«La comunión a los divorciados
debe afrontarse con un nuevo enfoque»
Después de las palabras de Francisco en la “Evangelii gaudium”, el arzobispo Baldisseri, secretario general del Sínodo, confirma que el tema sigue abierto: «Hablaremos al respecto sin tabúes. La experiencia ortodoxa puede ayudar»
Andrea Tornielli
«El de los sacramentos a los divorciados que se han vuelto a casar es un tema que debe afrontarse con un nuevo enfoque». El arzobispo Lorenzo Baldisseri es el prelado que fue nombrado secretario general del Sínodo de los Obispos. Toscano, de 1940, fue durante casi 4 décadas diplomático vaticano y desde fines de septiembre se ocupa de rejuvenecer el instituto del Sínodo que discutirá (en dos encuentros: 2014 y 2015) el tema de la familia, después de la difusión capilar de un cuestionario al respecto.
Francisco, en la “Evangelii gaudium” no cita explícitamente el tema de los sacramentos a los divorciados que se han vuelto a casar. Pero escribe que la eucaristía «no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles». ¿Cómo hay que interpretar estas palabras?
Hay que subrayar también la frase siguiente: «Estas convicciones también tienen consecuencias pastorales que estamos llamados a considerar con prudencia y audacia». El Papa relaciona estos dos elementos. Significa que quiere que estos problemas se estudien con prudencia y, por ende, con atención a la doctrina. Pero también con audacia, que para mí, equivale a «sin miedo», tomando en consideración las situaciones concretas de las personas.
Entonces, ¿cambiarán las cosas?
El magisterio no está enyesado; es la doctrina acompañando al pueblo. Hay una constante profundización y hay aplicaciones para casos diferentes. La Iglesia debe saber encontrar la aplicación de la doctrina en el caso concreto de las personas. Este enfoque no debe hacer suponer inmediatamente conclusiones generales, normas para todos. Debemos partir de los casos concretos. Y desde allí se puede incluso desarrollar una nueva manera para poder considerar la doctrina. En el fondo, ni siquiera con las declaraciones de nulidad matrimonial intervenimos caso por caso. La pastoral es esto, no es un esquema.
¿Es correcto deducir que el tema de los sacramentos a los divorciados que se han vuelto a casar permanece abierto?
Si fue incluido en la lista del Cuestionario, quiere decir que se pretende afrontarlo. La apertura, y se quiere hablar al respecto sin tabúes, de lo contrario no habría sido citado. Esto me parece evidente.
En la entrevista durante el vuelo de regreso de Río, Bergoglio, al respecto, recordó –sin tomar ninguna posición– la vía ortodoxa, que prevé en ciertos casos la bendición de una segunda unión...
La experiencia de la Iglesia ortodoxa puede sernos de ayuda, no solo en cuanto a la sinodalidad y la colegialidad, sino también en el caso del que estamos hablando, para iluminar el camino. Pero ahora no es el momento de discutir cuál es la mejor solución, son temas que serán afrontados en el Sínodo. Estamos empezando a hablar de ello, de una forma nueva con respecto al pasado, pidiendo información y reflexiones a la base, a las diócesis y a las parroquias, y esto nos ayudará mucho, además de la experiencia de otras Iglesias, como las orientales. Como usted recordó, incluso el Papa se refirió a esa práctica ortodoxa.
¿El cuestionario que han enviado es un sondeo?
No, no lo es y hay que insistir en ello. No es un sondeo, tal y como se concibe hoy en día, y mucho menos un referéndum. Es la voluntad de conocer directamente cuál es la experiencia de las personas, no solo individual sino también de grupo, para reunir datos estadísticos, reflexiones, elaboraciones. Así, los obispos del Sínodo sabrán cuál es el pulso de la situación sin tener que recurrir a libros o estudios sociológicos. Nuestro cuestionario es mucho más que un estudio sociológico. Es una reflexión eclesial y espiritual. Y las preguntas son abiertas...
¿Podría explicar cuáles son las novedades de este Sínodo en dos etapas, con dos reuniones sobre el mismo tema?
Es una novedad que responde a la nueva dinámica indicada por el Papa y que, en cierto sentido, se inspira en la dinámica conciliar. Francisco quiere un Sínodo dinámico y permanente, no como organismo estructurado, sino como acción, como ósmosis entre el centro y la periferia. Y lo quiere abierto a todos los temas, para acoger las sugerencias que lleguen de las Iglesias locales. El consejo de secretaría, compuesto en la actualidad por 15 personas, será mucho más importante, y esto también quiere decir que el Papa tendrá la posibilidad de consultar a un consejo permanente para su gobierno.