“Bergoglio nos ayudó mucho cuando las hermanas francesas fueron secuestradas“
Patricio Downes
A los 85 años, dedicada a las aldeas guaraníes de Misiones, recuerda cómo el ex jefe de los jesuitas se ocupó del caso.
Imágenes
Incansable.
Yvonne Pierron recorre el interior misionero.
La hermana Yvonne Pierron, compañera y amiga de las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon desaparecidas durante la dictadura dijo a Clarín que está feliz con la tarea del papa Francisco, quien las ayudó cuando sus hermanas fueron secuestradas, y lo invitó a visitar las aldeas de guaraníes a quienes se dedica ahora.
Conoció a Jorge Bergoglio, entonces jefe regional de los jesuitas, cuando sus hermanas en la Congregación de las Misiones Extranjeras fueron secuestradas. “ Bergoglio nos ayudó mucho, se ocupó del caso y tomó contacto con la Embajada francesa ”, relató esta religiosa de 85 años.
“Me alegré cuando lo eligieron. Primero, porque es latinoamericano, y que sea argentino me llena de orgullo, porque él ha sido un luchador para que todos seamos iguales”, dijo la monja, durante una visita a la aldea guaraní Ojo de Agua, en el sur misionero.
Nacida en Alsacia –entonces Alemania–, en 1928, padeció la ocupación alemana en Lorraine, ingresó a las Misiones Extranjeras a los 17 años, llegó al país en 1955. “A una hermana, Alice, a la que le decíamos Caty, se la llevó el mar y a la otra, Leonie la trajo el Río de la Plata; yo tengo un hueso de Leonie, como reliquia ”, contó.
Yvonne fue perseguida durante la dictadura y debió exiliarse luego de ser detenida al cabo de una de las primeras rondas de las Madres de Plaza de Mayo. Antes, trabajó con los mapuches en El Malleo, Neuquén, y con los peones y chacareros plantadores de tabaco en Perugorría, Corrientes. Allí trabajó con el obispo de Goya, Alberto Devoto, muerto en un accidente rutero tan extraño como los que mataron a los obispos Enrique Angelelli (La Rioja) y Carlos Ponce de León (San Nicolás), durante la dictadura. En Misiones, donde es Miembro Honorario de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, fundó un albergue para hijos de colonos y guaraníes en Pueblo Illia. Su edificio de madera fue incendiado y el entonces gobernador Carlos Rovira construyó uno de material y una escuela, que llevan el nombre de Yvonne.
-¿Conoció a (Jorge) Videla?
-Sí, cuando llegué en 1955 nuestra superiora y fundadora (la argentina de familia rica María Dolores Salazar) nos instaló en Hurlingham. Videla era un hombre joven, casi banal, jamás imaginé que sería uno de los mayores monstruos de la historia argentina. Caty (Alice Domon) y Leonie se ocupaban de niños con síndrome de Down que algunos llamaban mogólicos. Y cuidaban al hijo de Videla. El chico se abrazaba a Leonie y lloraba gritando que no quería volver a su casa. Y ellas fueron luego víctimas de Videla y su gente.
¿Qué pensó cuando llegó a la Argentina en 1955?
- Yo dije, Hitler está acá, porque llegué después del golpe militar. Yo me acuerdo haber visto, justamente en la Plaza de Mayo, lo que vi en mi país durante la ocupación alemana de Francia: a los caballos adiestrados para matar a la gente con las patas.
Su ajuar es escaso, como el que tenía en París durante el exilio, donde participó de las reuniones de refugiados y compartió momentos con Mercedes Sosa y Julio Cortázar. Apenas unas fotos sobre su cómoda, entre ellas la del “Negro” Néstor Abel Leyes, desaparecido y hermano de Graciela, otra del Che, una Biblia y la costilla de Leonie, su amiga monja, asesinada por la dictadura.
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