domingo, 3 de noviembre de 2013

Las 38 preguntas para preparar el Sínodo de la familia


  



Comienza el camino hacia el Sínodo sobre la familia
El documento enviado a los obispos de todo el mundo: convivencia, “uniones de hecho”, parejas homosexuales, divorciados que se han vuelto a casar... La Iglesia se interroga sobre los grandes cambios que están cambiando el rostro de la familia
 Andrea Tornielli



¿Los cristianos divorciados que se han vuelto a casar están conscientes de «su irregularidad? Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos?». Es una de las 38 preguntas del cuestionario adjunto al breve documento para preparar el Sínodo extraordinario sobre la familia que Fracnisco convocó para octubre de 2014. 





El Papa quiere consultar a las Iglesias locales (en Gran Bretaña, por ejemplo, los obispos decidieron discutir el cuestionario en las parroquias y todos los que quieran podrán enviar propuestas y sugerencias) para afrontar los «desafíos pastorales sobre la familia». En las primeras líneas del documento aparece el nuevo enfoque para proceder con los trabajos, para hacer más eficaz e incluyente el mismo Sínodo. La primera etapa será la asamblea extraordinaria de octubre de 2014, que tendrá que definir el “estado de la cuestión” y recopilar «los testimonios y las propuestas de los obispos». La segunda etapa será el Sínodo ordinario de 2015, «para buscar líneas operativas para la pastoral de la persona humana en la familia». 





El documento, que recibieron en estos días los obispos de todo el mundo, comienza describiendo las «problemáticas inéditas» que se han presentado en los últimos años: la difusión de las parejas “de hecho”, «que no acceden al matrimonio y a veces excluyen la idea», las uniones entre personas del mismo sexo, «a las que no pocas veces se consiente la adopción de hijos», los matrimonios mixtos o interreligiosos, la familia monoparental, «formas de feminismo hostil a la Iglesia», la difusión del fenómeno de la “renta de úteros”. Pero, sobre todo, «en ámbito más estrictamente eclesial, el debilitamiento o abandono de la fe» en el sacramento del matrimonio y en el «poder terapéutico» de la confesión. 





Por ello es «urgente» que el apiscopado de todo el mundo dirija su atención hacia estos problemas. «Si, por ejemplo, se considera solo el hecho –dice un párrafo muy significativo del documento– de que en el actual contexto muchos chicos y jóvenes, nacidos en matrimonios irregulares, podrían no ver nunca a sus padres acercarse a los sacramentos, se comprende cuán urgentes son los desafíos para la evangelización de la situación actual [...] Esta realidad tiene una singular conformidad en la vasta acogida que está teniendo en nuestros días la enseñanza sobre la misericordia divina y su ternura para con las personas heridas: las expectativas consecuentes sobre las decisiones pastorales relacionadas con la familia son muy amplias». Es decir, el documento, en el que se ve la huella del Papa, habla de las grandes esperanzas ante una pastoral renovada que se enfoque en las «personas heridas», sin cerrar las puertas ni reducir todo al simple elenco de las ya conocidas posiciones doctrinales. 





La segunda parte del documento indica en tres páginas los fundamentos bíblicos y el magisterio de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia. Para concluir, aparecen las 38 preguntas del cuestionario. Interrogantes sobre la difusión y la recepción de las enseñanzas de la Iglesia al respecto, sobre las dificultades para ponerlas en práctica y sobre su relación con los programas pastorales en todos los niveles. También se pide información sobre cuáles son los puntos más atacados y rechazados fuera de los ambientes eclesiales. 





Algunas de las preguntas se refieren a la «ley natural». El Sínodo quiere saber si, por ejemplo, «piden la celebración del matrimonio bautozados no practicantes o que se declaran no creyentes» y cómo «afrontar los desafíos pastorales consecuentes». Después se pasa a la cuestión sobre la pastoral de la familia y el apoyo para las familias en crisis. En cuanto a las «situaciones matrimoniales difíciles», el punto que tiene más preguntas, se pide información sobre la difusión de las convivencias, sobre las uniones libres, sobre la relevancia de la realidad de los divorciados y de los divorciados que se han vuelto a casar: «¿Cómo afrontar estas realidades a través de programas pastorales adecuados?». 





Y después: «¿Cómo viven los bautizados sus irregularidades? ¿Están conscientes de ellas? ¿Manifiestan simplemente indiferencia? ¿Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos?». Otras cuestiones relacionadas: «¿Cuáles son las peticiones que las personas divorciadas que se han vuelto a casar hacen a la Iglesia a propósito de los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación? ¿Cuántas de las personas que se encuentran en estas situaciones piden estos sacramentos?». 





Es particularmente significativa la pregunta sobre la nulidad: «¿La agilización de la práctica canónica para el reconocimiento de la declaración de la nulidad del vínculo matrimonial podría ofrecer un positivo aporte real para la solución de los problemas de las personas involucradas?» Si sí, ¿cómo?». Una vía, la de la agilización de las causas de nulidad, que ya había sido mencionada por Benedicto XVI y de la que también habló Francisco durante el vuelo de regreso de la JMJ de Río de Janeiro. En aquella ocasión, el Papa argentino aludió a la praxis en vigor en las Iglesias ortodoxas, que bendicen en algunos casos las segundas nupcias tras un camino penitencial.

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