viernes, 4 de abril de 2014

ELECCIONES EN AFGANISTÁN

Los precedentes de fraude ponen en alerta a los candidatos en Afganistán

El éxito de las elecciones en el país asiatico depende en buena medida de que los contendientes acepten el resultado

Mujeres con burka y chador muestran sus documentos de identidad mientras hacen cola para votar en las presidenciales de 2009, en Kandahar (Afganistán). / AP
Colegios electorales fantasma, votantes menores de edad, jefes de clan con las papeletas de toda la parentela, maridos votando por sus mujeres, y lo que sin duda es más grave, funcionarios que rellenan urnas. Las anteriores elecciones afganas han visto todo tipo de irregularidades y trampas. Muchos analistas dan por hecho que un cierto nivel de fraude en los comicios de hoy es inevitable. Pero ¿cuánto es demasiado? Al final, todo va a depender de que los candidatos acepten los resultados que, previsiblemente, exigirán una segunda vuelta para conocer el presidente.
“El asunto no es si habrá fraude, sino cómo de grave y de partidista es, y qué consecuencias políticas tiene”, estima la analista Martine van Bijlert del Afghanistan Analysts Network (AAN).
Zalmay Rassoul, uno de los tres candidatos presidenciales con más posibilidades, ha instado a sus seguidores a respetar los resultados. Sin embargo, Abdullah Abdullah, que junto a Ashraf Ghani encabeza las quinielas, ha advertido una y otra vez a los suyos del riesgo de fraude. Abdullah salió quemado de la última elección que perdió frente al presidente Hamid Karzai, un tercio de cuyos votos fueron calificados con posterioridad de fraudulentos.
Los analistas estiman que ahora el riesgo es menor porque ningún candidato tiene a su disposición la maquinaria del Estado, aunque todo apunta a que Rassoul es el favorito de Karzai. Aún así hay factores preocupantes. La inseguridad, sobre todo en el este y el sur del país, suele traducirse en una participación más baja y dar margen para la manipulación. A ello contribuye también la inexistencia de un censo electoral.

Previo a cada elección se abre un plazo para que los potenciales votantes se registren y se les entrega una tarjeta identificativa. Se han distribuido 21 millones en total, pero según las estimaciones oficiales el país tenía 27 millones de personas en 2012, con el 60% menor de 20 años. Según Van Bijlert, eso significa un máximo de 13,5 millones de votantes. Así que sobran al menos 7,5 millones de tarjetas, probablemente hasta 10, ya que muchos afganos no han conseguido registrarse.
“Nadie sabe cuántos votantes hay, dónde viven o dónde planean votar”, señala Van Bijlert.
“La existencia de más tarjetas [que votantes] no es suficiente para defraudar. Se necesita la complicidad de los funcionarios electorales”, defiende Nicholas Haysom, de la misión de la ONU para Afganistán (UNAMA). Haysom menciona el uso de tinta indeleble para evitar que nadie pueda repetir el voto aunque tenga dos tarjetas.
No todo el mundo comparte esa opinión, pero preocupa más la posible existencia de colegios electorales fantasma. Se conoce así a los centros de voto que no llegan a abrir el día de los comicios, pero que sin embargo envían resultados. En varias ocasiones anteriores, el material electoral (papeletas, urnas y listados) ni siquiera llegó a su destino sinoa casa de varios caciques que decidieron el sentido del voto.
“No va a volver a haber colegios fantasma; donde no pueda haber observadores, no vamos a enviar el material electoral y confiamos en las fuerzas de seguridad”, declara Yusuf Nuristani, el presidente de la Comisión Electoral Independiente. Nuristani menciona que las papeletas cuentan ahora con un código de barras que permite saber dónde ha ido a parar cada una.
Todas esas medidas, como la presencia de los observadores, hacen más difícil el fraude, pero no lo impiden. La clave para que las elecciones sean legítimas es una alta participación y un bajo nivel de irregularidades.
“Al final, es fundamental que los candidatos acepten los resultados”, resume Hayson, el funcionario de UNAMA, tras recordar que inevitablemente tiene que haber perdedores. Salvo que inesperadamente uno consiga el 50% de los votos, solo dos de los ocho candidatos aún en liza van a pasar a la segunda vuelta.

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