Mensajero reedita la biografía de Arrupe escrita por Lamet
Mensajero reedita "Arrupe. Testigo del siglo XX, profeta del XXI", con prólogo de Adolfo Nicolás
La imprescindible rehabilitación de Pedro Arrupe
"Vivía lo que creía, irradiaba lo que predicaba", asegura el general de los jesuitas
Hoy las palabras y gestos del papa Francisco, que acarició el pasado verano el bajorrelieve de su efigie en la tumba del Gesù de Roma, parecen reivindicarlo y resituarlo en su puesto en la historia reciente de la Iglesia
Arrupe. Testigo del siglo XX, profeta del XXI recupera la figura carismática del hombre que estuvo al frente de la orden entre 1965-1983 y cuya persona y ejemplo siguen vigentes: "Se adelantó a su tiempo con potente inspiración, intuición y visión profética"
Una obra reeditada y enriquecida 25 años después. El libro Arrupe. Testigo del siglo XX, profeta del XXI escrito por el jesuita Pedro Miguel Lamet vuelve a ser reeditado por el sello Mensajero en abril con novedades importantes a la primera edición.
La principal, son las palabras y los recuerdos expresados por el actual superior de los jesuitas, Adolfo Nicolás, en su prólogo ‘El magis del padre Arrupe'. En él traza el perfil de un hombre adelantado a su tiempo y cuya persona y ejemplo siguen vigentes. "Sus convicciones y propuestas, que nacen de la autenticidad de su vida, responden más que nunca a la problemática actual y a los desafíos del siglo XXI". Adolfo Nicolás, que como él fue provincial de Japón y pasó en Oriente la mayor parte de su vida apostólica, desgrana sus recuerdos personales, virtudes y convicciones: "Vivía lo que creía, irradiaba lo que predicaba. Estaba convencido de que evangelizar, antes que hablar, es ser". Su mandato (1965-1983) marcó un hito en la historia de la Compañía de Jesús con "palabras llenas de inspiración, de visión profética y de intuición penetrante".
El jesuita, poeta, periodista, novelista y biógrafo Pedro Miguel Lamet recobra la biografía que escribió en vida del padre general dedicándosela a "A los refugiados, prófugos y drogadictos de todo el mundo, a quienes Pedro Arrupe dedicó sus últimas energías y proyectos".
En la introducción recuerda el proceso de elaboración y redacción de la que se convirtió en la primera biografía del prepósito. "Me siento sólo un mediador entre el lector y el padre Arrupe", dice el escritor que en su día reunió la documentación del protagonista y tras la revisión 25 años después, incorpora un amplio material gráfico y datos complementarios.
Para ello, se sirve de una base documentada en ocasiones inédita, sobre todo en lo que se refiere a los conflictos acaecidos durante las dos congregaciones generales, la dimisión de Arrupe, su espiritualidad y aspectos de su gobierno en los diversos continentes. "Incorporo los mejores fragmentos del diario personal de su hermano enfermero, Rafael Bandera, que le atendió día y noche durante casi diez años de postración y silencio", añade.
Suma, además, parte de su diario de conversaciones con el padre Arrupe durante el verano de 1983. "En anteriores ediciones los callé para responder como merecía a la delicadeza con que dejó a mi libertad y responsabilidad publicarlos o no: «Decida usted de todo esto lo que conviene publicar».
Lamet se anticipa a dos objeciones. Una hace referencia a si el padre Arrupe carecía de defectos y argumenta que esos posibles defectos constituyen para otros sus grandes virtudes. Y por otro lado, si más que una biografía objetiva, ha escrito una hagiografía. "No niego que fue escrito con pasión, entusiasmo y cercanía casi periodística a los hechos. No se pueden ocultar fácilmente el amor y la admiración. Pero, al mismo tiempo, enseguida podrá apreciar que aquí se cuenta todo: los éxitos y los fracasos de Pedro Arrupe; su optimista visión del mundo y su noche oscura; su amor y su dolor; su fe y su drama; las tesis de sus amigos y las de sus enemigos".
Con todo aclara que una biografía es sólo una aproximación al misterio de un ser humano, lo es más aún en el caso de un hombre de tan intensa actividad y profunda vida interior como el padre Arrupe. "Solía él decir que ‘la biografía más interesante es la que se escribe sin tinta'. La afirmación sigue siendo verdadera. Porque, como también decía Pedro Arrupe, "lo más decisivo e importante de una vida es incomunicable".
Lamet confiesa que de sus 40 libros publicados este es el que más satisfacciones le ha reportado. "El contacto con la figura de Arrupe ha cambiado la vida de muchas personas hasta el extremo de que, después de leerlo, no pocos, según me han confesado, han optado por comprometerse con los pobres y marginados de nuestro mundo o seguir la vocación sacerdotal o religiosa".
"Creo -añade el autor- que con el acceso al pontificado del papa Francisco ha llegado definitivamente ‘la hora de Pedro Arrupe", que lanzó la Compañía, como el actual Papa predica, a la periferia y las fronteras de la fe, de la justicia y la cultura, resituando el evangelio en el epicentro de la Iglesia".
En la actualidad, la figura del carismático padre Arrupe parece renacer tras un largo periodo de marginación y ocultamiento debido a las incomprensiones que sufrió en vida por haber lanzado a la Compañía al diálogo con el mundo y la lucha por la justicia desde la fe. Hoy las palabras y gestos del papa Francisco, que acarició el pasado verano el bajorrelieve de su efigie en la tumba del Gesù de Roma, parecen reivindicarlo y resituarlo en su puesto en la historia reciente de la Iglesia.
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