la liberación I-II, Madrid 1990. Ella puede resumirse en estos puntos:
a. Hay que volver al Jesús histórico, entendido como principio y fuente de vida para los creyentes. El cristianismo no es una teoría, sino un movimiento histórico de liberación y salvación.
b. El mensaje básico del Jesús histórico y de la Iglesia no es la existencia de un Reino trascendente de Dios en cuanto separado de los hombres, sino la llegada y construcción del Reino mesiánico que se encarna y expresa en las condiciones sociales e históricas de los hombres en el mundo, abriendo un proceso de liberación, desde los más pobres.
c. La Iglesia de Jesús debe comprometerse, de un modo intenso (aunque no violento, ni militar) en la historia de los hombres, desde un análisis concreto de la realidad, denunciando las injusticias del sistema y de los opresores y anunciando y promoviendo una paz hecha de justicia y amor, desde los más pobres. Por eso, aspecto místico e institucional de la Iglesia resulta inseparable de su compromiso histórico, que ha de expresarse en formas de trasformación social.
Algunos adversarios le han acusado, diciendo que ha empleado métodos de análisis marxista de la sociedad y que ha sido partidario de la violencia institucional. En contra de eso, podemos afirmar que su pensamiento teórico ha estado más cercano a la filosofía de X. Zubiri (no a la de Marx), poniendo de relieve un tipo de realismo crítico, abierto a la toma de conciencia de la libertad personal y social, desde la raíz cristiana. En esa línea, su pensamiento crítico y creador ha sido una expansión y aplicación del mensaje liberador de Jesús, en la nueva sociedad y cultura latinoamericana de la segunda mitad del Siglo XX, en oposición a la ideología dominante del sistema capitalista, que fue el inspirador y causando real de su muerte.
Por escribir lo que escribió y pensar lo que pensaba fue asesinado. Entre sus escritos:
La principalidad de la esencia en X. Zubiri I-III (Madrid 1965);
Teología Política (El Salvador 1973);
Carácter político de la misión de Jesús (Lima 1974);
Conversión de la Iglesia al Reino de Dios (Madrid 1984).
Su obra filosófica más significativa es la Filosofía de la realidad histórica, publicada tras su muerte (Madrid, 1991) . En esa obra dialoga con mi libro sobre Hermanos de Jesús y servidores de los más pequeños. Mt 25, 31-46 (Sígueme, Salamanca 1984)
Otros trabajos suyos han sido recogidos en Escritos universitarios (San Salvador 1999).
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