"Todo organismo vivo cuenta con un dinamismo interno que le empuja en la dirección de su desarrollo, eficacia y plenitud". (Carl Rogers)
6 de abril, domingo V de Cuaresma
Jn 11, 1-45
Salió el muerto con los pies y las manos sujetos con vendas y el rostro envuelto en un sudario.
Jesús les dijo:
-Desatadlo y dejadlo ir".
Jesús les dijo:
-Desatadlo y dejadlo ir".
Todos los grandes Maestros de la Sabiduría de la Vida consideraron la alternativa entre tener y ser como el punto más importante de sus respectivos sistemas. Y propusieron una visión del vivir, predominantemente orientada al ser persona frente al tener bienes de cualquier orden. Confucio, Lao-tsé, Buda, Jesús, los místicos de todas las religiones... etc. Voces proféticas no acalladas hasta nuestros días que, como las de Juan el Bautista, no han cesado de gritar –también frecuentemente en el desierto- contra una sociedad desbocada, a punto de sumergirse en el abismo.
El Maestro Eckhart –místico alemán del s XIII- enseñó que no tener nada y permanecer abierto y "vacío", no permitiendo al ego ser un estorbo en nuestro camino, es la condición para lograr salud y fuerza espiritual. Marx –un humanista radical del XIX- enseñó que el lujo es un defecto, tanto como la pobreza, y que nuestra meta debe consistir en ser mucho, y no en tener mucho. El Psicoanalista Eric Fromm, nos conmina en sus obras "El corazón del hombre" y"Del tener al ser", que el hombre se ha convertido en un consumidor eterno, y el mundo para él no es más que un objeto para calmar su apetito. Y José L. Sampedro, economista y escritor humanista, que abogó por una economía «más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos».
Este fue sin duda el leitmotiv que, al menos en sus orígenes, se escuchó como básico en la partitura –letra y música, palabra y hechos- de la vida entera de Jesús. Con el paso del tiempo y la colaboración de quienes debían haber sido sus puristas guardianes, la página acabó desfigurada por melodías espurias, y el Evangelio, trufado a gusto del consumidor de la época: un sándwich repleto de doctrinas celestiales, al que hay que devolver su prístina naturaleza. Buda enseñó que para alcanzar la etapa más elevada del desarrollo humano, no debemos anhelar posesiones. Y Jesús dijo: "¿Qué le aprovecha al hombre ganar el mundo entero si se pierde o se malogra él?" (Luc 9, 25).
Las Iglesias oficiales han cometido pecado de incomparecencia en temas hoy candentes para el pueblo. O, en el mejor de los casos, sus pastores más inmediatos les han hablado de ellos por pinganillo; es decir, recibiendo instrucciones del realizador desde el control. Y eso, a pesar de que, como ya Carl Rogers expresó, "Todo organismo vivo cuenta con un dinamismo interno que le empuja en la dirección de su desarrollo, eficacia y plenitud". Una tarea en la que el Papa Francisco está seriamente comprometido, urgentemente acuciado por demanda de la sociedad entera.
Quizás ha llegado el momento de traducir el lema del Manifiesto de Marx en términos de "¡Hombres y mujeres del mundo entero, uníos!". Uníos ¿para qué?. Para alumbrar una nueva Sociedad donde la Paz y la Justicia sean aval fidedigno de felicidad y convivencia. Una Sociedad que permita a todo ser vivo vivir en libertad, y promueva en cada ser humano no tanto unas creencias religiosas cuanto una forma de vivir y desarrollarse humanamente en plenitud. Nuestro mundo necesita emprendedores dispuestos a crear más Multinacionales de Valores, que achiquen el Tráfico de Verdades y Teneres. El hombre padece hoy una deforestación de principios, que le priva del oxígeno necesario para su supervivencia personal y de la especie.
SER PARTE DE TODO
¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mútuo si hay rechazo.
¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu.
Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso.
Thomas Merton
No hay comentarios:
Publicar un comentario